Sixth Sunday of Easter (Year B)

Permanencia de Amigos, No de Esclavos

John 15:16
"I appointed you to go and bear fruit, fruit that will last." - John 15:16 (Public domain image; licensed under CC0)

May 6, 2018

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Comentario del San Juan 15:9-17



Permanencia de Amigos, No de Esclavos

La escena de despedida narrada en el Evangelio de Juan (13-17) está constituida por seis secuencias menores que contribuyen armónicamente a la fluidez del relato, a saber:

  1. El lavado de pies (13:1-30)
  2. La glorificación de Jesús y el Padre (13:31-14:31)
  3. La necesidad de permanecer en Jesús para fructificar (15:1-17)
  4. La persecución como consecuencia de la permanencia (15:18-16:4a)
  5. La ausencia de Jesús y la tristeza de los discípulos (16:4b-33)
  6. La oración final de Jesús (17)

Nuestro texto constituye la segunda parte de la tercera secuencia, dedicada a mostrar la necesidad de permanecer en Jesús si se quiere dar fruto. La llegada de la hora (13:1), anunciada una y otra vez a lo largo de la narración juanina, ha generado el desconcierto de los discípulos, a quienes el Señor ha prometido la venida del “otro Paracleto” como su sucesor. Para clarificar, digamos que “Paracleto” (parákletos) es la manera en que el Evangelio de Juan denomina al Espíritu Santo.1 En efecto, el término solo aparece en la literatura juanina (14:16, 26; 15:26; 16:7; 1 Jn 2:1), donde se le designa también como “Espíritu de verdad” (tò pneûma tes aletheías, 14:17; 15:26; 16:13), y en una ocasión como “el Espíritu Santo” (tò pneûma tò hágion, 14:26).

Si la secuencia anterior (13:31-14:31) hacía visible la pasividad de los discípulos frente al desconcierto producido por el anuncio de la llegada de “la hora,” la secuencia que ahora analizamos muestra a Jesús sacándolos de su estado de estupor y movilizándolos a permanecer en él. Se trata de una permanencia activa sin la cual es imposible llevar fruto, tal como se ejemplifica con la alegoría de la vid y los pámpanos (15:1-11). Pero también se trata de una permanencia consciente, como aquella en la que participan los amigos (15:12-17), la cual se distingue de la permanencia de los esclavos, quienes son movidos por el temor y el desconocimiento de lo que depara el futuro.

Los discípulos conocen lo que viene. El Señor ya les ha señalado que ha llegado la hora de regresar al Padre, desde donde ha sido enviado (13:3) como testigo. En este escenario tenebroso, Jesús exige a los desconcertados discípulos la permanencia a pesar de su partida, a pesar de las dudas, contra viento y marea. La del discípulo es esa permanencia fundada, no en la ignorancia de lo que el futuro depara, ni en la ilusión irreflexiva de un fanatismo servil, ni en el temor producido por la servidumbre pisoteada. La permanencia por amor será la única manera de llevar abundante fruto ahora que ha llegado la hora de la glorificación/partida de Jesús.

Consideraciones Homiléticas

Propondría para la predicación la idea de la permanencia en y con Jesús en medio de las adversidades. Algunas de las variantes más comunes del mensaje que hoy se oye en algunos púlpitos cristianos están cargadas de una negociación según la cual se invita a permanecer en Dios a cambio de ciertos “bienes” y “servicios” que tendría para ofrecernos. Se trata de una permanencia de siervos y no de amigos, pues se funda en ilusiones que, al faltar, provocan el abandono a Jesús.

El escenario en medio del cual se nos llama a permanecer pegados a Jesús es, igualmente, un escenario de mucha incertidumbre, para algunas personas mucho más que para otras. El llamado que hoy hacemos desde la predicación a permanecer en Jesús no puede pretender enturbiar la plena conciencia de que lo que se necesita es una permanencia que conoce lo que Jesús hace, pero que no ignora el peligro, porque es la permanencia de un/a amigo/a y no una permanencia de esclavos, donde el que permanece parece querer no pensar el incierto presente que le toca vivir.

Ahora bien, tal permanencia en medio de la incertidumbre no es un salto al vacío. El llamado a la permanencia en Jesús debe enmarcarse en el contexto de la promesa según la cual el otro Paracleto, único sucesor y perpetuador de la obra de Jesús, el Paracleto, está con nosotros/as según el Señor lo había prometido.


Nota:

1. Algunas versiones de la Biblia traducen como “Consolador” o “Ayudador.”