Sexto Domingo de Pascua

El encuentro con el Espíritu Santo

stained glass artwork of Jesus with His arms outstretched
Photo by Paul Zoetemeijer on Unsplash; licensed under CC0.

May 14, 2023

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Comentario del San Juan 14:15-21



Dentro de dos domingos la iglesia celebrará el día de Pentecostés, la llegada del Espíritu Santo tal como lo había prometido Jesús. El Evangelio de Juan narra su llegada en los capítulos 14-17 que forman el gran discurso de despedida de Jesús en el que el maestro les da instrucciones a sus discípulos/as del camino a seguir y les anima y alienta a mantener vivos sus preceptos, enfatizando de manera especial en el mandamiento del amor. Esta es la única condición para que les sea enviado el Paráclito, es decir el Espíritu de verdad (v. 17). “El nombre Paráclito procede del término griego parakalein, un verbo que significa llamar a alguien en ayuda, para que acompañe.”1 Es un enviado por parte del Padre (Jn 14:26), en nombre de Jesús, para que éste pueda volver al Padre. Es la prolongación de la misión de Jesús. El Espíritu es la compañía que el mundo no conoce ni recibe pero que será donado, gracias a Jesús, para que se quede para siempre en el corazón de los/as discípulos/as haciendo en ellos su morada (v. 16). Este Espíritu hará que los/as discípulos/as no queden huérfanos/as (v. 18), sino que tengan otro consolador. La donación del Espíritu está condicionada a la partida de Jesús: “Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré” (Jn 16:7).

En primer lugar, el Espíritu “dará testimonio” de Jesús ante los/as discípulos/as (Jn 15:26) y ante el mundo para convencerles de sus pecados y de sus injusticias (Jn 16:8). Aquí su función es demostrar la falsedad del mundo poniendo en evidencia sus injusticias. La diferencia entre Jesús y Paráclito está en que la acción del Espíritu en Jesús se ha dado en el propio cuerpo de Jesús. El Paráclito seguirá actuando en los/as discípulos/as, aunque no será visible (v. 17), pero lo percibirán (v. 16).

En segundo lugar, tendrá la misión de recordar las enseñanzas de Jesús y de enseñar todo lo que los/as discípulos/as no están todavía en capacidad de comprender (Jn 14:26). En tercer lugar, el Espíritu de la verdad les “guiará a toda la verdad” (Jn 16:13), es decir, que glorificará a Jesús tal como se afirma en Jn 16:14. Finalmente, pero no menos importante, será el consolador (v. 16)

En efecto, la primera tarea del Espíritu fue ayudar a las primeras comunidades de discípulos/as a superar el escándalo de la cruz y el aparente fracaso de su maestro, y a comprender que la salvación no viene por los caminos de la gloria y del poder que el mundo ofrece, sino por los caminos del pueblo sencillo; que Dios escoge lo débil, lo pobre, lo pequeño, lo despreciado, para llevar adelante su proyecto de salvación y construir su Reino. El Jesús juánico insiste hasta la saciedad en que Jesús cumple la voluntad, la tarea encomendada por el Padre, y el redactor del evangelio, al igual que los sinópticos, ve el ministerio y la pasión de Jesús como cumplimiento de la Escritura (Jn 13:17; 15:25; 19:24.28.36-37; 20:9).

Así pues, con dinamismo interior, el Espíritu Santo es una fuerza que opera en cada uno de nuestros corazones. Esta fuerza interior se manifiesta también externamente, como símbolo de resistencia ante las amenazas del mundo. Los/as discípulos/as tenían que recibir esa fuerza para cumplir la misión encomendada por Jesús.

Cuando son revestidas del Espíritu, de Jesús y del Padre, la relación de las personas con Dios cambia. La comunidad y cada miembro se hacen morada de la divinidad. La misma realidad humana se hace santuario de Dios. De esta manera, Dios “sacraliza” al ser humano (Espíritu Santo) y, a través de él, a toda la creación. El Padre, por ejemplo, ya no es un Dios lejano. Él mismo se acercó a la humanidad por medio de su hijo, que salió del “seno” (en el original griego se usa la palabra kolpos que significa útero o seno) del Padre (Jn 1:18) y habita en medio de la humanidad, formando comunidad con ella, objeto de su amor.

La vida terrena de Jesús constituye una buena noticia para los pobres, los oprimidos, las mujeres, las víctimas y quienes luchan a favor de la justicia, de la vida en plenitud. Y los escritos juánicos se valen de metáforas femeninas como kolpos y sophia para la elaboración de su cristología de la encarnación, dando así una dimensión holística y relacional con toda la humanidad creada.2 El Espíritu es también llamado la Espírita en algunos círculos femeninos que encuentran en la Ruah = espíritu3 la fuerza vital que nos ayuda en la lucha por la superación de violencias e inequidades con relación a las mujeres, niños y, de manera general, las diversidades que hoy en día son víctimas de persecuciones de todo tipo.

No hay que buscar al Espíritu o Espirita Santa, Ruah, fuerza vital, fuera de uno mismo. Hay que dejarse encontrar por él/ella, descubrirlo/a, amarlo/a, aceptarlo/a, no ya en una relación de servilismo, esclavo y patrón, sino como padre/madre-hijo/a. Este encuentro no puede ser solamente individualista e intimista. El Paráclito, al profundizar en las obras y enseñanzas de Jesús, nos pone en movimiento al encuentro con el otro, con la otra, con quienes la sociedad descarta, simplemente porque no se ajustan al patrón de belleza, de género, de clase, etnia, que la sociedad patriarcal y etnocéntrica ha impuesto. Nos invita a salir de los discursos de odio y separatismo promovidos incluso por quienes nos decimos cristianos/as. Insistimos en que vivir el amor auténticamente es una osadía, una contradicción, un desafío al sistema imperante. Por eso necesitamos de ese hálito, fuerza vital, aire, Ruah de Dios, Espíritu o Espírita Santa de Dios con nosotras y nosotros.  En este sentido, vale la pregunta: ¿Cómo percibes el Espíritu Santo manifestándose en tu vida personal y comunitaria?

Cantemos este bello fragmento de la Ruah de Ain Karem:

Ruah, Ruah, aliento de Dios en nosotras;
Ruah, Ruah, Espíritu de nuestro Dios.
Espíritu de Dios en nosotras, derriba los muros antiguos, construye una nueva creación, levanta la ciudad de Dios…
…Sabiduría encarnada en Jesús, gracia que recrea de nuevo, fuego que prende en la historia, en el centro y en los márgenes.4


Notes

  1. Carmen Bernabé, “El Paráclito, el Espíritu de la Verdad en Juan,” https://web.unican.es/campuscultural/Documents/…, 7 (Acceso 2 de mayo de 2023).
  2. Maricel Mena López, “Cuerpo y espiritualidad. Para una comprensión del cuerpo comunitario de Jesús en el Prólogo de Juan,” Universidad Nacional de Costa Rica, Revista Siwo, Volumen 8, Número 1, 2014.
  3. Miryam Martín, “La Ruah Santa: Aliento de vida,” https://docplayer.es/11949654… (Acceso 2 de mayo 2023).
  4. Véase https://fnietomontes.wordpress.com/… (Acceso 3 de mayo de 2023)