Vigésimo sexto domingo después de Pentecostés

Esta narrativa sobre la destrucción del templo y la venida de las guerras y persecuciones está influida por Marcos 13:1-13 y presagia la obra de los discípulos contada en el libro de los Hechos.

Jerusalem Temple from 2nd Temple Period
"Jerusalem Temple from 2nd Temple Period." Creative Commons image by KOREPhotos on Flickr.

November 13, 2016

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Comentario del San Lucas 21:5-19



Esta narrativa sobre la destrucción del templo y la venida de las guerras y persecuciones está influida por Marcos 13:1-13 y presagia la obra de los discípulos contada en el libro de los Hechos.

Es una narrativa que aparece al final del ministerio de Jesús en Jerusalén (19:28-21:38) y que cambia al tiempo futuro. Nuestro texto es el primero de una serie de narraciones sobre el final de los tiempos. A continuación de nuestro texto tenemos un relato sobre la destrucción de Jerusalén (21: 20-24), y más adelante uno sobre la venida del Hijo del Hombre (21:25-36). Al advertir a los fieles acerca de la destrucción inminente, Lucas los está llamando a prepararse en el presente para aguantar lo que viene en su camino. 

Como se ha mencionado, Lucas usa mucho material de Marcos como base para su narrativa, pero también se diferencia de él. Algunas de sus diferencias con Marcos son las siguientes:

(1) Lucas no especifica que Jesús les está hablando a los discípulos (véase Mc 13:1) ni identifica a cuatro de ellos por sus nombres (Mc 13:3);

(2) Lucas le hace decir a Jesús que su audiencia también sería engañada por quienes en su nombre dirían: “El tiempo está cerca;”

(3) Mientras que en Marcos Jesús dice que “aún no es el fin” (Mc 13:7), en Lucas Jesús dice que “el fin no será inmediatamente” (v. 9), con lo cual la parusía se está retrasando;

(4) la lista de las señales en el v. 11 es más amplia que la que se ofrece en Marcos y anticipa los signos apocalípticos de la venida del Hijo del Hombre en 21:25-36;

(5) la referencia a las cárceles en el v.  12, que no está en Marcos, presagia la prisión de Pedro y Pablo en Hechos;

(6) Lucas omite la declaración de Marcos de que “es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones” (Mc 13:10);

(7) Lucas omite la referencia al Espíritu Santo que se hace en Marcos 13:11 y le hace decir a Jesús en cambio que él les daría “palabra y sabiduría” (v. 15); y

(8) Lucas añade un proverbio con el que Jesús asegura a su audiencia que ni un cabello de su cabeza perecería (v. 18). Todos estos cambios sugieren que Lucas tiene la intención de ayudar a los fieles con cualquier adversidad o dificultad que tuvieran o tengan que soportar durante sus vidas como creyentes. 

Esta narrativa sobre la destrucción del templo y la venida de guerras y persecuciones puede ser leída en tres secciones: la primera se concentra en la destrucción del templo (vv. 5-7), la segunda centra la atención en las advertencias a los interlocutores acerca de próximas guerras e insurrecciones (vv. 8-11), y la tercera presenta un discurso escatológico que habla sobre el destino de los discípulos (vv. 12-19). Las tres secciones se conectan en el objetivo de Lucas de preparar a los fieles para su vida presente como cristianos y cristianas. 

En la primera sección (vv. 5-7), el narrador no identifica a la audiencia como en Marcos 13:1, pero resalta la belleza del templo “adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas” (v. 5). Lucas quiere advertir al público que un día este hermoso templo sería destruido: “En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida” (v. 6). Esta advertencia servirá como un tema importante para el resto de la narrativa. Lucas concluye la primera sección con una audiencia anónima, dirigiéndose a Jesús como “Maestro” (v. 7). En Lucas, sólo quienes no son discípulos llama a Jesús “Maestro”. Es la última vez en Lucas que se usa el título. La audiencia, quizás tomando en consideración los conocimientos que tenía de la Biblia Hebrea (2 Reyes 19:29-31; Isaías 37:30-32; Isaías 7:11-16), quiere saber cuándo sería destruido el templo y cuál sería la señal de la inminencia de su destrucción. 

En la segunda sección (vv. 8-11), se presenta la respuesta de Jesús a cuándo y qué señales indicarían la destrucción del templo. Su respuesta viene después de estas advertencias:

(1) la de que vendrían muchos en el nombre de Jesús diciendo “’Yo soy el Cristo’ y: ‘El tiempo está cerca,’” pero no tendrían que seguirlos (v. 8); y

(2) la de que no tendrían que alarmarse cuando oyeran “de guerras y de revueltas,” porque como se le hace decir a Jesús: “es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente” (v. 9).

Estas advertencias predicen la destrucción de Jerusalén y el regreso de Jesús, exhortando a los lectores y lectoras a estar preparados para estos eventos.  También, el verbo en griego planaô (en la forma de planethete y precedido por el adverbio de negación me), que se utiliza aquí por única vez en Lucas (o Hechos),  y es traducido como “no seáis engañados,”  enfatiza que habría personas tratando de difundir enseñanzas falsas o de engañar por lo apocalíptico de los eventos. 

Lucas es bastante vívido en su descripción del fin. Hace referencia al caos político (nación contra nación, reinos contra reinos), a los desastres ecológicos (hambres y plagas) y desastres naturales (terremotos), junto con otras señales del cielo. Todas estas advertencias tan detalladas preparan al lector para los acontecimientos de vv. 25-26, la venida del Hijo del hombre.                                                                                   

En la sección final (12-19), Lucas introduce otros discursos que hablan acerca de la suerte a los creyentes.  Ellos van a ser perseguidos (v. 12); tienen que dar testimonio de Jesús (v. 13); y no tienen que gastar tiempo preparando una defensa (v.14), porque Jesús va a darles “palabra y sabiduría” para defenderse (v. 15).  Más aún, el uso de la segunda persona plural en estos versículos significa que las advertencias están dirigidas a todos y todas. 

Los vv. 12-15 están seguidos de una serie de advertencias en cuanto a la traición de los miembros de la familia y la persecución por causa del nombre de Jesús (vv. 16-17). La sección cierra con una garantía de la protección divina que copia una fórmula que se repite en la Biblia Hebrea (1 Sam 14:45; 2 Sam 14:11; 1 Re 1:52) (v. 18). Mucho de lo que se presenta en este discurso prefigura la obra de los discípulos en el libro de los Hechos. El cumplimiento de estas predicciones confirma tanto la autoridad de Jesús sobre el mundo como la capacidad de resistencia contra la persecución que exhiben los fieles que viven como los primeros cristianos y las primeras. 

En general, esta narrativa tiene que ver con el presente más que con el futuro. Lucas no está interesado en predecir el fin del mundo, sino en dar a los primeros cristianos y las primeras cristianas (y a los/as cristianos/as de hoy) los recursos espirituales para enfrentar las adversidades y los sufrimientos cotidianos.