Undécimo domingo después de Pentecostés

Este texto es un relato propio del evangelio de Lucas.

Psalm 103:5
[W]ho satisfies you with good as long as you live so that your youth is renewed like the eagle’s.Photo by Richard Lee on Unsplash; licensed under CC0.

August 25, 2019

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Comentario del San Lucas 13:10-17



Este texto es un relato propio del evangelio de Lucas.

Los evangelios de Mateo, Marcos y Juan no mencionan para nada este texto. Hay otras historias de sanidad parecidas, pero con las particularidades de este relato solamente se narra aquí. El texto nos llama a reflexionar sobre el verdadero culto de adoración y el día de reposo. El texto nos desafía a reflexionar sobre nuestras tradiciones y a examinarlas desde el punto de vista de la misión liberadora y sanadora de Jesús.

Jesús sana en el día de reposo

Jesús interrumpe las tradiciones de los judíos. Los líderes religiosos en la época de Jesús habían estructurado muchos protocolos hasta tal punto que habían tergiversado la esencia y propósito del mandamiento del día de reposo. Es verdad que el día de reposo o el Sabbath había sido establecido por Dios como parte del pacto con el pueblo de Israel (Éxodo 20: 8-11). Pero en el tiempo de Jesús, los judíos habían establecido reglas y protocolos que se habían convertido en tradiciones y en legalismos que no tenían nada que ver con el meollo del mandamiento.

El Sabbath era para descansar de los afanes diarios y para adorar al Dios de la vida. La historia de hoy trata acerca de una mujer que había estado enferma por 18 años y que cansada de su enfermedad, buscaba un reposo que los judíos ignoraron. Los líderes judíos, por estar tan preocupados por el cumplimiento de sus tradiciones, no prestaron atención a esta mujer que buscaba el reposo de Dios. Muchas veces nosotros/as también estamos tan enfocados en la hora del servicio de adoración, en quién va a tocar el órgano, quiénes van a estar en el grupo de alabanza, o quién va a predicar, que descuidamos al visitante o a las personas que están física, espiritual o emocionalmente “encorvadas.”

El teólogo Darío López Rodríguez describe el episodio de la sanación de esta mujer en el día de reposo como un culto verdadero, como una celebración de la vida.1 “La sanidad de una mujer enferma,” dice este teólogo peruano, “deja constancia que el día de reposo es tiempo para celebrar la vida.”2 Este texto nos desafía a examinar nuestro corazón y nuestra motivación con respecto al culto de adoración. ¿Venimos a adorar a Dios en espíritu de celebración de la vida? ¿O vamos a estar tan preocupados por el orden de culto, la doxología, los himnos e instrumentos tradicionales, que vamos a pasar por alto a los visitantes o participantes “encorvados/as”?

En el idioma indígena quechua, la palabra para describir a las personas encorvadas es kurku. La persona kurku es marginada y despreciada por los demás. Hoy en día hay muchas personas “encorvadas” dentro de la iglesia y también fuera de ella. ¿Cómo podemos estar atentos y ser agentes de sanidad como lo fue Jesús?

El versículo 12 dice que “cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: –Mujer, eres libre de tu enfermedad.” El/la lector/a está invitado/a a reflexionar sobre cómo podemos seguir el ejemplo de Jesús y no el de los líderes religiosos que estaban preocupados por lo menos importante. El escritor Henri Nouwen es el creador de una frase que ayuda mucho a entender el tema de la sanidad. La frase es wounded healer, que en español se puede traducir como el “sanador herido.” Nouwen escribe: “Cuando nos damos cuenta de que no podemos escapar a nuestros dolores, pero nos movilizamos en busca de la vida, esos dolores son transformados de expresiones de desaliento a señales de esperanza.”3 En cierta forma, todos/as somos los/as “encorvados/as” en busca de la sanidad de Jesús, y todos/as somos también quienes estamos llamados/as a brindar la sanidad de Jesús a los/as “encorvados/as” que vengan a nosotros/as.

Todos/as en algún área de nuestra vida estamos encorvados/as y heridos/as, pero Jesús siempre viene a nuestro encuentro y nos dice: “eres libre de tu enfermedad” (v. 12). Y una vez que somos sanados/as, entonces nosotros/as podemos, como la mujer, glorificar a Dios y ayudar a que otros/as también experimenten el poder sanador de Jesús. Sólo así seremos parte del culto verdadero y de la celebración de la vida en el reposo de Dios.


Notas:

1. Darío López Rodríguez, La Misión Liberadora de Jesús: Una Lectura Misiológica del Evangelio de Lucas (Lima: Ediciones Puma, 1997), 83.

2. Ibid., 85.

3. Citado por Robert Dykstra, Images of Pastoral Care: Classic Readings (St. Louis: Chalice Press, 2005), 83. Cita traducida por Noé Juárez.