Día de Pentecostés

La urgencia del acontecer del Espíritu

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Photo by Paul Bulai on Unsplash; licensed under CC0.

May 23, 2021

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Comentario del San Juan 15:26-27, 16:4b-15



Si hemos comprendido que la verdad de Dios nos adviene como un horizonte que nunca alcanzamos del todo, entonces podremos avanzar hacia ella con la sabiduría de la fe y la fuerza del Espíritu. 

“Cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad…” (16:13).

Si eres una persona creyente satisfecha de su sabiduría, que cree que ya conoce toda la verdad y todo lo que hay que saber sobre los propósitos de Dios para la humanidad y para el universo, entonces seguramente este mensaje no te servirá de mucho. 

En cambio, si eres un humilde seguidor de Jesús que sabe que aún le queda bastante por saber, uno que no encierra toda sabiduría espiritual en un Credo, en una Declaración de Fe o en un libro, por más sagrado que sea, entonces sí te puede interesar este mensaje. 

La Palabra de Dios es Dios mismo comunicándonos su voluntad. Es Dios mismo, no un discurso humano (Juan 1:1). Y como es Dios mismo, nunca cesa. Generación tras generación habla de nuevo. Cierto que dice lo mismo en lo esencial, pero de modos nuevos. Por eso, es capaz de alumbrar nuevas oscuridades que surgen en el escenario humano. Y es capaz de abrir nuevas sendas dentro del camino que lleva a la vida nueva y a un mundo mejor, en la historia y más allá de la historia.1 

La verdad de Dios, que es Dios mismo como verdad del mundo y de la vida, ya ha sido revelada por completo, porque se ha hecho carne en medio nuestro y vimos la gloria de su amor redentor (Juan 1:14). Pero nunca termina de ser conocida, explicada, expresada por completo. Porque es un manantial inagotable de nuevas intuiciones, de nuevas perspectivas, de nuevos horizontes. Y, por eso mismo, es una palabra viva, creadora incesante de vida nueva.2

De tal modo Jesús adviene a nosotros/as como Espíritu de vida, en el Espíritu Santo que da testimonio a nuestro espíritu y lo llena de vida.3 Es lámpara para nuestros pies, es luz para nuestro caminar (Salmos 119:105). Y no solo ayer. También hoy. Y lo será mañana (Hebreos 13:8). 

Y lo es no solo para cada persona creyente leal a su mandato de amor universal; también lo es para cada comunidad creyente solidaria. Como lo quiere ser para nuestras sociedades y para la humanidad entera. Y porque lo es, basta con abrir los “ojos del corazón” y ver la luz. Y avanzar decididos en ella y hacia ella.4

Pero no hay caso. Hay un mundo que no lo quiere ver. Un mundo que está ciego delante de la luz.5 Una ceguera que trae todo tipo de males. Porque sin luz, la oscuridad aumenta. El egoísmo aumenta. La codicia aumenta. La injusticia aumenta. El prejuicio aumenta. En fin, todo mal aumenta. Y entonces el sufrimiento se multiplica. Como bien decía el sabio hindú Ramakrishna: “Dios está en todos, pero no todos están en Dios. Por eso sufren.”6

¡Si será necesario, urgente, imperioso, el acontecer del Espíritu en nuestro espíritu abriendo nuestra mirada a la verdad! A una verdad incesante, inagotable, que, como viene del futuro donde se halla en plenitud, en ningún presente la alcanzamos del todo.7

Por eso, reconociendo nuestra ignorancia y nuestra necesidad imperiosa de vida nueva, a este Espíritu invocamos. A su verdad acudimos. En su luz caminamos. En su amor queremos habitar, ser sembrados, florecer. 

En el Espíritu que el Señor nos envía, y en el que el Señor viene sin cesar, vamos hacia el mundo nuevo, haciendo con él ese mundo nuevo. Pues el Espíritu es amor que nos rescata del error cotidiano, del engaño del mundo y de toda falsa esperanza. Que nos lleva hacia la verdad de cada día, hacia un obrar justo y bueno en este tiempo y hacia el nuevo tiempo que amanece. Hacia el mundo mejor que es la suma de todos nuestros esfuerzos y esperanzas.8

Hacia el reino que sabemos que alborea sin pausa desde que Jesús lo encendió para todos/as en la historia humana. Con la verdad insuperable de su amor redentor.


Notas

  1.  Cf. Juan 1:5; 8:12; 14:6. 

  2.  Cf. Juan 1:3-4; 11:25-26; 1 Corintios 15:22.  

  3.  Cf. 2 Corintios 3:17; Salmos 104:30; Romanos 8:16.

  4.  Cf. Efesios 1:18. “Ojos del corazón” es una expresión que se emplea en la traducción de este versículo en la Biblia de Jerusalén. Cf. también Juan 8:12. 

  5.  Cf. Mateo 13:13-15 e Isaías 6:9-10.

  6.  Romain Rolland, La vida de Ramakrishna (Buenos Aires: Kier, 1998), 69.

  7.  Por eso exclamará el Apóstol, citando el Salmo 92: “¡Profundidad de las riquezas, de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!” – Romanos 11: 32. 

  8.  “Venga tu reino,” pedimos en el Padre Nuestro con fe y esperanza. Cf. Mateo 6:10.