Primer Domingo de Cuaresma

Discernir por quién me dejo conducir

Testing in the wilderness - sun beating down on rocky outcropping
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March 9, 2025

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Comentario del San Lucas 4:1-13



La perspectiva queer/cuir en teología tuerce el lenguaje—es decir, juega con las palabras, las feminiza, las masculiniza o las vuelve neutras. Esta forma de actuar no proviene de esta práctica teológica, sino de los diferentes activismos LGBTTTIQ+ que han llevado a la fe una actitud transgresora. En la experiencia comunitaria que comparto con hermanas y hermanos en la fe hemos realizado un ejercicio de reflexión, sabiendo que la palabra que se traduce por “espíritu” es femenina en su lengua original. Por ello, hemos buscado al castellanizarla devolverle ese género gramatical que se ha perdido en la historia patriarcal. Al nombrarle en los servicios litúrgicos dominicales no ocupamos la idea masculina del Espíritu Santo, sino, más bien, nos referimos a esta fuerza divina como la Espíritu Santa.

Para muchas personas esta actitud es innecesaria, cacofónica o poco gramatical, pero yo quisiera enfatizar que escribo este comentario al texto bíblico desde ahí: desde cómo nuestras vidas han sido consideradas innecesarias para la construcción del tejido social, desde cómo el solo hecho de nombrarnos incómoda a ciertos oídos que nos prefieren en silencio, desde lo que no puede ser leído porque no quieren tomarse en serio nuestros nombres, nuestras identidades o nuestras necesidades. Por esa razón, feminizaré la palabra espíritu, pero también emplearé su transliteración nombrándola como estoy seguro de que Jesús, nuestro hermano mayor, la nombró, la Ruah [רוּחַ].

Retomo esta idea porque uno de los temas relevantes del tercer evangelio es justamente la presencia de ella, de la Ruah. Desde el inicio del texto, pasando por sus momentos más relevantes y hasta en el libro de los Hechos, no hay cómo no tener en consideración la forma en que es presentada la Ruah: su identidad es relacional, moviliza y se hace presente en los gestos y las palabras de quienes se dejan conducir por ella. El texto para este primer domingo de Cuaresma nos recuerda que Jesús mismo vive esta realidad.

Frente a esta Ruah, que actúa con fuerza, el texto para esta semana nos dice que existe otro espíritu, uno que busca poner trampas, lo que tradicionalmente ha sido llamado poner tentaciones. Se trata de otra voz que también se encuentra tanto en el escenario de Jesús como en el nuestro. El texto bíblico nombra a esta otra voz como diabolos [διαβόλου], que se encuentra relacionada con otra palabra, el satán [שָׂטָן]. El diabolos es el que divide y por eso, en lugar de personificarlo llamándole diablo, puede ser nombrado el calumniador. De modo similar sucede con el satán, a quien se le ha dado realidad ontológica, haciéndolo una persona en concreto, pero se olvida que simplemente se trata del adversario, de quien se opone a lo bueno.

El texto coloca a Jesús frente a dos espíritus, frente a dos decisiones, frente a dos maneras de afrontar su vocación, su ministerio, su propia vida: O se deja conducir por la Espíritu Santa o por el Calumniador. Ciertamente, de modo histórico se ha hablado de las tentaciones de Jesús colocando al Calumniador como protagonista, pero la realidad es que es la Espíritu Santa quien infunde en Jesús la fuerza para actuar. Insisto nuevamente en esta idea: todo el tercer evangelio será un dejar conducirse por ella. Leer de manera fragmentaria nos ayuda a enfocarnos en ideas muy precisas, tal y como el leccionario nos lo ofrece, pero necesitamos tener una visión panorámica: Jesús es reconocido como lleno de la Espíritu Santa antes de nacer (1:15); se dice que tendrá la Ruah de Elías (1:17); recuerda que la Espíritu Santa vendrá sobre Miriam/María (1:35) y que Elizabeth o Isabel se encuentra también llena de la Ruah (1:41). Estos son solo algunos ejemplos del inicio del evangelio de Lucas, que marcarán una pauta hermenéutica.

Regresando al punto anterior, el de las tentaciones, quizá considerar a Jesús como alguien que debe decidir nos puede ayudar a tomar más en serio nuestro propio seguimiento. No se trata de una voluntad divina superior que quiere vernos caer en trampas, sino más bien tomar en serio nuestra propia voluntad para discernir a quién queremos escuchar, a la Espíritu Santa o a un calumniador. Desde esta lectura, Jesús no es puesto a prueba por nadie, sino que podemos apreciar cómo alguien quiere verlo caer. No es una inocente criatura que se deja llevar al desierto; es un hombre de decisiones.

Lindos comentarios bíblicos han sido escritos ya sobre el poder, las necesidades básicas o la fama, pero en lugar de pensarlas como tentaciones, invitaría a poner la fuerza de nuestra interpretación en cómo estas posibilidades son una mentira cuando se trata del seguimiento a Jesús o son realmente contrarias a la experiencia propuesta por el maestro. De manera más tajante podría decir que no hay seguimiento a Jesús con ínfulas de poder, no hay seguimiento a Jesús si se juega con necesidades básicas, no hay seguimiento a Jesús si la fama es lo buscado.

La palabra discernimiento no se encuentra en el pasaje bíblico sobre el que estamos reflexionando. La introduzco porque en un mundo como el nuestro, cuando nos azotan vientos fascistas que emplean lo religioso para validarse, cuando los derechos de muchas personas se encuentran vulnerados, cuando el miedo a perder lo construido es patente, se convierte en más que necesario que quienes nos hemos comprometido con el proyecto de Jesús escuchemos a la Espíritu Santa, la que nos puede conducir hacia el destino mismo del maestro, la búsqueda de la vida plena y digna, una real buena noticia.