Día de Pentecostés

La lección bíblica para este día forma parte del discurso de despedida (Juan 14:8-17).

Sacred Spaces: Sunset

Detail from "Sacred Spaces: Sunset," Matthew Nelson.  Used by permission from the artist.

Image © by Matthew Nelson.  Artwork held in the Luther Seminary Fine Arts Collection, St. Paul, Minn.

May 23, 2010

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Comentario del San Juan 14:8-17 [25-27]



La lección bíblica para este día forma parte del discurso de despedida (Juan 14:8-17).

En este discurso el Maestro desarolla temas de importantísimos en la jornada discipular:
•Él es el único recurso al Padre (14:1-7)
•Él es la vida verdadera, los discípulos son pompanos (ramas) cuya existencia depende absolutamente en estar conectados permanentemente con Él (14:8-17). 
•Los seguidores del Maestro (contemporaneous y los que vendran después) harán grandes obras en cuanto se mantengan conectados con Él y clamen al Padre en su nombre (14:18-31)
•Promete que enviará otro consolador (el Paracleto, el Espíritu Santo) cual cumplirá la obra comenzada por el Padre y el Hijo (15:26-16:15).
•Jesús se despide de ellos por un breve tiempo para preparar lugar para los discípulos en las moradas celestials (16:16-33).
•Oración sacerdotal de Jesús por sus discípulos dejándoles en el cuidado del Padre Celestial (17:1-24).

Con su muerte inminente, en San Juan 14 Jesús ofrece a sus discípulos un sumario del significado de su vida y ministerio; explicando que su partida al Padre resultará en beneficio para sus seguidores.  Su partida no es en realidad una separación completa, pues los discípulos disfrutarán de la presencia divina en el adviento del Paracleto. 

Nuestra lección comienza con un interrogativo de parte de Felipe.  Este poco conocido discípulo fue introducido en San Juan 1:44.  Luego, en 12:20-22, lo encontramos sirviendo como portavoz de unos griegos quienes deseaban ser introducidos al Maestro.  La pregunta de Felipe fue precipitada por la declaración de Jesús en 14:7: “Si me conocierais, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.”

Jesús aquí revela que no hay acceso a Dios aparte de su persona; sin Jesús no es posible tener conocimiento de Dios.

No obstantes las palabras del Maestro Felipe, hablando por todos los discípulos, revela su corto nivel de comprensión: “Muéstranos el Padre y nos basta.”  Sus palabras son fácil de entender pues expresan el anhelo de toda persona religiosa que ha vivido. A través de los siglos la preocupación de la humanidad al perseguir actos religiosos es meramente una declaración del deseo de encontrarse con Dios cara a cara.  Queremos ver a Dios tal como es–en su majestuosa gloria y esplendor sin igual.  En el AT, Moisés (Éxodo 33:18) y Elías (1 Reyes 19:11-12) expresan su deseo de experimentar a Dios en una forma visual y definitiva.  Sin embargo, la tradición judía tomo en serio la amonestación bíblica que “ningún hombre podrá verme y seguir viviendo” (Éxodo 33:20). Gedeón al presentir la presencia del Angel del Señor (Jueces 6:18) afirma su peligro mortal y exige que el Ángel no se despida hasta que él (Gedeón) pueda ofrecer el sacrificio requerido.  Igualmente Isaías estaba seguro que su fin se aproximaba y declara “¡Ay de mí que soy muerto!, porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.”

Aun así, hoy día hay muchos como Felipe.  Hombres y mujeres de la iglesia que se sienten distanciados de Dios.  Personas cuyas vidas carecen del calor de una intimidad con Dios.  Estos anhelan una experiencia única para confirmar todas sus convicciones teológicas y por tanto ser convencidos en el cien por cientos que están en el camino correcto. En tal caso, ya no vivirán por fe.
 
La respuesta de Jesús indica que en realidad Felipe no entendía lo que pedía. La encarnación de la Segunda Persona del Trino Dios no fue fácilmente captada aun por aquellos como Felipe quienes observaron y fueron beneficiosos de grandes hazañas milagrosas del Señor Jesús.  Los evangelios canónicos afirman que antes de la resurrección fue sumamente difícil de aceptar por los discípulos que Jesús era Uno con Dios.  Fuese David Fredrich Strauss (teólogo y biblista del siglo 19) o el tal Seminario de Jesús (Jesus Seminar) de nuestros días el concepto que Jesús es uno con el Padre es un concepto difícil de aceptar para los seres humanos.  El reto para el predicador del siglo 21 es hacer real este concepto (¿Quién es este Jesús?) a un mundo en donde una multitud de creaciones humanas reemplazan al Dios Verdadero y su revelación singular en Cristo Jesús. 

La interrogación de Felipe es inútil pues en realidad demuestra que todavía no ha captado por completo la persona y las obras de Jesús.  El evangelista desde el principio (vea 1:18) desprende ante sus lectores la realidad de la encarnación.  En su respuesta (14:9-12) el Maestro declara que al ver a Jesús es ver al Padre pues el Padre está en el Hijo. Además, el Hijo es el Agente de las obras divinas.  Esta realidad será comprendida por aquellos quienes andaban con el Maestro solamente en etapas y aun así en forma parcial.  Por tanto, el Señor añade  que si en algún dicho de Jesús ha de ser aceptado sin reservaciones por sus seguidores es la declaración que sigue. “Creedme” (el griego pisteute moi puede traducirse como “Creed en mi” pero el contexto demanda “creedme) que el Padre y Yo Uno somos.  Acuérdense que hoy día personas en la iglesias que expresan el anhelo que haber andado con el Señor en su jornada terrenal–¡como si eso garantizará su fe!

Como consecuencia de esta realidad teológica los seguidores de Jesús harán obras mayores de las de Él pues Jesús estará con el Padre para interceder por ellos.  Las grandes hazañas pronosticadas de los discípulos dependen del concepto teológico de la unión del Padre y del Hijo a través de la agencia del Espíritu Santo (esto será expandido más adelante en el capitulo 14). Las obras de los seguidores no son mayores no porque ellos son superiores a su Maestro, sino porque la obra de Jesús es completada.  Esta mayor obra se realiza diariamente cuando a través del misterio de la predicación presentamos la obra salvífica de Jesús y los feligreses afirman su fe en Jesús como el camino, la verdad y la vida.  Nadie viene al Padre sino a través de Jesús.