Vigésimo tercer domingo después de Pentecostés

Las enseñanzas de Jesús sobre el discipulado y el nuevo orden de las relaciones en el reino de Dios culminan con el acto de dar vista a Bartimeo.

Mark 10:47
He began to shout out and say, "Jesus, Son of David, have mercy on me!"Photo by Allan Filipe Santos Dias on Unsplash; licensed under CC0.

October 28, 2018

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Comentario del San Marcos 10:46-52



Las enseñanzas de Jesús sobre el discipulado y el nuevo orden de las relaciones en el reino de Dios culminan con el acto de dar vista a Bartimeo.

En este diálogo con un hombre ciego, Jesús proporciona las pautas para revertir las estructuras de poder que regían en ese momento y le da prioridad a servir a quienes tienen más necesidad. La pedagogía de Jesús le da autonomía y capacidad de decidir por sí mismo a Bartimeo y transforma por completo sus circunstancias. Permite que abandone la mendicidad y que adopte en vez una vida de seguimiento de Jesús como respuesta a la recuperación de la vista. Elizabeth Struthers Malbon escribe:

Esta tercera y última instrucción acerca del discipulado es la culminación de lo que Jesús ha estado tratando de comunicar sobre el discipulado que el reino de Dios requiere y permite. El modo habitual de las relaciones de poder (¡entre gentiles, romanos y humanos!) es que los poderosos ordenen a los menos poderosos que les sirvan. En cambio, para participar en el poder de Dios las personas deben estar dispuestas a servir a aquellos con menos poder y estatus que ellas mismas.

El verbo “servir” deriva su significado del servicio en un sentido básico, el de preparar comidas, cuidar a los niños, cosas que las mujeres suelen hacer y siempre hacen en los hogares de los campesinos. No es particularmente lo que los hombres poderosos están acostumbrados a hacer, pero es el camino del discipulado en el reino de Dios. Tal servicio no es recomendado como una forma de ganar una recompensa de Dios más tarde; está ordenado como una forma de experimentar la presencia de Dios aquí y ahora. Tal servicio proviene de la fortaleza, no de la debilidad, y es empoderador tanto para quien lo presta como para quien lo recibe.1

Este texto se convierte en un desafío cada vez que pensamos en el problema de la falta de vivienda o la situación de las comunidades indigentes. Una persona pidiendo monedas en la calle cuestiona nuestros órdenes sociales, económicos y democráticos. Cada vez que vemos mujeres, niños y ancianos en todo el mundo mendingando los medios para sobrevivir, esta narración nos recuerda que el cristianismo se limita a responder con caridad en lugar de promover la justicia y la transformación requerida por el reino de Dios.

Es importante por supuesto responder con caridad a las necesidades inmediatas de supervivencia. Sin embargo, la caridad no debería eximirnos de analizar las circunstancias previamente mencionadas de pobreza y deshumanización. Este texto en Marcos brinda la oportunidad de sistematizar las enseñanzas de Jesús sobre el discipulado. Estas enseñanzas tienen que ver con la transformación y la realidad diferente que solo se pueden lograr cuando se tiene la intención de hacer justicia y de crear ministerios que comuniquen las nuevas relaciones a las que Dios nos invita. Esta es una oportunidad para examinar nuestras prácticas individuales y colectivas como personas de fe. ¿Cuáles son nuestras prioridades económicas? ¿Cómo respondemos a la falta de vivienda, a la pobreza y a la realidad de que tantas personas alrededor del mundo están sentadas en las carreteras pidiendo limosna?

En este diálogo, Jesús hace que sea una prioridad escuchar la petición de Bartimeo. Contra el “reproche” de muchos, el ciego pide ayuda y Jesús escucha y lo hace venir a su presencia. Gran parte de la mendicidad de hoy desaparece de nuestra vista tan pronto como compartimos algunas monedas. Sin embargo, en sus acciones, Jesús reconoce la dignidad de Bartimeo y lo reconoce como una creación a la imagen de Dios; una creación digna ante Dios y la comunidad.

Al preguntar “¿Qué quieres que te haga?” (v. 51), Jesús también reconoce la autonomía y la capacidad de decidir de Bartimeo. La mayoría de las veces, nuestros ministerios y nuestra obra misionera en todo el mundo presuponen un conocimiento del otro que resulta en el establecimiento de relaciones coloniales y patriarcales y que favorece una evangelización plagada de dinámicas sexistas y racistas. En su pregunta a Bartimeo, Jesús no hace suposiciones. Jesús reconoce el poder de Dios en este hombre ciego; defiende un tipo diferente de poder y albedrío basado en la dignidad dada por Dios en el momento de la creación.

En la pregunta de Jesús, Bartimeo reconoce, o probablemente confirma, que Jesús no solo está ofreciendo caridad que pueda satisfacer su necesidad económica inmediata. Bartimeo también reconoce la nueva acción y enseñanza de Jesús y lo llama “Maestro” (Rabino). Este es un elemento muy importante para notar en la interpretación de nuestro texto. Un individuo marginado es reconocido en su dignidad y autonomía y tiene prioridad en las enseñanzas y el ministerio de Jesús. Como alguien con la dignidad de un ser humano creado a la imagen de Dios, Bartimeo responde la pregunta de Jesús con la solicitud “que recobre la vista.” Y aunque Jesús le indica en el versículo 52 que puede irse, Bartimeo sigue a Jesús. Bartimeo puede ver la importancia de este ministerio transformador facilitado por Jesús y sus discípulos, y está listo para seguirlo y ser uno de sus discípulos.

En el mundo de hoy, la medicina ha avanzado mucho con la ayuda de la investigación científica y la tecnología. La cirugía puede mejorar la vista y los ojos se pueden trasplantar para proporcionar nueva visión. Hoy el milagro no es que alguien recobre la vista; el milagro sería que reconozcamos la imagen de Dios en la humanidad. Lo común es que pasemos por alto la dignidad de un ser humano y tengamos como prioridad regulaciones, valores de mercado y estatus social que están relacionados con los grados académicos y la acumulación de riqueza. En el tiempo de Jesús, el milagro era dar la vista, y la diferencia era el reconocimiento de la dignidad y la prioridad asignada a servir a los marginados. Hoy, el milagro que necesitamos es que efectivamente se dé prioridad a las personas marginadas. Se requiere una nueva ética y organización en torno a las cuestiones sociales y los ministerios para reconocer la dignidad y la capacidad de agencia de los seres humanos.  

Este pasaje es quizás un llamado a repensar nuestros compromisos sociales, religiosos y políticos como individuos, como congregaciones y como comunidades. ¿Cuáles son los valores sociales y éticos que nos impiden reconocer la dignidad de cada individuo? ¿Cuáles son las creencias y valores culturales y religiosos que circunscriben nuestros ministerios y nuestra misión a la caridad? ¿Cuáles son las acciones y compromisos políticos que continúan produciendo la falta de vivienda e institucionalizando los bancos de alimentos? ¿Cuáles son los valores colectivos que continúan respaldando un sistema de bienestar que mantiene a los trabajadores en la pobreza? ¿Cuáles son los compromisos de fe y las enseñanzas que permiten que tantos hijos/as de inmigrantes sean separados de sus padres y/o sean mantenidos en centros de detención como prisioneros?


Nota:

1. Women’s Bible Commentary (Louisville: Westminster John Knox Press, 2012), en el Comentario sobre el Evangelio de Marcos, 487-488. Mi traducción.