Vigésimo domingo después de Pentecostés

El retablo de lxs últimxs1

October 10, 2021

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Comentario del San Marcos 10:17-31



En el arte surandino existe una serie de piezas artísticas llamadas “retablos.” Son obras que han leído la fe desde la cultura. Al abrirlos encontramos una serie de relatos que se hacen arte a través de colores y de formas. Quisiera emplear esta figura para el comentario de este domingo.

Primer ala del retablo

La experiencia del primer diálogo nos presenta una serie de preguntas. Este hombre sin nombre pregunta acerca de la vida eterna. Los mandamientos que Jesús nombra son los que se refieren al cuidado de lxs otrxs1 y es curioso que en esta escena no se coloquen los mandamientos referidos a la Divinidad.2 Un primer mensaje que podemos notar es, pues, que la vida eterna está relacionada con el cuidado a las otras personas, con el “sentipensar” en lxs otrxs. Pero Jesús también le propone al hombre que vaya más allá. El seguimiento de Jesús no se ajusta a la lógica de una lista de cotejo, donde una serie de cosas deben ser hechas, como cuando se va de compras al supermercado. El seguimiento atraviesa la existencia entera. La expresión de Jesús en torno a vender las riquezas se puede entender en esa lógica, desde una radicalidad que no es superficial, sino que va al fondo, al criterio que moviliza nuestras decisiones.

Las tensiones generadas en torno a la riqueza y a la pobreza han traído en muchos lugares libros y reflexiones, especialmente después de algún movimiento que hablaba de lxs pobres. Uno de los más recientes y problemáticos fue la teología de la liberación, que cuestionó cómo se había pensado la pobreza y la definió como un mal estructural.

Gustavo Gutiérrez insistía en hablar del “escándalo de América Latina, un continente cristiano y pobre.” Y es que la formalidad de ciertos actos, también religiosos, ha opacado conciencias al punto de seguir sosteniendo injusticias. El problema no es la riqueza como tal, sino la actitud frente a ella. Los mandamientos mencionados son una serie de actos pedagógicos que nos pueden llevar más allá, si es que empezamos a actuar por decisión y no solo por cumplir.

Aquí radica otra enseñanza con la que termina la primera parte del retablo. El seguimiento no es una imposición. No se trata de que sí o sí se siga a Jesús. Esto debe ser un acto libre que, como decía arriba, debe atravesar toda la existencia. No es algo superficial. El hombre de nuestra historia de hoy decide no hacerlo. La tristeza le acompaña. No ha hecho mal por decidir lo que decidió; no sabemos si más adelante cambiará de opinión. En ese momento no se sintió en capacidad de hacerlo. Para quienes seguimos a Jesús es importante que coloquemos a nuestra fe como una propuesta.

Segundo ala del retablo

En la segunda ala del retablo nos encontramos con otro diálogo. Jesús asevera que es muy difícil entrar en el Reino para quien ha hecho una elección por ciertas cosas. A lxs discípulxs les generó asombro. La palabra empleada en griego es exeplēssonto. El verbo ekpleso puede ser traducido de muchísimas maneras tales como quedarse atónitxs y maravilladxs, pero también puede ser quedarse detenidxs por el pánico, espantadxs.

Este pequeño puente me remite al ala anterior del retablo. El hombre que decide no seguir a Jesús se mueve. Lxs discípulxs que han decidido seguir a Jesús se quedan detenidxs. A aquel hombre, las palabras de Jesús lo movilizan; a lxs discípulxs les deja detenidxs.

¿Quién podrá salvarse? Esta es la pregunta que lxs discípulxs realizan. Y Jesús coloca otra pequeña lista de elementos que tampoco son para cotejar. Dejar casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijxs, o terrenos, no significa desvinculación ni alienación como se ha interpretado durante mucho tiempo, causando heridas graves en la autoestima al alejar a las personas de sus redes de apoyo. Sabemos también que este pasaje ha sido empleado por grupos religiosos para desarraigar a personas y luego manipularlas. Es triste que el evangelio haya sido empleado para destruir.

Este ala es un paralelo de la anterior. Nuevamente la actitud es lo que define nuestro seguimiento. No se trata de las cosas que dejamos, sino del lugar que ocupan. Se ha enseñado muchas veces que debemos colocar a la Divinidad en primer lugar, pero lo que importa es que pase por todas nuestras experiencias. No es la Divinidad en primer lugar, la familia en el segundo o el trabajo en el tercero. Es, más bien, la Divinidad en mi familia, la Divinidad en mi trabajo, la Divinidad en mi experiencia de amor, la Divinidad en mi sexualidad.

La salvación a la que aluden lxs discípulxs no es un acto heroico; no se trata de voluntarismo. La salvación es ofrecida en la gratuidad del encuentro. Esto es lo difícil, porque nuestras decisiones, cuando están atadas a la ambición egoísta, se cierran. En medio de todo esto, debe quedarnos en claro a quienes hemos hecho elección por Jesús que no podemos detenernos en el asombro. Hemos de buscar y fomentar el encuentro.

Parte central del retablo: El encuentro con lxs últimxs

La parte final de esta narración nos lleva al centro del retablo. La respuesta a la pregunta por la salvación no se encuentra de ningún modo en los criterios establecidos por la ambición y el egoísmo, sino más bien en lo que se llama la “inversión mesiánica.”

Es cierto que lxs pobres han sido lxs últimxs de la historia, lxs desplazadxs e invisbilizadxs por diferentes sistemas económicos a través de los siglos. Pero esta pobreza no se vive en abstracto, sino a partir de concreciones que han sido empleadas para aniquilar vidas. Lxs últimxs de la historia han sido las mujeres que deben luchar a diario contra el machismo institucionalizado, las mujeres racializadas que luchan además contra el desprecio y la exotización de sus cuerpos, las poblaciones indígenas que pelean por sus territorios, los pueblos afrodescendientes que no descansan frente al racismo, lxs inmigrantes que buscan hogar, las personas con discapacidad que no son tenidas en cuenta, las personas que viven condiciones crónicas de salud que se enfrentan al estigma, el colectivo LGTBIQ que luchamos por derechos en muchas partes del continente. A lxs pobres de antes se le añaden las muchas personas que “no tenemos derecho a tener derechos,”, como diría Hannah Arendt.

El seguimiento a Jesús es una decisión que atraviesa nuestros cuerpos y nuestras vidas enteras, así como nuestra forma de mirar el mundo y de comprometernos con él. En una de sus cartas al Consejo de Indias, Bartolomé de las Casas recordaba con insistencia que “del más chiquito y del más olvidado tiene Dios la memoria muy reciente y muy viva.” Esperemos que las comunidades cristianas también tengamos memoria y actuemos a favor de lxs últimxs. En esto se expresa la vida plena que la Divinidad nos ofrece.


Notas

  1. El empleo de la “x” en este comentario y en los siguientes es una crítica a nuestra gramática normativa. Sé que muchas personas no les gusta, pero les animo a leerla con el género que mejor les parezca, femenino o masculino. O también entrar en la aventura del plural agenérico que se está construyendo con la “e.”
  2. Empleo la palabra Divinidad en lugar de Dios, que asocio con una mirada masculina. A pesar de que nuestros discursos afirman que “Dios” no tiene género, la representación histórica ha hecho lo contrario.