Decimocuarto Domingo después de Pentecostés

Palabras de vida eterna

Fufu and eforiro on white plates (Bread of Life series)
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August 25, 2024

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Comentario del San Juan 6:56-69



Esta es una subunidad del discurso de Jesús en la sinagoga de Capernaúm (6:22–71).

Los judíos discuten entre sí, y Jesús les responde. El versículo 56 y los siguientes son parte de esa respuesta. Se ve que ellos habían tomado la metáfora de Jesús “comer mi carne” en forma literal, lo cual demuestra los peligros del literalismo y de no reconocer las formas literarias o del discurso. Porque un discurso también es un texto, solo que oral.

Subunidad vv. 56–59

“El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (v. 56). Y termina repitiendo el lugar en el que se desarrolló el discurso: en la sinagoga de Capernaúm. Encontramos aquí un interesante paralelismo entre Jesús y el Padre, y luego entre el maná y el pan de vida:

A    el Padre envió

B    Jesús vive por el Padre

A’    el que me coma

B’    vivirá por mí

A”    antepasados comieron [del maná]

B”    pero al final murieron

A”’    el que coma [el pan de vida]

B”’    vivirá para siempre

El paralelismo muestra primero la tarea salvífica del Padre y de Jesús, su enviado. Luego, el claro contraste entre los efectos del maná y del pan de vida, que es Jesús. La vida que dio el maná en el desierto fue temporal, puesto que quienes comieron terminaron muriendo de viejos o de otras formas. En cambio, Jesús, el pan de vida, les da la vida eterna.

Las estructuras y los paralelismos son recursos literarios muy usados en toda la cultura semítica en general. En culturas principalmente de transmisión oral, estas formas de estructurar el discurso sirven para ayudar a la memorización y a la transmisión. Por eso son tan frecuentes también en la Biblia.

Subunidad vv. 60–66: Muchos seguidores murmuran y se apartan.

Aquí encontramos una estructura en quiasmo, donde el mensaje del texto está en el centro. Estos quiasmos y estructuras concéntricas son típicas de la literatura semítica, y los encontramos en toda la Biblia. Incluso se ha descubierto que muchos de los libros que componen la Biblia (en griego, “libros,” en plural) están organizados en forma concéntrica. En el centro de esa estructura siempre está el mensaje principal del libro bíblico. Se han encontrado estas estructuras concéntricas totales en libros como Jeremías, Lucas, Santiago y otros.

A    muchos discípulos murmuraban (v. 60a)

B    se niegan a escucharlo (v. 60b)

C    Jesús sabía lo que pensaban (v. 61)

D    se escandalizan (v. 61b – 62)

X    Espíritu da vida / carne no sirve (v. 63a)

X’   las palabras que he dicho son Espíritu y son vida (63b)

D’   algunos no creen (v. 64a)

C’    Jesús sabía desde el principio (v. 64b)

B’    nadie viene a mí, si el Padre no lo concede (v. 65)

A’    muchos discípulos lo dejaron (v. 66)

El centro de esta estructura en quiasmo tiene dos miembros en paralelo (X y X’). Aquí, Jesús les da la clave para interpretar su discurso sobre comer su carne y beber su sangre. No es algo literal, sino una metáfora que contrasta la carne que no salva con el Espíritu que da vida eterna. También les dio otra clave (v. 62) al decirles que verían al Hijo del Hombre ascender a donde estaba antes, es decir, al cielo. Jesús se identificaba una vez más con el Hijo del Hombre, esa figura escatológica, que como judíos debían conocer bien. Pero muchos no lo entendieron y se apartaron, porque su literalismo impidió que comprendieran y aplicaran las claves de interpretación que Jesús les había dado.

Subunidad vv. 67–69: Los 12 apóstoles no abandonan a Jesús

Jesús les pregunta si ellos también se van a marchar, y Pedro le responde con una pregunta retórica: “¿a quién iremos?” Entonces confiesa que ellos han creído y han conocido que Jesús es el Santo de Dios, el Mesías.

Es notable el uso de los dos verbos en paralelo: pistéuo (creer) y ginósko (conocer, saber). Como diciendo que primero creyeron por fe, y después supieron sin ninguna duda que Jesús es el Mesías. Por eso, los doce no se van a marchar.

Confesión cristológica

En el texto que estamos estudiando, Pedro le dice a Jesús: “tú eres el Santo de Dios”1 (v. 69). En el relato sobre Lázaro de este mismo evangelio (11:27), Marta le dice: “tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.” Son exactamente las mismas palabras que se atribuyen a Pedro en Mateo 16:16. ¿Por qué en Juan esa confesión cristológica es puesta en boca de Marta y no de Pedro? ¿Quién fue la primera persona que pronunció esa fórmula de reconocimiento mesiánico … si es que realmente es histórica y no una fórmula teológica? Me pregunto si algún día podremos saberlo.

La 28° edición del Nuevo Testamento Griego de Nestle-Aland agrega en Mateo 16:16 la expresión toû zôntos (del viviente) entre dos marcas de crítica textual que señalan una “lectura alternativa.” Sin embargo, al buscar en el aparato crítico, lo que encontramos es que el único manuscrito que trae esas palabras es el D*, es decir, el Códice Beza del copista original. Cualquier estudiante sabe que el Beza no es un manuscrito confiable, así que optar por una variante exclusiva del D no se justifica. La única explicación es que lo hayan incluido porque tal vez se use en la liturgia de algunas iglesias. De todos modos, esa razón no justifica su inclusión en un texto crítico, como el Nestle-Aland, que no es una compilación litúrgica sino académica.

Aplicación hermenéutica

Da para pensar que muchos de los discípulos de Jesús se hayan apartado de él simplemente porque no entendieron el uso de una metáfora. Solo por tomar en sentido literal lo de “comer mi carne y beber mi sangre.” Y por estar tan enfrascados en ese literalismo, que ni siquiera entendieron las claves que Jesús les dio para decodificar la metáfora. Se quedaron con la letra y se perdieron el encuentro con el Espíritu, a pesar de que Jesús les había dicho con toda claridad que la carne es inútil, y que el Espíritu es el que da vida y vida eterna. No se dieron cuenta de que el “comer y beber” se resumía en CREER. El literalismo es peligroso para la salvación.


Notas

  1. Esta no es la traducción que elige la versión Reina Valera 1995, donde leemos en vez: “tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”