Fourth Sunday of Easter (Year B)

Podemos encontrar diversas estructuras en el evangelio de Juan, que nos ayudan a entenderlo mejor.

"I came that they may have life, and have it abundantly." - John 10:10 (Public domain image; licensed under CC0)

April 22, 2018

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Comentario del San Juan 10:11-18



Podemos encontrar diversas estructuras en el evangelio de Juan, que nos ayudan a entenderlo mejor.

Hay además muchas formas de concebir dichas estructuras. El Comentario Bíblico Latinoamericano del Nuevo Testamento nos ofrece una estructura que encontramos adecuada para dividir este evangelio:

A. Prólogo teológico (1:1-18);

B. Primera Parte: “Libro de los signos” o “Revelación de Jesús al mundo” (1:19-12:50);

C. Segunda Parte: “El libro de la Gloria” (13-20);

D. Apéndice (21).1

En la primera parte, a la que pertenece nuestro texto, se concentra la actividad pública de Jesús, y se intercalan las siete señales (milagros) con los discursos y manifestaciones de Jesús en las fiestas del pueblo judío. Nuestro texto nos presenta la imagen del “buen pastor” (v. 11), y el relato previo sobre el ciego de nacimiento (9:1-41), en que Jesús se presenta a Jesús como “luz” del mundo (9:5) es una clave de lectura importante.

El capítulo 10 de Juan podría delimitarse de la siguiente forma: Primera parte: 10:1-21; y Segunda parte: 10:22-39. Las dos partes están unidas por el tema de las ovejas y separadas por las fiestas que se celebran. En la primera parte, donde está nuestro texto, se celebra la fiesta de los Tabernáculos (Jn 7:2.10), mientras que en la segunda parte se celebra la fiesta de la Dedicación (Jn 10:22).

Comentario

Voy a iniciar mi comentario a partir del primer verso de Juan 10.

Vv. 1-2: La sentencia “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador” (v. 1) es una proposición aseverativa que involucra muchas imágenes, tales como la puerta, el ladrón, el redil de las ovejas, el pastor de las ovejas. Estas imágenes con las que Jesús presenta su parábola son cercanas a la cultura y a la espiritualidad judía.

La imagen de la puerta es central. El pastor es el que entra por ella; el ladrón es que elude la puerta y entra por otro lado. 

Vv. 3-5: El v. 3 nos introduce a la figura del portero. El tema de conocer quién es quién se desarrolla en esta sección. El portero conoce al pastor, y el pastor conoce a las ovejas que son propias.” Las llama por su nombre, y estas reconocen muy bien la voz del pastor (ver 5:25) y le siguen (ver 14:6), pues él va delante de ellas.  

Vv. 6-10: Aquí encontramos la primera explicación/aplicación de la parábola. El narrador nos indica en el v. 6 que su auditorio no entendió la parábola. En el siguiente verso, Jesús les habla otra vez, haciendo uso de la sentencia “De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.” Esta es una de las tantas veces en que el Jesús del evangelio de Juan habla de sí mismo utilizando la fórmula “Yo soy” (ego eimi en el original griego).2 Muchos comentaristas han señalado que es un hecho palpable en Juan que Jesús habla continuamente de sí mismo.

Esta puerta (que es Jesús) es para vida. Nos lo dice el v. 9: “El que por mí entre será salvo; entrará y saldrá, y hallará pastos.” Y la idea se refuerza en el v. 10b: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” 

Esa vida en abundancia estuvo amenazada por ladrones y asaltantes que llegaron antes que Jesús, a quienes las ovejas no escucharon (v. 8). Los ladrones y salteadores sólo llegan para robar, matar y destrozar. 

Vv. 11-18: ¿Tenemos aquí una nueva parábola? ¿O es otra explicación/aplicación de la primera? Si nos inclinamos por la opción de que es una nueva parábola, no se puede negar la estrecha relación con el tema de la puerta. La sección se inicia con la fórmula “Yo soy el buen pastor,” y a continuación se dan a conocer las características del buen pastor o del pastor modelo. No es un tema ajeno en la cultura del antiguo Oriente, donde el rey es comparado con un pastor, y el pueblo con un rebaño. Y por supuesto, la figura del buen pastor también aparece en la tradición profética, en Ezequiel 34 y Jeremías 23. 

El buen pastor es aquel que da su vida por sus ovejas. Lo contrario es el asalariado, a quien no le importan las ovejas, y huye cuando el peligro acecha, pues no son suyas.

En el v. 14 se repite el “Yo soy el buen pastor,” y luego se nos muestra la familiaridad y conocimiento entre Jesús y su Padre, como un paradigma de la relación entre el pastor y sus ovejas. Se reitera que el buen pastor da su vida por las ovejas. “Dar su vida por alguien” es una expresión muy típica del evangelio de Juan.  

En el v. 16 se mencionan las ovejas de otro rebaño. ¿Un solo rebaño y un solo pastor? ¿Una visión universalista de la misión? Nos inclinamos por esta visión de misión y de unidad, pues también en la conocida oración sacerdotal de Juan 17 se pide por la unidad: “Que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17:21). En los vv. 17-18, se señala por tercera vez en nuestro texto que el buen pastor da su vida por sus ovejas. Jesús hace suya la iniciativa de Dios, que es dar vida a la humanidad (Jn 6:39ss). Dar la vida y recobrarla por amor. 

Pistas Hermenéuticas para la Predicación

Afirmación e Identidad. Como hemos dicho anteriormente, es algo característico del cuarto evangelio, expresado con la fórmula “Yo soy.”  A las preguntas ¿quién eres?, ¿quién soy? y ¿quién es?, les corresponde una respuesta como esta. “Yo soy…” es la afirmación de la identidad que habitamos. Las identidades están en constante conformación. Hay mucha discusión hoy día sobre las identidades, en un mundo que clama por respuestas y por transformación. La identidad de Jesús como la puerta y el buen pastor nos da la oportunidad de revisar quiénes somos y quiénes queremos ser, para construir un mundo diferente, una iglesia distinta, y relaciones en equidad que puedan mostrar la vida plena y en abundancia que Jesús anuncia. La afirmación de nuestras identidades nos permite hablar de nosotros/as mismos/as en una sociedad que acostumbra a estereotipar a las personas. Hablar de quiénes somos es un desafío y un riesgo, en un mundo en el que el testimonio de fe y de seguimiento del buen pastor nos recuerda la vocación profética y el mandamiento del amor. 

Conocimiento recíproco. La relación de Jesús con el Padre nos muestra la posibilidad de esa filiación que produce un profundo conocimiento del uno y del otro. Un conocimiento recíproco que nos hace llamar por su nombre a los/as otros/as, y a las situaciones tal como son. Ese conocimiento anima la caminata en conjunto, la confianza, el seguimiento aún hasta la muerte.  No podemos dejar de recordar la actitud de Jesús cuando le informan que su amigo Lázaro ha muerto. Jesús decide ir a verlo, aunque signifique poner en peligro su propia vida (Jn 11:8ss). Y Tomás el Mellizo les dice a los demás discípulos: “Vamos también nosotros, para que muramos con él” (Jn 11:16b).

Uno de los desafíos que enfrentamos cotidianamente es el de conocer a otros y otras, en contextos donde se ha hecho de la otra persona, del/la diferente, el “enemigo,” negando la posibilidad de reconocernos como humanos y humanas en los ojos de los demás. La relación del buen pastor con sus ovejas nos muestra que es posible romper el miedo, porque podemos reconocer a Dios en la humanidad quebrantada, excluida y disminuida.

Vida plena y generosa. Si bien es cierto el tema del buen pastor aparece en otros textos de la Biblia, la característica de que “da su vida por sus ovejas” es propia del cuarto evangelio. La vida abundante que ofrece Jesús está en clara oposición a la muerte. Incluso, desvela las mentiras de aquello que parece generar vida, pero en realidad produce muerte. El anuncio de la vida plena implica la denuncia del pecado de instituciones, sistemas, dirigentes; todo aquello que lleva a la muerte y que trae oscuridad en vez de luz al mundo. El quehacer de Jesús nos enseña que quien se desprende de la vida por amor a los demás realiza un acto generoso y ofrece un don gratuito. Eso siempre implicará tomar decisiones y afrontar las responsabilidades que conlleva. “Yo soy el camino, la verdad y la vida…” (Jn 14:6). Sí, Jesús se hace camino en el cual nos encontramos con quienes practican la verdad y la justicia y promueven la vida plena y abundante.


Notas:

1. Comentario Bíblico Latinoamericano del Nuevo Testamento (Verbo Divino: Navarra, 2003), 590-591.

2. Citas: 4:26; 6:20.35.41.48.51; 8:12.28.58; 10:7.9.11.14; 11:25; 13:19; 14:6; 15:1.5; 18:37… entre otras más.