Undécimo domingo después de Pentecostés

El texto de Juan 6:35, 41-51 es la continuación del encuentro de Jesús con aquellos que comieron el pan y los peces.

August 12, 2012

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Comentario del San Juan 6:35, 41-51



El texto de Juan 6:35, 41-51 es la continuación del encuentro de Jesús con aquellos que comieron el pan y los peces.

Pero en este escenario la actividad ministerial de Jesús es anunciarse como el bajado del cielo que conoce al Padre y enseñar que él es pan de vida y agua de vida. La identificación con el Padre y su encarnación en la vida de este mundo para que quien coma de él no muera y viva para siempre.

Hace unos años una de mis profesoras de religión nos contó un relato acerca de lo que piensan los no cristianos de los cristianos. Había dos personajes en la historia. Un reportero y el Mahatma Gandhi. El reportero estaba interesado en hacer una nota sobre el Mahatma Gandhi, conocido en el mundo entero por su lucha usando la no violencia. Lo interesante del relato es la respuesta sobre el cristianismo. “Gandhi, dígame por favor: ¿Qué piensa usted de los cristianos?” La respuesta fue la siguiente: “Tome usted una piedra del río y tráigamela.” El hombre tomó una piedra del río, se la entregó a Gandhi, y éste le dijo: “Ese río siempre tiene agua y nunca se ha secado; por lo tanto esta piedra esta húmeda. Ahora ayúdeme a partir la piedra.” Partieron la piedra y encontraron que el centro de la piedra estaba seco; la humedad había ingresado en algunas capas de la piedra pero no el centro de la misma. Gandhi respondió: “Los cristianos han recibido la enseñanza de Jesús por más de dos mil años y el evangelio de Jesús y sus enseñanzas han quedado en la superficie y no han llegado al centro de la vida.” Este relato me hizo reflexionar sobre la fragilidad del ser humano, y es en medio de esta fragilidad que Jesús irradia vida. Como dice el apóstol Pablo: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros” (II Corintios 4: 6-7).

Las palabras de Jesús y la identidad de Jesús: “Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás” (v. 35). El pan y el agua con los que se identifica Jesús son dos elementos importantes en la vida. Jesús es el Hijo de Dios que viene al mundo para no perder uno solo de los que su padre le encargó: “La voluntad del Padre, que me envió, es que no pierda yo nada de todo lo que él me da” (v. 39). Aunque algunos de los líderes del pueblo y quienes conocían a Jesús como el hijo de María y del carpintero José comenzaron a murmurar, Jesús les respondió: “No murmuréis entre vosotros” (v. 43). Los líderes y demás personas no aceptan a Jesús. Ellos ven las señales y comieron del pan, pero no creen. El hijo de alguien del pueblo, alguien como ellos, no puede ser el Mesías anunciado por los profetas. Por eso no creen. Ellos se quedan en la superficie. La expresión “Yo soy” introduce la explicación de una palabra o de un gesto con el que se señala la superioridad del don traído por Jesús.

“Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no lo atrae; y yo lo resucitaré en el día final” (v. 44). Jesús les habla y ellos desconfían. Por eso murmuran en contra de Jesús. No aceptan que Jesús haya sido enviado al mundo para darles vida. Este es como el ejemplo de la piedra tiene el centro seco. Los judíos recibieron el mensaje de los profetas, pero ven a Jesús y no lo ven como el enviado de Dios. El evangelio según Juan conecta a Jesús con el pasado llamando a recordar las antiguas enseñanzas. “Todo aquel que oye al Padre y aprende de él, viene a mí” (v. 45). En Jesús se están cumpliendo las enseñanzas de los antepasados israelitas, y si los líderes escucharon al Padre, también deberían prestarle atención ahora a Jesús.

“El que cree en mí tiene vida eterna” (v. 47b). Nuevamente el llamado de Jesús a creer. Únicamente a través de Jesús hay verdadera vida. Juan nos presenta con claridad la acción de creer. Esta empieza en el personal encuentro con Jesús, viendo y creyendo en la presencia de Dios a través del pan de vida. Jesús tiene como función ser dador de vida. Este es el rol de Jesús en la salvación. El es verdadero dador de vida. Jesús mismo es el objeto del discurso sobre el pan de vida. El maná que comieron sus antepasados no impidió que murieran. Jesús ofrece el alimento que da vida eterna, y tienen libertad para aceptarlo o no.

Sugerencias para la prédica:
1. Jesús es el pan de vida. A través de Jesús podemos tener vida eterna. El que come de este pan y bebe de esta agua no volverá a tener hambre ni sed. Jesús es la imagen del Padre; aquel que vio al Padre es el único que puede testificar de la vida.

2. Juan nos presenta a los judíos murmurando ante la identificación de Jesús como el dador de vida o el Mesías esperado por todos los judíos. No es reconocido en su propia tierra como alguien que ha recibido ese gran don. Pero Jesús camina con la gente y obra los milagros para alimentar su fe, y cuando se presenta como el pan de vida, agrega que él es el Mesías del cual hablaron los profetas y reyes. Justamente cuando se presenta como el que esperaron sus ancestros, algunos se rehúsan a creer y empiezan a criticar, quedándose en la superficie de la acción de Jesús, sin profundizar en su entendimiento.

3. Juan nos presenta a un Jesús que llama a la gente a no “murmurar” de su condición humilde que es una parte inseparable de su identidad.

4. Juan hace una conexión entre Jesús que es el pan de vida y el maná que sus antepasados recibieron. Jesús es vida eterna, a diferencia del maná que fue para saciar su hambre. La diferencia es que Jesús es pan de vida.