Comentario del San Lucas 2:[1-7] 8-20
¡Qué pronto llegó la Navidad! Después de semanas de preparación y oración, ya iluminamos la última vela de la corona de adviento y en un abrir y cerrar de ojos se va el día.
Mis padres son de Guatemala y emigraron a Estados Unidos hace más de 40 años. Todos/as sus hijos/as nacimos en Chicago. Recuerdo que durante el mes de diciembre se me hacía interminable la espera de ese día tan especial que de niña para mí significaba abrir regalos. La espera de la navidad estaba llena de varias actividades y tradiciones de Guatemala, Latino América y de Estados Unidos. Íbamos a las posadas en la iglesia, y participábamos en las representaciones de la Navidad de la escuela y de las parrandas puertorriqueñas del barrio. Íbamos de compras y adornábamos la casa con Papá Noel y los venados. También ayudábamos a acomodar grandes figuras del nacimiento y del pesebre debajo del árbol y nos reuníamos en familia a preparar unos ricos tamales guatemaltecos.
Esta temporada estaba llena de cantos alegres e himnos en inglés y español que aumentaban las emociones, como la conocida canción de “Feliz Navidad” de Jose Feliciano con su corito en inglés I want to wish you a Merry Christmas, el Rudolph The Red Nose Reindeer, el Tuqui Tuqui Tuqui del burrito sabanero o el corito de las parrandas puertorriqueñas “Alegre vengo de la montaña, de mi cabaña que alegre está.” También estaban los himnos de la iglesia que nos contaban la historia que hoy leemos en la lectura, la canción de las posadas “En nombre del cielo os pido posada,” o el “Alegría, alegría, alegría, alegría, alegría y placer, que la Virgen, va de paso con su esposo hacia Belén.” Estos himnos pintan un cuento lindo y una versión sana de lo que fue ese largo duro viaje por el desierto de una adolescente embarazada. María se encontraba en una situación muy precaria con su prometido de origen y profesión humildes.
Dios escogió a esta pareja de los márgenes. No escogió a personas de la realeza o adineradas. María era una joven de familia humilde que era virgen y sin estar casada estaba encinta. En ese tiempo, las circunstancias de estas futuras madres eran mal vistas. María podía sufrir consecuencias graves. José era un carpintero que había migrado a Nazaret. José temía por la vida de la joven y aceptó casarse con ella. La pareja viajó en burro y cuando llegan a su destino, la ciudad de Belén, no encuentran dónde hospedarse y el bebe nace en un pesebre. El hijo de Dios, el salvador del mundo nace rodeado de animales. Dios pone a su hijo en el medio de la pobreza, en medio del ambiente más sencillo y pobre que pudiera experimentar cualquier ciudadano de aquella ciudad.
Veo la migración de María y José reflejada en las noticias, por ejemplo, en el reportaje sobre los cientos de inmigrantes que están llegando cada día a Yuma, Arizona, pueblo que existe en la frontera de Estados Unidos y México. El reportaje cuenta cómo inmigrantes de Venezuela, México y otros países de África y el Caribe están buscando ayuda en el muro fronterizo. Entre ellos hay una mujer haitiana con 8 meses de embarazo acompañada por su esposo. Llevaban una semana en el muro fronterizo en espera de poder aplicar para asilo político. La joven mamá llevaba días enferma y tuvo que ser llevada al hospital.
No pude dejar de pensar en lo dura que habrá sido su travesía a la frontera, no pude dejar de pensar en la similitud entre la historia de la mujer haitiana y María. En medio de la alegría de la Navidad la vida continúa con todos sus problemas. La Navidad no es alegría para todos/as. Pero el amor de Dios sí es para todos/as y está disponible todos los días. Tanto amó Dios al mundo que mandó a su hijo para que naciera en carne y hueso. Mandó que naciera en medio de la pobreza y la incertidumbre. Mandó a su hijo al mundo sabiendo que iba a sufrir y morir por nosotros/as.
El texto de hoy es un mensaje de amor y esperanza para todos/as. El hijo de Dios vino al mundo sin fiestas y lujos y vivió su vida con quienes se encontraban en el margen. El amor de Dios es para la mujer haitiana y todos/as los/as inmigrantes que se encuentran en las fronteras. Este amor nos libera y nos insta a compartir este mensaje de esperanza en donde sea que nos encontremos. Si la familia sagrada que había sido escogida por Dios pasó por tantas dificultades y no fue abandonada por Dios, eso quiere decir que también nosotros/as podemos estar seguros de que Dios estará con nosotros/as hasta el final de nuestros días.
Por lo tanto, les dejo con una última canción navideña, del gran compositor Tony Croatto. Una canción que no pinta todo de color rosa y que nos llama reflexionar sobre el mensaje de Dios que es para todos/as:
“Allá en la puerta un niño se llama Jesús con calzones rotos, descalzo y pelú. Viene con maracas en la Navidad, pide su aguinaldo a la humanidad.”
December 25, 2021