Cristo Rey

Esta es la lección evangélica que culmina el Tiempo Ordinario o la Temporada después de Pentecostés, dando paso para al nuevo año litúrgico, y su celebración inicial de Adviento.

November 20, 2011

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Comentario del San Mateo 25:31-46



Esta es la lección evangélica que culmina el Tiempo Ordinario o la Temporada después de Pentecostés, dando paso para al nuevo año litúrgico, y su celebración inicial de Adviento.

Mateo 25, como lo hemos mencionado en los comentarios anteriores, es uno de los más debatidos capítulos de los evangelios, y la porción escritural del 31-46 es tal vez la más neurálgica de todo el capítulo. Sin embargo, existe una gama de escritos históricos y contemporáneos que se lanzan a la aventura de interpretación del texto. Hacer un comentario favoreciendo un comentario sobre otro simplemente no haría justicia a la cantidad de escritos sobre el texto que existen. Sin embargo, y a pesar (o tal vez a propósito) de las múltiples interpretaciones del mismo, me parece útil culminar nuestra discusión sobre los capítulos 24 y 25 de Mateo buscando realzar aquellos elementos que le permitan a la iglesia, más que afirmar que esperamos la realización/culminación del Reino de los Cielos en medio nuestro, ser retada a hacer la labor que se espera de nosotros mientras esperamos.

Hay dos interpretaciones generalmente discutidas sobre este texto:

Particular
Aquellos que interpretan el texto desde una visión particularista centran la interpretación del texto en la frase “mis hermanos más pequeños”. La instancia de buenaventura recaerá sobre aquellos que dieron buen servicio y atención a aquellos más desafortunados en la sociedad.
La separación entre aquellos que llevaron a cabo buenas acciones y aquellos que no la llevaron a cabo se interpreta a través de una consideración de que grupos tienen el talante moral y ético para llevar a cabo las acciones detalladas. La respuesta sería, entonces, afirmar que el cristianismo es el que mejor provee el esquema moral y ético para la realización de estas acciones sin expectativa de reconocimiento o recompensa.

Universal
Aquellos que interpretan el texto desde una perspectiva universalista se enfocan en la frase “todas las naciones”, las cuales serán separadas en dos grupos. Interpretaciones del texto desde esta perspectiva busca afirmar que el juicio escatológico no será a un grupo en particular (la iglesia) que será juzgado por sus acciones (o falta de estas) en testimonio del don de gracia.
El enfocar la interpretación del texto desde la perspectiva de “todas las naciones” busca afirmar el que el día de la manifestación de la gloria del Hijo del hombre las acciones morales y éticas de toda la humanidad serán juzgadas, particularmente desde las acciones a los desprovistos del mundo.

Cualquiera sea el lente que utilicemos para la interpretación, hay un elemento en el texto que requerirá un proceso muchos más complejo de interpretación y aplicación del texto a nuestros contextos particulares, y este es el elemento de la sorpresa — ambos grupos responderán al juicio, “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” (37-39 y 44 reformulado) Sea un grupo en particular que es juzgado tomado de entre las naciones, o las naciones en su totalidad, los grupos, debidamente separados y juzgados, no tienen idea de donde proviene el enjuiciamiento. Hayan realizado o no las acciones mencionadas por el Hijo del hombre, ninguno de los dos grupos tomó estas acciones (o la ausencia de ellos) como integrales para el juicio del carácter de sus vidas, tan así que, según el texto, determinará la estancia eterna. Es, entonces, desde esta problematización que yo sugiero que partamos hacia el reto de una espera activa a la realización del Reino.

El hambre y la malnutrición, la xenofobia, la pobreza, la enfermedad, y la separación/reclusión social son problemas que han acompañado a la humanidad por toda su historia. Partiendo de cuál sea el pensamiento filosófico y político, ha habido, hay y habrán aquellos/as que responsabilicen a los desprovistos por su propia situación, y quienes verán la necesidad de separar (y aún alejar) a estos de los centros de creación social y política para que estos se desarrollen de acuerdo a sus expectativas, y no a las necesidades e identidades de los “otros”. Interesantemente, aquellos que alejan tienden a ser los pocos, y aquellos a quienes se pretende alejar, son los muchos.

¿Qué entonces respecto a la espera? Más que simplemente crear ministerios de alimentación, de agua potable, de santuario y refugio, y de capellanía (a enfermos y carcelaria) — cada uno de los cuales tienen importantes impactos en nuestros contextos pastorales — visto desde la sorpresa expresada por los juzgados, estamos llamados a realizar acciones que fomenten la justicia, la paz, la concordia, el respeto y la prosperidad de todos. No es una lista de cotejo para ver si como individuos o congregaciones estamos listos para ser juzgados favorablemente, sino una simple invitación a responder a la premisa inicial del mensaje de Jesús, “Así que todas las cosas que queráis que los [demás] hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos, pues esto es la Ley y los Profetas” (7.12). Es tan sencillo como todo eso. Es darnos cuenta de las multitudes que están “desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (9.36), pero más que eso, recordando que los que hemos conocido el regalo de gracia lo hemos hecho, precisamente, porque alguna vez estábamos desamparados y dispersos, y conocimos acciones de justicia, paz, solidaridad, amor y salvación.

Al final, “a Dios que reparta suerte”, como dice el dicho popular. Mientras tanto, trabajemos por la justicia.