Desde el Sínodo del Caribe con mucho cariño.
Al celebrar los 505 años de la Reforma, somos muchos/as quienes pensamos que la iglesia necesita seguir reformándose, para llevar a las nuevas generaciones la Palabra de Dios utilizando la tecnología y otros los medios de comunicación de nuestro tiempo. ¿Cómo lo vamos a hacer? Sencillamente con las cinco Solas de la Reforma: Sola Escritura, Sola Fe, Sola Gracia, Sola Cruz, Solo Cristo. En este siglo XXI donde existen diferentes medios de comunicación y donde abunda la tecnología, el ser humano, debido a la pandemia del COVID se mantuvo en sus hogares y, a pesar del uso de la tecnología, no pudimos evitar la pérdida del contacto humano y de la presencia donde se manifiesta el poder de Dios en su amor infinito por la humanidad.
La Escritura nos presenta el desarrollo de pueblos marginados por acciones egoístas, que no compartieron lo que tenían y rechazaron o entraron en guerra para apoderarse de lo que le pertenecía al otro. Lamentablemente, hoy en nuestro tiempo seguimos sufriendo las mismas situaciones. Por eso tenemos que buscar en la Escritura la presencia de Dios en nuestras vidas. El comienzo de la Escritura nos habla de cómo Dios creó este mundo. Nos lo entregó para cuidarlo y disfrutarlo. Sin embargo, hemos destruido nuestro planeta con la avaricia de tener más y más. El relato de la barca de Noé nos da la esperanza de saber que Dios no nos destruirá porque así lo prometió cuando luego de los 40 días apareció el arcoíris. El problema que tenemos hoy en día es que lo estamos destruyendo nosotros. A pesar de que los expertos nos dicen todo lo que no debemos hacer para cuidar el planeta, lo seguimos haciendo.
El apóstol Pablo en la carta a los Romanos le dio a Martín Lutero la paz que necesitaba para no sentirse un pecador. Lutero se confesaba continuamente para obtener la salvación. Pablo nos presenta cómo Dios, según el Antiguo Testamento, acompañó al pueblo mientras salía de la esclavitud y luchaba por la tierra prometida. Luego nos presenta la fe que se va desarrollando a la luz de lo que vivimos día tras día. Es la fe de la justicia de Dios que se revela en Romanos 1:17 “más el justo por la fe vivirá.” Una fe que, a quienes vivimos en el Caribe, nos da la certeza de que Dios está presente en nuestras vidas para denunciar las injusticias cometidas por un gobierno que solo piensa en enriquecerse y quitarnos lo poco que le queda a nuestro pueblo. La fe en Dios nos da la fuerza para seguir pidiendo igualdad y un futuro mejor sin el yugo colonialista y globalista que solo nos hunde en la pobreza.
Esta Sola Fe nos confronta con la Sola Gracia que es el amor manifestado en la encarnación de Dios en su hijo Cristo para el perdón de nuestros pecados.
Cristo nos da el mejor ejemplo para toda criatura. Cuando los fariseos querían matar a la mujer adultera, él les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7). Esta acción de Cristo nos abre un espacio incluso para perdonar a la iglesia cuando comete injusticias dentro de la comunidad al querer poner un orden. Esta gracia nos empuja a hacer cosas nuevas y a revisar lo que no es útil, para que podamos abrazar a nuestros/as hermanos/as de todos los lugares y nacionalidades que adoran a la Divinidad de una forma diferente.
La Sola Cruz es la evidencia más grande que tenemos de la acción de Jesús. Jesús fue a la cruz sin haber cometido pecado alguno. Todo lo que Jesús quería era reformar la iglesia de su tiempo y trabajar con los marginados y los perseguidos. Jesús fue a la cruz donde fue tratado como un ladrón. En medio de la injusticia, desde la cruz ofreció el perdón de pecados a quien sí había sido un ladrón y que le solicitó estar con él en el paraíso. El Solo Cristo se demuestra en las parábolas que nos presentan el camino de la fe que nos anima a seguir luchando en este mundo para establecer el reino de Dios con todas las Solas.