La Santísima Trinidad

El Espíritu Santo Guía a la Iglesia (Juan 16:12-15)

May 30, 2010

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Comentario del San Juan 16:12-15



El Espíritu Santo Guía a la Iglesia (Juan 16:12-15)

La lección evangélica para este domingo incluye la quinta y última referencia al Paracleto en el Discurso de Despedida (14-17). En la lección del Domingo de Pentecostés el rol del Paracleto como consolador es enfatizado; Juan 16.4b-15 toma como punto de referencia el rol del Paracleto como el continuo instructor de los discípulos a través de la vida de la Iglesia. El Señor Jesús está físicamente distanciado de su Iglesia pues ha regresado al Padre. No obstante, está presente en la comunidad de fe a través de su Espíritu Santo. 

Antes de someternos a una breve exégesis de nuestra lección es necesario unas palabras de advertencias relativas a la predicación basada en el año litúrgico. Al enfrentarse ante la falta de conocimiento doctrinal en la Iglesia Cristiana del siglo 21, es fácil hacer el domingo de Santísima Trinidad el día apropiado para realizar un discurso sobre lo que es la Trinidad ya que 16:12-15 es notable en las controversias trinitarias de antaño. La Trinidad es un concepto teológico que, aunque afirmamos como absolutamente esencial en la fidedigna presentación de Dios, es al mismo tiempo demasiado compleja para “explicar” a  través de un sermón. El pasaje bíblico expone la acción del Trino Dios (Padre, Hijo, Espíritu Santo) entre Su pueblo y no ofrece una explicación ontológica de Dios. Esto es, la intención del pasaje no es una exposición exhaustiva de la naturaleza de Dios. Más bien el pasaje instruye a los discípulos como es que en las dificultades futuras la doctrina de la Santísima Trinidad les proveerá apoyo, revelación y consolación. Acuérdese estimado lector que la predicación es una proclamación que debe ser entendida y captada por  todos aquellos que se congregan para adorar al Dios Trino. Además, la predicación es una proclamación de lo que Dios hace por nosotros y la respuesta a esa gracia de parte de cada uno de nosotros. Un discurso de la naturaleza de la Trinidad pertenece a las aulas de estudios en las cuales los alumnos pueden indagar a través de sus preguntas y comentarios. En la proclamación enfatizamos el efecto de esta doctrina en la vida discipular y esa es la idea central de la lección ante nosotros. 

La enseñanza sobre el Paracleto domina esta sección del Discurso de Despedida (16:7-15). El contexto inmediato de la lección es 16:4b-15.  Estudiemos en breve los vv 4b-11. 

La Partida de Jesús (4-6)

Jesús informa a sus seguidores de las dificultades y persecuciones que les esperan para que después, cuando acontecieran se acordaran de las palabras del Maestro (4a). Los discípulos han de esperar dificultades tales como el odio, el rechazo e incluso la muerte. Por tanto, la partida de Jesús genera tristeza en ellos.  Mas esta tristeza es por su ignorancia, pues no reconocen la ventaja de su despedida. La hora de su partida claramente se refiere a su muerte en la cruz y aparenta ser una derrota. Empero, es la hora de la exaltación del Hijo en gloria (12:23, 32-33; 13:1). La hora de sus enemigos (16:4ª) parece que será el momento de su victoria, pero es en realidad el momento de su derrota (Barrett, Gospel of John 485). Los discípulos siguen sin comprender la muerte inminente del Maestro; para ellos es el fin de todo. No demandan explicaciones, sino se llenan de tristeza al pensar en la separación. El mundo es un enemigo formidable y sin Jesús se sienten indefensos. Los discípulos no preguntan a dónde va Jesús (5) porque no pueden ir más allá de la identificación de la partida con la muerte física. Por eso la tristeza ha tomado posesión de sus corazones. 

El papel del Paracleto con el Mundo (7-11)

La partida de Jesús es para beneficio de los discípulos, puesto que conduce al envío del Paracleto, que juzgará al mundo y continuará la revelación de Jesús. No obstante el deseo de sus seguidores que se mantuviera con ellos (7ª) es precisamente por beneficio de ellos que tiene que partir. Su partida no acrecentará su tristeza, mas la vencerá. Juan 7:39 observa que “Pues aún no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado.” Aún más que en los evangelios sinópticos, en el evangelio de S. Juan la  trayectoria pasión-muerte-resurrección es presentada como la glorificación del Hijo. El Maestro describe el papel del Paracleto, que viene a desenmascarar al mundo con respecto al pecado, justicia y juicio (8). El uso del  verbo elenchein (“convencerá” en la versión RV95) contribuye a la dificultad del pasaje. Elenchein posee numerosos significados posibles que atraviesan los campos semánticos de la culpa, la condena, el convencimiento, el desenmascaramiento, la vergüenza y la investigación. El vocablo elenco ocurre 17 veces en el NT y en la mayoría de los usos describe la situación cuando el pecado es revelado (expuesto) resultando en su juicio (convicción y condenación).  Por ejemplo, Juan el Bautista expone y condena el pecado de Herodes (Lucas 3:9). De acuerdo a Icor 14:24 la profecía tiene potestad para convencer de pecado. En 1 Tim 5:20 se amonesta que los líderes cristianos  tienen que reprender los pecados (vea también a Stgo 2:9; Judas 1:5; Tito 1:9). Anteriormente en el evangelio de S. Juan elenchein se utilizó para describir a la persona que no caminaría en la luz a no ser que se pusieran de manifiesto las obras malas (3:20) y para desafiar a los adversarios de Jesús a que demostraran que era un pecador (8:46). Así que el uso principal del verbo es con la idea de exponer el pecado y su culpabilidad resultando en juicio. “Otro elemento que es útil para interpretar esta expresión … se encuentra en el paralelismo entre Jesús y el Paracleto. Jesús no vino para juzgar, pero su presencia como revelación de Dios trae consigo una crisis. La presencia de Jesús revela la verdad y la luz que desenmascara la oscuridad del entorno. El Paracleto pone también de manifiesto la oscuridad del mundo, y por tanto, lo somete a un juicio.”
  
El Paracleto pondrá de manifiesto el pecado del mundo porque no ha creído en Jesús. La decisión de no creer en Jesús es la manifestación del pecado en la humanidad (Juan 8:44-47). El Espíritu Santo desenmascara la falsa justicia del mundo, porque se equivoca en su intento de reconocer a Jesús según las categorías de este mundo. Los adversarios de Jesús determinan que él (Jesús) es un pecador y lo condenan a muerte. Su falsa justicia y falso juicio son desenmascarados al ver la vindicación de Jesús en la resurrección.  

El rol del Paracleto con los Discípulos (12-15)

De inmediato el pasaje describe al oyente/lector como aprendiz: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.” En los vv 12-15 Jesús describe el rol del Espíritu Santo con sus seguidores. El Maestro comienza admitiendo que, aunque hay mucho más que quisiera decirle a sus discípulos no es posible al momento pues “ahora no las podéis sobrellevar.” El verbo sobrellevar parece fuera de lugar aquí, considerando su significado. Normalmente se refiere a una carga física, como levantar o sobrellevar un gran peso (10:31; 19:17); soportar una molestia (Gál. 6:2); o llevar en alto el nombre de Cristo (Hech. 9:15). Aquí tiene que ver con entender, aceptar y obedecer sus enseñanzas.
 
El rol del Espíritu Santo en relación con los discípulos es la de guiarlos a toda la verdad. El verbo guiará traduce el vocablo griego compuesto que significa “conducir por un camino.”  Esto implica un progreso gradual. Debido a la inhabilidad de los discípulos, Jesús no puede compartir con ellos algunas cosas; sin embargo ahora el Espíritu lo hará. Siendo el Espíritu de verdad, el Paracleto es el guía perfecto para esta tarea. Esta tarea es posible por dos razones. Primero notamos el modo de operación pues el Espíritu no hablará por si mismo “sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir.” Esta afirmación declara que las cosas que el Espíritu revelará proceden del Padre así como Jesús no habló por sí mismo, sino declaró las cosas del Padre (ver 8:26–28, 38, 40, 42; 12:49; 14:10). Así se asegura que la inspiración del Espíritu sería infalible en la medida que se capta sin distorsiones humanas. La segunda razón se debe a la esencia de la verdad que enseñará. Esta verdad incluye una aclaración del significado de la vida, enseñanzas y muerte de Jesús, pero aquí concretamente se refiere al futuro, a las cosas que han de venir. Esta frase (las cosas que han de venir) ha resultado en varias interpretaciones. Algunos opinan que se refiere al don de profecía que el Espíritu daría (ver Hech. 21:10 s.; 1 Cor. 12:10), resultando en los documentos neotestamentarios; pero este concepto es demasiado limitado. Es mejor entender la frase como referente a la constitución de la Iglesia universal y a todas las verdades que la experiencia cristiana enseñaría. Por eso es que la partida de Jesús es ventajosa para los discípulos: Jesús debe dejar muchas de las cosas que le gustaría contarles a la actividad reveladora del Paracleto. La venida del Espíritu Santo resultará en la dadiva del don de profecía en la Iglesia (1 Cor 12:29-30; Apocalipsis passim) y la revelación de Jesús continuará aún en el futuro. Noten el tiempo de los verbos aquí relativo con 14.26. El Espíritu Santo no solamente reitera las cosas dichas por Jesús (14.26) sin que “os hará saber las cosas que habrán de venir” (16:13). La revelación de Jesús continuará en la comunidad de fe y el Espíritu/Paracleto será el canal autoritativo de esa revelación. A pesar de todo esta nueva revelación no puede partir de lo que Jesús enseñó en su ministerio terrenal. Toda enseñanza (revelación) ha de verificarse por la revelación histórica que encontramos en las Escrituras. Este (ekeinos–Él en RV95) guiará a los discípulos a la plenitud de la verdad. Jesús declaró arriba que Él es el camino (14:6) y aunque está por partir el camino sigue adelante. El tiempo intermedio (la era de la Iglesia) se caracterizará por la presencia continuada de la luz y la verdad (14:6) de Jesús, a través de la presencia del Espíritu de verdad quien conducirá infaliblemente a los suyos hacia la verdad plena. Con la garantía del Espíritu, el discípulo se encamina con una confianza incondicional.  

No obstante, el texto hace claro que la última fuente de la revelación reside en Dios Padre. Al igual que Jesús, (vea 3:32-35; 7:16-18; 8:26-29, 42-42; 12:47-50; 14:10) el Espíritu hablará solamente lo que oye.  

Ideas Homiléticas

Esta sección bíblica ofrece al predicador varios temas homiléticos pero los exégetas y predicadores no están de acuerdo en cuanto a su valor y relevancia a la Iglesia contemporánea. La obra del Espíritu Santo en 16:8-11 y 16:12-15 (nuestra lección) ha sido aplicada básicamente en dos maneras indicativas de la división eclesiástica al presente. Entre aquellos interpretes que enfatizan la obra continua del Espíritu Santo en la Iglesia hoy día, estos versículos son de suma importancia y relevancia. Pero entre aquellos que limitan la obra reveladora del Espíritu Santo a la iglesia apostólica y el desarrollo del canon bíblico, estos versículos no ofrecen mucho a la Iglesia contemporánea excepto de dar evidencia histórica de la autoridad apostólica y las Escrituras. Este exégeta prefiere la primera opción y sería bueno enfatizar en el sermón como es que el Espíritu aun hoy día revela a los discípulos de Cristo como han de responder al llamado divino en la complejidad del mundo postmoderno. La actividad del Dios Trino en la obra salvífica es otra opción temática en este pasaje. El Hijo realiza su obra en la tierra y esta por partir para regresar al Padre, mas promete enviar a otro Consolador para que este llene el vacío dejado por la partida del Maestro. El Espíritu viene a revelar la verdad, pero solo puede revelar lo que oye del Padre y del Hijo. La voz del Espíritu sostiene y confirma la experiencia de la comunidad cristiana, dando testimonio de Jesús y haciéndole presente. La confianza que la comunidad recibe a través de la presencia del Espíritu se transmite a la misión dando a conocer a Jesús a toda la humanidad como el Hombre-Dios. En estos días la deidad del Hijo está en cuestión, aun en comunidades supuestamente cristianas. Algunos ven a Jesús como un hombre de acción, que solo ha dejado su ejemplo para que otros lo imiten. Otros ven a un Jesús meramente glorioso, desplegado de su existencia humana.  Jesús no es meramente un ejemplo del pasado, sino también y sobre todo el salvador presente. A Él hay que seguir y en su obra hay que colaborar.