Segundo Domingo de Adviento

El anuncio de la llegada de Jesús

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December 4, 2022

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Comentario del San Mateo 3:1-12



Introducción

El relato de Mateo 3:1-12 (cf. Mc 1:1-8; Lc 3:1-9; Jn 1:19-28) coincide con los otros evangelios en que la obra de Juan el Bautista precede y prepara el camino para la obra de Jesús. Los otros sinópticos señalan que Juan predica “el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados;” que son “las multitudes” quienes salen para ser bautizadas por él y a quienes dirige sus duras palabras (Lucas); y que Jesucristo “bautizará con Espíritu Santo” (Marcos). Mateo sostiene que Juan predicaba el arrepentimiento y la venida del reino de los cielos (v. 2); que las duras palabras “generación de víboras” son dirigidas a los fariseos y saduceos (v. 7) y que Jesucristo no solo bautizará con el Espíritu Santo, sino también con fuego (v. 11; Lc 3:16).

Un profeta con un mensaje (vv. 1-4)

Juan fue hijo del sacerdote Zacarías y de Elisabet y su nacimiento fue extraordinario, porque sus padres eran de avanzada edad y su madre era estéril (Lc 1:5-25.57-66). Flavio Josefo habla de su carácter y liderazgo: Juan era un “hombre justo,” que “predicaba la práctica de la virtud” e incitaba a “vivir con justicia mutua” y con “piedad hacia Dios.” Herodes se deshizo de él porque temía que “su gran autoridad indujera a los súbditos a rebelarse, pues el pueblo parecía estar dispuesto a seguir sus consejos” (Antigüedades de los judíos III, XVIII,5.2).

Ese impacto socio-religioso se expresa en los evangelios (Mc 1:1-2; Mt 3:3; Lc 3:4-6; Jn 1:23), que señalan su ministerio como cumplimiento de Is 40:3. Algunos pensaron que era Elías (Jn 1:21-25), quien aparecería para predicar el arrepentimiento antes de la llegada del “Día de Yahveh” (Mal. 4:5-6; cf. Mc 9:11-13). Así, Juan es presentado con una vestimenta similar a la de Elías (Mc 1:6a; Mt 3:4a; cf. 2 Re 1:7-8). Thomas Long dice: “En el judaísmo popular … hubo una expectativa que un día en la era mesiánica Dios pondría todas las cosas correctamente, restaurando las fortunas de Israel y poniendo un rey ideal sobre el trono de David. Una señal de que esto iba a suceder es que Elías reaparecería” (p. 26).

Siguiendo la tradición de los profetas del Antiguo Testamento, Juan llamó al arrepentimiento al pueblo argumentando la llegada del reino de Dios, pero a diferencia de estos, Juan “ofreció un sacramento de arrepentimiento” (Hare, p. 18). Su mensaje de arrepentimiento no era de compunción ni tristeza profunda por el mal hecho, sino ético, de involucrarse en acciones de solidaridad humana, de rectitud ante los demás y de justicia social (cf. Lc 3:10-14).

Los destinatarios del mensaje (vv. 5-9)

Los destinatarios respondían a su mensaje de diferentes maneras. Mientras que el pueblo de Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán se bautizaba y arrepentía, Herodes lo mandó a prender y se deshizo de él. A los fariseos y saduceos que iban a buscarlo, Juan los confronta por su sentimiento de seguridad religiosa que se basaba en que por ser descendientes de Abraham serían supuestamente beneficiados por sus méritos. “Se tenía la idea de que Dios tomaría en cuenta los méritos de los padres, sobre todo de Abraham, también para sus descendientes, y de aquí la creencia de que todo Israel participaría en el mundo futuro” (Josef Schmid, p. 87).

Juan les pide que, en lugar de abrazarse a esa ilusión y conformarse con los méritos de Abraham, produzcan “frutos dignos de arrepentimiento” (v. 8), es decir, frutos de sí mismos, de su propia vida. Juan apunta a que la justificación ante Dios no se hereda por pertenecer a una nación y que una vida que agrada a Dios no puede excluir la solidaridad, la rectitud y la justicia social. Si bien los interlocutores de Juan no son gentiles, su mensaje hubiese sido recibido por gentiles que buscaban adorar a Dios con justicia como les ocurrió a Jesús y los apóstoles (Lc 7:1-10; Hch 10:1-2).

Juan el Bautista y Jesús el Cristo (vv. 10-12)

Juan se refiere al juicio de Dios y al castigo a los injustos (vv. 10.12) como parte de su mensaje del reino de Dios. Las condiciones sociales y religiosas de Jerusalén, el templo, etc. decepcionaron a un grupo de judíos que dejando la ciudad se fueron a vivir al desierto. Desde el siglo II AC vivían cerca del Mar Muerto formando la Comunidad del Qumrán. Estos ya no esperaban la conversión de la gente en Jerusalén, sino la llegada del Mesías y su juicio. Juan se distancia de ellos al creer en la posibilidad del arrepentimiento del pueblo, de sus autoridades e inclusive de Herodes.

El bautismo con agua de Juan era señal de arrepentimiento y Juan anuncia a Jesús, como Uno que viene después de él, y que es “más poderoso” que él, porque “bautizará en Espíritu Santo y fuego.” Esto es paradójico porque en la tradición judía “venir después” no es solo “una sucesión cronológica”, sino “dependencia” y “subordinación” (Pierre Bonnard, p. 61). Aquí resulta que quien viene después (Jesús) es mayor que su antecesor (Juan). El bautismo con el Espíritu de Dios como don a todos los pueblos anunciado en Joel 2:28-29 y el fuego como purificación de la vida de los penitentes anunciado en Zac 13:9 y Mal 3:1-3 es obra de Cristo.

Juan anuncia a Jesús como su Señor sin explicitarlo. Con la afirmación “cuyo calzado yo no soy digno de llevar” (v. 11), que se refiere a una tarea de los esclavos para sus señores en ese tiempo, Juan resalta cuán grande y superior es Jesús respecto de él. Así Juan prepara el camino para la llegada de Cristo y lo anuncia a sus seguidores (cf. Jn 1:29-30).

Profetismo hoy y su relación con Cristo

Actualmente hay personas que se llaman y son llamadas profetas. Por eso es conveniente recordar las orientaciones apostólicas que pueden servir de parámetro para determinar las tareas que debe cumplir un profeta hoy: a) edificar la iglesia en la fe de Jesucristo; b) exhortar a la iglesia a conducirse como Jesús anduvo; c) consolar a la iglesia de Cristo en tiempos de dificultades como persecución por causa de su fe, etc. (1 Co 14:3). Además, si alguien profetiza hoy debe hacerlo para reclamar a los gobernantes justicia y paz en medio de las injusticias sociales y la violencia de los poderosos, tal como lo hacían los profetas del Antiguo Testamento, Juan el Bautista y Jesús mismo. Estas tareas proféticas son muy necesarias en nuestro tiempo.

El anuncio de la llegada de Jesús hoy

El Emanuel anunciado es la ansiada presencia de “Dios con nosotros.” El Jesús anunciado es quien salva de los pecados (Mt 1:21.23). Ambos anuncios crean y fortalecen la esperanza. Hoy tenemos que anunciar a Jesús para la paz y la erradicación de la violencia en todas sus formas. El anuncio de la llegada del Hijo de Dios no debe limitarse a los beneficios espirituales, sino también a sus correlatos sociales, políticos y ecológicos. Jesús nos desafía a parar y superar la violencia que produce todo tipo de muerte, a detener las guerras que destruyen naciones y producen migraciones forzadas, y a parar el descuido y la destrucción de la naturaleza. Jesús es paz, reconciliación y cuidado amoroso del otro/a y de la creación de Dios.


Bibliografía

  • Bonnard, Pierre. Evangelio según San Mateo. Madrid: Ediciones Cristiandad, 1975. (pp. 51-62).
  • Hare, Douglas R. A. Interpretation. A Bible Commentary for Teaching and Preaching. Matthew.  Louisville: John Knox Press, 1993. (pp. 18-20).
  • Josefo, Flavio. Antigüedades de los judíos. Tomo III. Barcelona: CLIE, 1988.