Vigésimo domingo después de Pentecostés

El texto correspondiente a este domingo vuelve a situarnos en el camino.

October 14, 2012

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Comentario del San Marcos 10:17-31



El texto correspondiente a este domingo vuelve a situarnos en el camino.

La primera parte (vv.17-22) está dominada por la presencia de una persona que se acerca a Jesús y le pregunta qué debe hacer “para heredar la vida eterna” (v.17). Recién al final de esta escena, en el último versículo, nos enteramos que se trata de una persona que “tenía muchas posesiones“. El diálogo con éste termina orientando la conversación, con sus discípulos (vs. 23-31) sobre las posesiones y el seguimiento.

Uno que tenía demasiado
Como sucedió anteriormente, a la salida de Jesús de la casa se le aproxima gente. Esta vez, no es una multitud sino sólo un individuo, no es la mala intención de los fariseos sino la pregunta urgente y angustiada de uno que busca la vida eterna. La forma en cómo se aproxima muestra la urgencia por plantearle la pregunta a Jesús (vino corriendo), su respeto (“se arrodilló”) y su reconocimiento (lo llama “maestro bueno”). La pregunta es directa y concreta “¿Qué haré para heredar la vida eterna?

La primera respuesta de Jesús lo orienta hacia lo básico de la identidad judeocristiana, el decálogo. Es de notar sin embargo, que Jesús desliza un mandamiento “no defraudes” que no aparece entre los diez mandamientos. Éste debe entenderse en relación con Eclesiástico 4:1 y Deuteronomio 24:14 que ordenan no apropiarse del jornal de los trabajadores pobres; ver también Santiago 5:4.

Esta persona responde a Jesús que esto ya lo ha realizado desde su juventud. Entonces Jesús da una segunda respuesta. El evangelista, antes de pasar a las palabras de Jesús, indica que la invitación nace desde el afecto, desde el amor. Jesús lo desafía no a un acto externo, que es lo que la ley puede obligar o juzgar, sino a una decisión profunda, personal, que lo involucre totalmente. Cinco verbos en imperativo (anda, vende, dalo, ven y sígueme) son la respuesta concreta y específica que Dios tiene para la vida de esta persona.

Como Leví, en Mc 2.13-14, este personaje ha recibido la invitación a seguir a Jesús. A diferencia de aquel éste se va desahuciado con la respuesta recibida. Contrasta poderosamente su actitud inicial de acercamiento, urgido en busca de una respuesta a su pregunta angustiante, y la tristeza con la que se retira. El narrador no quiere dejarnos con dudas sobre los motivos de su rechazo; es “porque tenía muchas posesiones“.

El poder que las posesiones tienen sobre esta persona es patente; lejos de ser instrumentos que posibilitan, se trata de cadenas que atan. Ellas gobiernan su vida. Se han adueñado de su ser, de sus decisiones. Ha quedado esclavizado por ellas, lo alejan definitivamente de la vida plena y del proyecto de Jesús.

El diálogo siguiente de Jesús con los discípulos nos ayuda a entender que no se trata sólo de una exigencia particular y específica para esta persona, sino que es una invitación que Jesús extiende a todos y todas.1

Posesiones y seguimiento
Como en las escenas anteriores, ahora Jesús vuelve a estar a solas con sus discípulos para profundizar sobre lo sucedido. Entonces comparte con ellos su conclusión sobre la reacción del rico: “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!” Y a las crudas palabras de Jesús, las acompaña una imagen igualmente contundente, la del camello y el ojo de la aguja.

Los discípulos se escandalizan (v.26). Lo que Jesús acaba de decir contradice de plano la visión que el judaísmo tenía sobre los bienes y riquezas y que seguramente los discípulos comparten ¿No es acaso la riqueza una muestra palpable de la bendición de Dios? ¿Cómo puede entonces entenderse como un impedimento para la vida eterna, para ser parte del reino de Dios?

Jesús entonces reorienta a los discípulos en su perspectiva. El énfasis no está puesto en lo que nosotros y nosotras podemos hacer para ser salvos, como si esto dependiera de nuestras obras y acciones. La salvación es pura gracia, es algo que sólo Dios puede darnos. Y a la gracia de Dios no se accede por acciones externas que marca la ley sino por un acto de fe en su propuesta de vida y salvación.

Jesús quita la ansiedad de sus discípulos, y eso se nota, pues ahora ellos mismos pueden reconocerse como aquellos que han dejado todo y lo han seguido. Ellos mismos son testigos de la salvación que ha Dios ha operado en ellos, han sido salvados por la buena noticia del evangelio.

La exigencia del llamado a dejar todo y seguir a Jesús va acompañada ahora de una promesa que incluye el presente y el porvenir. En el presente una comunidad que suple y garantiza las necesidades; no se trata de una estrategia de inversión como sugiere la “teología de la prosperidad”: “aporta uno y obtendrás 100 veces lo invertido”, sino más bien de una comunidad que se cuida y es solidaria con las necesidades de sus miembros. En el porvenir: la vida eterna.

Entiendo que este llamado debe leerse como un acto de amor (v.21) y liberación y no como una carga. Obviamente que dejar atrás aquello a lo que nos hemos acostumbrado, ya sea riquezas, confort, status social, poder, privilegios, etc. es un movimiento doloroso. Sin embargo, cuando somos salvados por Dios podemos entonces recuperar la libertad y descubrir sus ataduras.

Estas palabras de Jesús son buena nueva para nuestras sociedades que corren detrás de una propuesta de “felicidad” que nos es vendida y que nos aprisiona en una espiral crecientemente angustiante, como la que trae esta persona al acercarse a Jesús. Entonces, el llamado de Jesús a ir, vender, dar, venir y seguirlo es un llamado de salvación, de vida eterna. Esperemos que Dios haga lo imposible por nosotros y nosotras, y nos libere de esas ataduras para poder seguirle y andar en su reino.


1Véase Joachim Gnilka, El Evangelio según San Marcos Vol II (Salamanca: Sígueme, 1993), 101.

Bibliografía específica utilizada
Aparte del libro de Joachim Gnilka mencionado en la nota al pie, fueron utilizados:
MALINA, Bruce. El mundo del Nuevo Testamento. Perspectivas desde la antropología cultural. Estella: Verbo Divino, 1995.
MATEOS, Juan y CAMACHO, Fernando, El Evangelio de Marcos. Análisis lingüístico y comentario exegético Vol. II. Madrid: El Almendro & Fundación Epsilón, 2000.
NAVARRO PUERTO, Mercedes. Marcos. Estella: Verbo Divino, 2006.
WILLIAMSON Jr., Lamar. Marco. Torino: Claudiana, 2004.