Comentario del San Juan 14:8-17 [25-27]
Introducción
Juan 14 presenta a Jesús en tres diálogos con tres discípulos, Tomás, Felipe y Judas (no el Iscariote). El texto seleccionado para este domingo de Pentecostés incluye el diálogo con Felipe afirmando la fe en Cristo, la obediencia y obras de los discípulos, y la promesa del Espíritu Santo.
Ver y creer – Creer sin ver
vv. 8–9: “Felipe le dijo: —Señor, muéstranos el Padre y nos basta. Jesús le dijo: —¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: ‘Muéstranos el Padre’?”
Felipe representa a quienes creen en un mesías de acuerdo con las Escrituras judías (Jn 1:43–46), pero no entienden el poder del amor de Dios que satisface a los hambrientos (Jn 6:5–7). Felipe pide una teofanía que les sea suficiente (arkei en el original griego) a los discípulos (v. 8). El Antiguo Testamento presenta teofanías (De Tuya) con Moisés en el desierto (Ex 3:4–6) e Isaías en el templo (Is 6:1–7), entre otras. Pero ver a Dios no es posible porque “a Dios nadie lo ha visto jamás” (Jn 1:18a) y no hay quien pueda ver a Dios y vivir (Ex 33:20).
Felipe y los apóstoles tuvieron la oportunidad de ver y creer en Jesús, siendo testigos directos de su obra. Esto llegó a ser un factor distintivo de un apóstol. Quienes creerían por la palabra de ellos tendrían que creer sin ver a Cristo. Jesús replica a Felipe con un reclamo, un reproche, porque Felipe y los demás discípulos habían estado con él por tres años, escuchando sus enseñanzas y viendo sus señales (milagros). Pero todo eso no era suficiente para Felipe.
vv. 10–11: “¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.”
Jesús desafía a Felipe porque no cree que Dios pueda estar en Jesús. Su réplica en plural indica que Jesús les responde a todos sus discípulos, enseñando que el Padre está (éstin) en él, que sus palabras (ta rémata) son las palabras del Padre y que sus obras (ta érga) son las obras del Padre. Es decir, que hay unidad entre el Padre y el Hijo.
Las obras de Jesús, las señales (milagros) que él hacía (Jn 5:36), eran muestra irrefutable de la unión del Padre y el Hijo (Jn 10:37–38). Eran hechas por voluntad del Padre y para mostrar el poder de su amor y gracia para con la humanidad.
Las obras y la voluntad de Dios
v. 12: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”
¿A qué se refiere Jesús cuando dice que en su ausencia los discípulos harán obras mayores que las suyas? San Agustín dijo que se refiere a la predicación del evangelio a todas las naciones. “Con la predicación de los discípulos creyeron no unos pocos, como eran ellos, sino pueblos enteros. Y estas son, sin dudas, obras mayores” (citado por De Tuya, 1232). Esas obras mayores no serían producto de un poder superior al de Jesús, sino el producto del poder del Espíritu Santo que les sería dado para realizar la evangelización universal (Hch 1:8).
vv. 13–14: “Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pedís en mi nombre, yo lo haré.”
Pedir a Dios por su nombre y que obre por su nombre es parte de la tradición judía donde el nombre está unido a la persona. En Sal 23:3; 25:11; 54:1; 79:9 y Ez 20:44; 39:25 se menciona que Dios obrará por su nombre,” por la gloria de su nombre, “por amor de su nombre,” por su santo nombre. Pedir al Padre en nombre de Cristo (Jn 16:23–24) es afirmar: a) su unidad eterna (Jn 17:5.24); b) que ellos son uno (Jn 10:30); c) que el Padre es glorificado en el Hijo; d) su autoridad del Hijo (Hch 3:6; e) nuestra dependencia de Cristo (Jn 15:7); y f) que estamos en el mundo en su nombre (Jn 15:16).
“Todo” lo que pidan es una hipérbole. Dios responde a las oraciones por amor a su nombre y no a “todo” lo que pidamos por placer. Si pedimos mal, para deleites propios, no lo recibiremos (Stg 4:3). Pedimos que se haga su voluntad como Jesús enseñó en el Padrenuestro (Mt 6:10). Así el Padre es glorificado en el Hijo y en los discípulos.
La obediencia se manifiesta en el amor a los demás
v. 15: “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”
“Amar a Jesucristo” es un valor cristiano. No es solo sentimiento o emoción, sino un compromiso ético derivado de la obediencia a sus mandamientos (entolás; v. 21). La obediencia a Jesús tiene su correlato en el amor a los demás (Jn 13:34–35) y se manifiesta en el respeto, el empoderamiento, la solidaridad, el servicio y la libertad. Quien no hace nada de lo último no ama a Jesucristo ni sigue sus mandamientos.
La obediencia a Jesús no es legalismo cristiano sino resultado del amor de Dios derramado en nuestros corazones por el don del Espíritu Santo (Ro 5:5). Así que, “por la identificación con él, los mandamientos pierden todo carácter de imposición; son la exigencia del amor. Cumplirlos significa ser como él, y a esto lleva espontáneamente la fuerza interior del Espíritu. No se trata de la obediencia de los discípulos a normas externas, sino de la expansión exterior de su sintonía con Jesús” (Mateos y Barreto, 639).
La promesa del Espíritu Santo
vv. 16–17: “Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros y estará en vosotros.”
El parákleto (una persona llamada para estar al lado de otra) será dado por el Padre (Jn 14:26) a pedido de Jesús para estar con los discípulos para siempre. (Ver mi comentario del 25 de mayo sobre el tema.) Este es enviado también por el Hijo (Jn 16:7). Es llamado también “Espíritu de verdad” (v. 17) y “Espíritu Santo” (Jn 14:26) y es la promesa de Dios a los creyentes.
La promesa a las personas creyentes es que el Espíritu Santo estará con ellas para siempre. El Espíritu Santo: a) les enseñará (didáxei) a hablar creativamente en nuevas situaciones (Lc 12:11–12); b) les recordará (úpomnesei) las enseñanzas de Cristo dadas antes de su muerte y después de su resurrección (Jn 14:26); c) les guiará (ódegései) a toda la verdad de manera innovadora (Jn 16:13); d) glorificará (doxásei) a Cristo (Jn 16:14); y e) les dará el poder (dynamin) para realizar la gran comisión (Hch 1:8).
El mundo es la realidad que rechaza a Cristo. Es un “orden injusto,” un sistema de “mentira institucionalizada” y muerte (Mateos y Barreto, 640). Allí impera la muerte, la injusticia y la mentira (Jn 8:42–47). La humanidad en el mundo hace lo malo, prefiere las tinieblas a la luz de Cristo (Jn 3:19) y rechaza al Espíritu Santo que defiende la vida, la justicia y la verdad. Pero el Espíritu Santo convencerá al mundo de pecado (porque rechazó a Jesús), de justicia (porque la glorificación de Jesús por el Padre es vindicación de su vida y obra), y de juicio (porque el príncipe de este mundo que condenó a Jesús como culpable siendo inocente ya ha sido juzgado) (Jn 16:8–11).
La promesa del Espíritu Santo se cumplió en Pentecostés cuando fue derramado sobre los creyentes reunidos entre quienes estaban los apóstoles y muchos hombres y mujeres que eran discípulos y discípulas de Jesús. Eran como 120 (Hch 1:13–15). La primera señal del cumplimiento de la promesa fue la predicación del evangelio a gente con distintos idiomas. La promesa del Espíritu Santo que fue dirigida a sus discípulos, por extensión es también para la iglesia universal de todos los tiempos y lugares.
Referencias
Aland, Kurt, et al. The Greek New Testament. Nördlingen: United Bible Societies, 2001.
De Tuya, Manuel. Biblia Comentada. Texto de la Nacar-Colunga. Tomo II. Evangelios. Madrid: BAC, 196, 1230–1236.
Mateos, Juan y Barreto, Juan. El Evangelio de Juan. Análisis lingüístico y comentario exegético. Madrid: Cristiandad, 1982, 632–640.
Moloney, Francis J. El Evangelio de Juan. Estella: Editorial Verbo Divino, 2005, 380–396.
Tamez, Elsa y Trujillo, Isela. El Nuevo Testamento griego palabra por palabra. Brasil: SociedadesBíblicas Unidas, 2012.
June 8, 2025