Comentario del San Lucas 2:[1-7] 8-20

En la celebración de cada Navidad nos encontramos con este cuadro narrativo del nacimiento de Jesús en condiciones de migración, pobreza y cumplimiento de la promesa de Dios para con su pueblo. Un salvador interviene en la historia para salvar y liberar de la opresión e injusticia por el sistema político de subyugación al imperio romano y por el sistema religioso en manos de las autoridades del templo, que oprimían al pueblo con impuestos y legalismos de pureza.

Esta es la coyuntura histórica del pueblo de Dios que había desarrollado de a poco la esperanza en un Mesías que les liberaría de estos sistemas de injusticia en que vivían. Esa esperanza mesiánica les hacía resistir su presente de sufrimiento. Dios no podía olvidarse de su promesa.

San Lucas, en su relato del nacimiento de Jesús, cita el censo de Cirenio con un desfase temporal de aproximadamente 3 a 6 años, pero los evangelios o textos bíblicos no son escritos históricos sino teológicos. Lo importante es que el censo ordenado por el emperador de Roma enmarca al nacimiento del Salvador dentro de este evento histórico, aunque no corresponda cronológicamente. Es indiscutible, además, que un censo significaba mayores ingresos en impuestos para el imperio y más pobreza para el pueblo sencillo. El evangelista sigue un patrón de relato común en esa época cuando se habla de un personaje importante (Aguirre, 245).

La forma de corroborar este gran acontecimiento es mediante la teofanía de Dios, pues un ángel anuncia a unos humildes pastores, quienes estaban cuidando sus ovejas en medio de la noche, la buena noticia -evangelio- de que les había nacido un Salvador. Es imaginable el miedo que les provocó. En el relato se describe que al comienzo sólo había un ángel de Dios (v. 9) y que de pronto fueron muchos más los ángeles (v. 13) que alababan a Dios por este acontecimiento histórico. El cántico de alabanza de los ángeles pone en forma de canción que el anuncio era tan magnífico que el universo entero debía celebrar.

Los pastores pasan del miedo en el anuncio al gozo cuando son testigos de los hechos. Es así como San Lucas quiere narrar el nacimiento de Jesús, porque según él, Dios estaba cumpliendo la promesa a su pueblo y de una manera insospechada; en condiciones humildes (en un pesebre), mostrándose a personas que no tenían la capacidad de comunicarlo adecuadamente (pastores), a través de personas “sin honor” (José y María) según los criterios del contexto cultural. Es así como Dios elige cumplir con su promesa al pueblo que tenía la esperanza de un Mesías Salvador

Un verbo del original griego por demás importante para este relato es ginomai, que se puede traducir como hacer, acontecer, suceder, cumplirse o llegar a ser. Es relevante para nuestro análisis porque sólo en los 2 primeros capítulos de este evangelio se usa 8 veces (Mora y Levoratti, 2003, 482). En nuestro texto aparece en el v. 1 (“aconteció”), el v. 2 (“se hizo”), el v. 6 (“aconteció”), el v. 13 (“apareció”) y el v.15 (“sucedió” y “que ha sucedido”). Lo que quiere decir San Lucas es que no se trata de un acontecimiento cualquiera que toma forma concreta en la historia. Es el cumplimiento de la promesa de Dios que sucede en el aquí y ahora. Por eso es un tiempo de Dios, un kairós o plenitud de los tiempos.

El relato sirve para mostrar la secuencia promesa-cumplimiento. El pueblo esperaba su Mesías y Dios estaba cumpliendo su promesa, no de la forma en que el pueblo lo esperaba, quizá con muchos más honores. Esa promesa es el vínculo entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Dios siempre está interviniendo en la historia de la salvación y liberación. San Lucas narra el nacimiento de Jesús como cumplimiento de la promesa de Dios, pues “aconteció que…” nos nació un Salvador.

Hoy en día la gente se esfuerza demasiado en armar sus pesebres de la manera más completa posible. El pesebre se fue complejizando con árboles, luces y otros relatos de Papá Noel, lo cual muchas veces nos encandila con otros sentidos y nos hace olvidar que lo importante de la escena es el nacimiento de nuestro Salvador, como cumplimiento de la promesa y del amor de Dios. Es decir, la escena del pesebre tiene un contexto que nos brinda el sentido para la celebración de la Navidad. De otra forma corremos el riesgo de banalizar la celebración y sólo cumplir lo que el mercado nos ordena, celebrar comprando.

El relato de San Lucas 2:8-20 nos ayuda a recordar el “acuerpamiento” de la promesa de Dios, la encarnación de su amor en Jesús. Sólo a partir de su vida humana, su mensaje, su muerte y su resurrección, podemos formar parte de los planes de Dios, un reinado de Dios abierto a todos y todas, sin ninguna categoría de discriminación. De ahí la importancia de volver al sentido mismo de la Navidad, reflexionando desde dónde y cómo la vivimos hoy en día. Desde qué privilegios y qué opresiones nos enfrentamos a este acontecimiento que Dios prepara para el mundo que habitamos. Lo cual implica también una tarea, que todos y todas trabajemos por la ansiada paz que cantaban los ángeles para todas las personas, esa paz que brota cuando gozamos de la justicia.

Oremos y demos gracias a Dios para que en esta Navidad podamos sentir y “corazonar” el cumplimiento de la promesa de Dios en nuestras vidas y reencontrarnos con Jesús que libera en nuestro aquí y ahora, encarnado en los miles de rostros migrantes, pobres y con desempleo, mujeres violentadas, niñez trabajadora y gente desplazada. Debemos contribuir en algo al bienestar de nuestros hermanos y hermanas que viven a nuestro alrededor, desde nuestros carismas, desde lo que somos y tenemos hoy.

Que el Dios de la vida nos dé la valentía de hacernos cargo de los pesebres vivientes, porque “sucedió que…” Dios cumple su promesa e irrumpe en nuestra historia con su encarnación. Preparemos nuestra vida para que habite entre su pueblo. ¡Amén!

Bibliografía

• Aguirre, Rafael. ed. 2010. Así empezó el cristianismo. España: EVD, 2010.
• Mora Paz, César y Levoratti, Armando J. “Evangelio según san Lucas.” En Comentario bíblico latinoamericano. Nuevo Testamento. Dirección A. Levoratti y colaboración de E. Tamez y P. Richard. España: EVD, 2003.