Comentario del San Juan 2:13-22
Lo más interesante de este pasaje es que ocurre al principio del Evangelio Según San Juan en vez de hacia el final como en Los Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas).
No hay duda que Juan tiene un interés teológico en ponerlo en este lugar de su narración, mientras que históricamente a lo mejor paso al final del ministerio de Jesús. Quizás aun fue causa directa de su arresto y juicio frente las lideres judíos de Jerusalén y Pilato, el gobernante Romano de Judea. Es difícil comprender como los líderes religiosos y políticos permitirán a Jesús proseguir con su ministerio si esto ocurrió al principio dado la gravedad de la acción.
Para Juan, la “purificación” del templo, junto al primer milagro de la conversión de agua a vino en la boda de Cana (Juan 2:1-11), preparan el ambiente para el ministerio de Jesús en dos formas particulares. El milagro de la boda demuestra la gracia y abundante vida que el ministerio de Jesús traerá. Sin embargo, esta confrontación en el templo de Jerusalén predice las dificultades y oposición que inaugurar tal nueva vida también traerá.1 Juan se refiere a tres visitas de Jesús desde Galilea a Jerusalén (vea 5:1 y 7:10). Todas son para fiestas religiosas; esta específicamente “la Pascua de los Judíos” (2:13). A través de Juan, la designación “Judíos” (Gr. Ioudaiōn) significa los lideres Judíos, tanto religioso como político, que tienen como su centro de poder la ciudad de Jerusalén, incluso el templo, y que mantienen un relación estrecha con el poder imperio de los romanos. Muchos de ellos se ven en oposición al ministerio de Jesús como una amenaza a causa de su demonstración de poder espiritual y renovador para el pueblo judío. El templo viene ser un lugar de confrontación, demostrado aquí por esta “limpieza” simbólica que hace Jesús al principio de su ministerio.
Jesús “sube” a Jerusalén por que aunque es al sur de Galilea, es un terreno alto. En el templo durante la fiesta de la Pascua encontró la venta de animales costosos (bueyes) y menos costosos (ovejas y palomas), todos para uso en los sacrificios requeridos por peregrinos judíos durante esta fiesta principal del calendario religioso de todo los judíos sean de Palestina o de la Diáspora. Los que vienen de lejos no pueden traer sus propios animales. Por ende, la venta de animales en las cortes a las afueras del templo (hierōn) era necesario. Además, había “cambistas” que intercambiaban, por un porcentaje, moneda Romana o de alguna otra nación, con sus imágenes de personajes, las cuales no eran aceptables en el templo sagrado de Dios, por monedas que solo tenían el costo de la ficha.
Todo esto era lo “normal” en la celebración de la Pascua en Jerusalén cada año. ¿Por qué Jesús reacciona de esta manera aquí en Juan 2:15-16? En si, hay que distinguir entre la versión de Juan y la de los Evangelios Sinópticos. En estos, desde inmediato, Jesús empieza a limpiar del templo todo lo económico — la venta y compra de todo (sin mencionar animales excepto las palomas) y derrumbar las mesas de los cambistas de monedas, alegando que “su casa” era “casa de oración” y no “cueva de ladrones” (Marcos 11:15-17; Mateo 21:12-13; Lucas 19:45-46, aunque este no menciona el volcán con las mesas). En los Sinópticos el enfoque parece ser injusticia económica representada por el comercio, la venta de todas clases y cambio de monedas para el pago de impuestos, tanto al templo como al poder imperador Romano. Viene a ser la razón directa en los Sinópticos por el arresto y subsiguiente juicio y ejecución de Jesús. Juan enfoque en otros aspectos de esta visita de Jesús al templo, los cuales concuerdan con su mensaje principal en este su Evangelio.
Primero, solo en Juan, Jesús, demostrando su ira con lo que ve en el templo, hace un látigo de las cuerdas que controlan los animales y los empuja hacia fuera del lugar en las cortes del templo donde se encuentran. Como hace esto solo y donde se van los animales no está claro ni le importa tales detalles a nuestro autor. La cuestión es que Jesús limpia al templo y sus recintos de este escándalo a la dignidad del templo de Dios. No solo derrumba las mesas, como explica los Sinópticos, pero también, específicamente, “desparramó las monedas de los cambistas” (2:15b), y de esa manera Juan añade a la “violencia” del momento. A los vendedores de palomas, que son los únicos animales mencionados en Marco y Mateo (Lucas menciona ningunos), el Jesús de Juan les pide específicamente, “Quitad esto de aquí, y no convirtáis la casa de mi Padre en casa de mercado.” Esta referencia quizás es una alusión a Zacarías 14:21: “En aquel día no habrá más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos.” Por ende, para Juan, Jesús demuestra con esta acción de purificación el comienzo de un nuevo día, en si, los últimos días, al retar las sistemas antiguas de adoración. En realidad, estos sistemas ya no existen para los lectores del Evangelio de Juan, ya que el templo fue destruido en la guerra con los romanos en el año 70 D.C. De ante mano, enseña Juan, Jesús había predicho un nuevo “templo” y un nuevo “sistema” de adoración. Juan demuestra esto con su enfoque en los versículos que prosiguen.
Primero, los discípulos recuerdan las palabras del Salmista (Salmo 69:9) cuando ven esta acción de Jesús, “El celo de tu casa me consumirá” (Juan 2:17). Para ellos, esto es algo que terminará en la muerte de Jesús. Luego, los enemigos de Jesús, quienes, como lectores, sabemos llevarán acabo esta muerte, preguntan que autoridad tiene Jesús para hacer esta “limpieza” del templo (2:18). Ellos piden una “señal”; el milagro de la boda (designado como el “principio de señales” en Juan 2:11) no es suficiente.
En Los Evangelios Sinópticos, este reto del liderazgo judaico no viene hasta terminar la historia de una higuera que Jesús maldice y se seca (Marcos 11:20-26; Mateo 21:20-22). Además, Jesús responde al reto hablando de la autoridad del ministerio de Juan el Bautista (Marcos 11:27-33; Mateo 21:23-27). En Juan el Evangelio, el reto sobre la autoridad de Jesús de parte de su oposición ocurre inmediatamente después de la limpieza del templo (Juan 2:18-21). Sin embargo, la repuesta que Jesús ofrece viene en forma de una analogía, aunque su interrogadores no se dan cuenta: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré” (22:19). Esto es una referencia a su muerte y resurrección, la cual los otros evangelios ponen como palabras de otros en testimonio contra Jesús durante su juicio (vea Marcos 14:57-58; Mateo 26:59-61, entre otros). Tal como estos falsos testigos mal usan estas palabras, los interrogadores de Jesús aquí en Juan malentienden la referencia, algo que ocurre unas cuantas veces en Juan (vea, por ejemplo, 3:4, 4:15 y 13:9). Para ellos Jesús esta prediciendo que va a destruir el templo físicamente y reedificarlo en tres, cortos días. Por ende, indican la realidad histórica que el templo se está edificando desde el tiempo de Herodes el Grande (quien comenzó el Segundo Templo como para el año 20 A.C.) y todavía no se había terminado algunos “cuarenta y seis años” después (2:20), haciendo la fecha de estos días de Jesús como por el año 26 D.C., que concuerda históricamente con el comienzo del tiempo de Pilato como gobernador Romano en Judea.
Sin embargo, fechas y datos históricos no es lo que concierne a Jesús, ni al Evangelista Juan, en este pasaje. Juan clarifica la referencia sobre el templo para sus lectores: “Pero él hablaba del templo (Gr. naos) de su cuerpo” (2:22). Note como el vocablo “templo” cambia en significado desde de las áreas mas públicas del templo (hierōn, vs. 14, 15) a las áreas mas interiores, o sea, el “santuario” (naos, vs. 19, 20 y 21). En Juan, Jesús remplace el templo como lugar de enfoque divino y adoración para los que creen en él.
Sin embargo esto no se hace claro, incluso a sus seguidores, “los discípulos,” hasta después del hecho de muerte y resurrección. Esto Juan lo confirma al culminar el pasaje: “cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto” (2:22). Las palabras de Jesús aquí y a través de este Evangelio se convierten en palabra de fe y, en si, “Escritura,” palabra con autoridad, cuando se ven a la luz de la resurrección.
Pautas Homiléticas
Este pasaje no es fácil para predicar, pero he aquí algunas ideas para considerar:
1. La explotación de un pueblo
La venta de animales en el templo podría ser momento de explotar a los pobres que vienen de lejos para ejercer su devoción a Dios a través de sacrificios. Sin recurso a otros medios de compra, precios podrían ser exorbites, simplemente para cumplir con devoción espiritual. Como escribe Justo González, “Jesús sabe celebrar la vida [en las boda de Cana]; pero también sabe oponerse abierta y fuertemente a quienes usan mal de la religión.”2 Por ende, el pasaje representa una oportunidad de retar hacia la justicia en el uso de nuestra fe y nuestro dinero.
2. Esperanza en un Cristo Resucitado
Todo cambia desde la perspectiva de la tumba vacía. Nuestra visión de la Escritura y de las palabras de Jesús de Nazaret cambian cuando sabemos que Dios lo levantó de la muerte para nueva vida. Jesús enseño el camino de nueva vida a sus seguidores y sigue invitándonos hacia una nueva vida hoy día, aunque nos cueste conflicto con oposición al cambio del estatus quo.
1 Vea Gail R. O’Day, “The Gospel of John” en The New Interpreter’s Bible, Vol. IX
2Justo L. Gonzalez, Tres Meses en La Escuela de Juan (Nashville: Abingdon, 1998), 21.
March 11, 2012