Comentario del San Juan 6:35, 41-51
Delimitación del texto
La tradicional frase “Un texto fuera de contexto es un pretexto” no se refiere al contexto sociocultural, sino al contexto del pasaje. No se debe tratar de interpretar un par de versículos aislados de su contexto literario, porque el contexto del pasaje contiene las claves para interpretar cada una de sus partes. Así que lo primero que hay que hacer es ver dónde empieza y dónde termina el pasaje, para tenerlo en cuenta en la interpretación.
Existen cuatro claves para delimitar un pasaje: cambio de personajes, cambio de lugar y cambio de tiempo (en textos narrativos como este), o cambio de tema (en textos no narrativos, sino teóricos o teológicos).
Después del relato de la caminata sobre el mar (6:15–21), encontramos en 6:22 un cambio de tiempo y de personajes: “Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del mar”; y en 6:66 otro cambio similar: “Desde entonces muchos de sus discípulos … ya no andaban con él.” De modo que el pasaje completo va de 6:22 a 6:65, donde Jesús termina diciendo: “Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le es dado del Padre.”
No hay que confiar en la división en capítulos, ya que es muy tardía y no existe en los manuscritos más antiguos y más confiables. Siempre debemos delimitar nosotros/as mismos/as el pasaje, en base a las cuatro claves mencionadas.
En un pasaje tan largo y variado, es conveniente hacer una división en subunidades, para facilitar la lectura y la exégesis. Para encontrar las unidades más pequeñas usamos los mismos cuatro criterios.
- Primera subunidad, 6:22–24: “Al día siguiente, la gente …”
- Segunda, 6:25–40: “Y hallándolo al otro lado del mar, le preguntaron …”
- Tercera, 6:41–51: “Murmuraban entonces de él los judíos …”
- Cuarta, 6:52–65: “Entonces los judíos discutían entre sí …”
Vemos que todo el pasaje está dividido en cuatro subunidades, que empiezan con la gente buscando a Jesús y luego cuestionándolo, especialmente al comienzo de la tercera y la cuarta subunidad. Esos quiebres, que tienen como protagonistas a la gente cuestionadora, marcan el comienzo de cada subunidad. Parece que Jesús acertó al acusarlos de que lo seguían por interés, por el pan y los peces (v. 26). Por eso, les responde con un discurso que contrasta el pan material con el pan espiritual: el maná que cayó del cielo en el éxodo como alimento perecedero frente al maná que bajó del cielo para vida eterna. Para esa comparación, Jesús recurre a la tradición del éxodo, el relato fundacional de la nación de Israel. Todas las naciones tienen sus relatos fundacionales, donde se cuentan los hechos heroicos—e incluso milagrosos—que llevaron a su fundación.
Entre esos hechos milagrosos, estuvo el alimento que Dios hizo caer desde el cielo para alimentar a su pueblo en el desierto: el maná. Usando la forma alegórica, Jesús se identifica a sí mismo con el maná espiritual, que baja del cielo para salvación y vida eterna.
Jesús toma el relato del maná en el éxodo y hace una relectura hermenéutica, al aplicarse a sí mismo el símbolo salvífico del maná. Una relectura hermenéutica es la aplicación del mensaje de un texto al presente del autor y sus lectores/as. Es la reinterpretación contextual del texto, aplicándola a la actualidad y al propósito teológico de quien escribe o predica.
Básicamente, este pasaje es un discurso, cuyo género específico sería el homilético. Se trata de una homilía, un sermón, es decir un discurso que explica un tema teológico. Todos los mejores especialistas han clasificado este pasaje como un discurso homilético. Muchos además lo han visto como un texto fundante de la eucaristía, porque explica los fundamentos teológicos de participar de la carne y la sangre del sacrificio del Hijo de Dios encarnado.
Desde un punto de vista redaccional, este pasaje sobre el pan de vida está introducido por el de la multiplicación de los panes y los peces, seguido por la señal del caminar sobre el agua, que apunta al poder del Hijo encarnado sobre las leyes de la naturaleza. Este hombre no es simplemente un rabí itinerante humano. Es mucho más que eso.
Todo está en la isotopía, la línea de sentido, que recorre todo este evangelio y resume el propósito teológico del autor: Jesús es un ser divino, el Lógos de Dios, encarnado como humano para nuestra salvación.
Pasemos ahora a la subunidad que nos ocupa, 6:41–51.
Para empezar, recién en el versículo 35, Jesús se identifica como el pan de vida del que venía hablando. Y el paralelismo en los versículos 39–40 constituye una típica ayuda memoria, muy habitual entre los maestros judíos, para introducir el centro explicativo del discurso. Ese es un paralelismo de tres miembros: ABC//A’B’C’
A Y la voluntad del Padre, que me envió, es
B que no pierda yo nada de todo lo que él me da
C sino que lo resucite en el día final
A’ Y ésta es la voluntad del que me ha enviado
B’ que todo aquel que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna
C’ y yo lo resucitaré en el día final
B’ amplía y explica el significado de B. En B, Dios es el que hace venir a las personas, y el Hijo es quien no debe perderlas. B’ explica en qué consiste ese “no perder,” en hacer que quienes vean al Hijo crean en él y no se pierdan, sino tengan vida eterna. Con este paralelismo introductorio, entramos en la subunidad de 6:41–51.
versículos 41–43: Murmuraciones de los judíos; otro de los quiebres que dividen este discurso. Puesto que conocen quiénes son los padres de Jesús, no puede ser que haya bajado del cielo. Según el viejo dicho, nadie es profeta en su tierra.
versículo 44: Vuelve a lo que decía en el paralelismo introductorio: A) el Padre es quien los trae, (B no aparece, tal vez porque ya estaba bien explicado), y C) repite literalmente: “y yo lo resucitaré en el día final.” Estas repeticiones ayudan a fijar las enseñanzas en la memoria.
versículos 45–47: Vuelve al tema de venir a Jesús para tener vida eterna. A través de los profetas, que hablan en nombre de Dios, es que han oído al Padre. Con todo, Jesús tiene que aclarar que ninguno ha visto al Padre, sino solo el Hijo, “aquel que viene de Dios.” Los literalistas son siempre un problema.
versículos 48–50: Otra vez, Jesús se identifica con el pan del cielo y hace un contraste entre el maná del éxodo, que fue un alimento temporal, y el pan de vida, que es para vida eterna.
versículo 51: Es la conclusión: Jesús es “el pan vivo que descendió del cielo,” que dejó su lugar junto al Padre para ser uno de nosotros/as. Nuevamente aparece la isotopía de la deidad preexistente de Jesús. Una isotopía que se va repitiendo, desde el prólogo, a lo largo de todo el cuarto evangelio. El pan es su carne (su humanidad), que Jesús dará “por la vida del mundo.”
Aplicación hermenéutica
En este planeta al borde de la agonía a causa del cambio climático, este final resulta muy sugerente: “y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.” ¿Se refiere Jesús a la humanidad, o hay algo más? Veamos si el griego en que fue escrito todo el Nuevo Testamento nos aclara algo. La palabra que se usa es kósmos, así que, además de humanidad, bien puede referirse también al planeta Tierra e incluso al universo. El pan de vida que descendió del cielo redime no solo a la humanidad, sino que tendrá efectos sobre el planeta entero.
August 11, 2024