Vigésimo tercer domingo después de Pentecostés

El héroe de Marcos 10

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Image: Fernando Gallego workshop, Detail from "The Healing of the Blind Bartimaeus," 1480-1488; licensed under CC0.

October 27, 2024

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Comentario del San Marcos 10:46-52



Antes de escribir el primer comentario sobre Marcos 10, pasé un buen tiempo estudiando el capítulo—orando las historias, meditándolas, analizando los detalles, buscando un elemento unificador entre ellas. Después de varios días y múltiples lecturas, me pareció que el punto más importante que estas historias tenían en común era el encuentro con Jesús. En ese momento no pensé en los detalles de cada comentario ni en las posibles conexiones entre las historias. Simplemente seguí la pista que cada encuentro me fue trazando, según escribía cada comentario.

Hoy concluimos el ciclo con el quinto encuentro, y debo admitir que el encuentro de Bartimeo con Jesús me ha sorprendido. He leído esta historia muchas veces, pero jamás la había estudiado como la conclusión de los cinco encuentros: Bartimeo, el ciego que era invisible para la sociedad, se vuelve ahora, visiblemente, el discípulo modelo. Ahora tengo un mayor aprecio por Bartimeo.

Así como en los comentarios anteriores, en los que cada nuevo encuentro se fue enriqueciendo a la luz de los anteriores, este último nos permite una lectura progresiva de los cuatro encuentros anteriores, desde los fariseos que buscan atrapar a Jesús hasta Bartimeo que busca ser liberado por Jesús. Veamos qué nos dicen los detalles de la historia.

  1. Primero, a diferencia de los encuentros anteriores, en los que todos los personajes vienen buscando a Jesús, o son llevados a él, Bartimeo el ciego es el único que no busca intencionalmente a Jesús. Todos parecen venir a Jesús con una agenda: los fariseos quieren hacerle caer; los adultos quieren la bendición de Jesús para sus pequeños; el hombre rico quiere la aprobación de Jesús y quizá una opción individualista para alcanzar la vida eterna; Jacobo y Juan quieren ser los favoritos de Jesús. Y cuando es el turno de Bartimeo, el hombre no parece tener una agenda, al menos no abiertamente, pero es claro que conoce a Jesús, pues clama por su misericordia.

Aunque el relato dice muy poco de Bartimeo, es fácil imaginar por qué no va en busca de Jesús. Quizá no sabía que Jesús estaría visitando Jericó, o no contaba con alguien que lo llevara hasta el Maestro, o lo más posible es que tenía que trabajar. Bartimeo se queda en su puesto regular, junto al camino de salida, pidiendo limosna, pues sabía que tarde o temprano Jesús aparecería por ahí. No pudo ir en busca de Jesús, pero estuvo listo para aprovechar la oportunidad cuando Jesús pasó a su lado, y al final, su encuentro con Jesús fue el más trasformador de todos.

La curación de Bartimeo resulta especial, no solo cuando la vemos a la luz de las otras historias del capítulo 10, sino particularmente cuando consideramos que el evangelio de Marcos solo registra la sanidad de dos ciegos, radicalmente diferentes la una de la otra.

  1. Segundo, notemos el uso limitado de nombres propios y títulos. Los personajes de los tres primeros encuentros son anónimos; solo a los hijos de Zebedeo y al ciego de Jericó se les llama por su nombre. Ni los fariseos, ni los/as niños/as que reciben la bendición de Jesús, ni el triste pobre hombre-rico son dignos de recibir un nombre, quizá porque los únicos que ameritan ser reconocidos son quienes tratan de seguir a Jesús. Cuando analizamos el significado de los nombres propios notamos una cierta similitud.

Veamos la lista: Jesús significa “Dios salva”; Zebedeo significa “Don de Dios”; Juan puede entenderse como “el bendito de Dios” o “Dios es bueno”; Jacobo, “que Dios proteja”; Bartimeo, “hijo honorable”; y David, “el favorito de Dios.” Quizá no hay mucho que podamos hacer con todos estos nombres. Cada persona ha recibido un nombre, o varios, y aunque nos gusten nuestros nombres o no, siempre es posible adoptar otros nombres y encarnar su significado en nuestras vidas. Podemos adoptar en nuestro corazón el nombre de Jesús y vivir con la convicción de que Dios salva; podemos actuar como “Zebedeo” y “Zebedea” para quienes nos rodean, como dones de Dios que son un regalo divino para los demás; podemos ser bendición de Dios para nuestra comunidad; podemos buscar en oración el favor y la protección de Dios para nuestra familia; podemos vivir como valientes y honorables hijas e hijos de Dios.

Lo otro que notamos en relación con los nombres es la forma en que Jesús es mencionado, o no, en cada encuentro. Los fariseos, aunque quieren desafiar a Jesús, prefieren no mencionar su nombre y evitan concederle deferencia al omitir el uso de alguno de sus títulos. La misma ausencia de un nombre o un título para dirigirse a Jesús muestra ya su desdén y el no querer reconocer a Jesús como el Mesías de Dios o como autoridad sobre ellos. El encuentro con los/as niños/as es tan corto y genérico que no se identifica a nadie por nombre.

En tercer lugar, viene el hombre rico, quien demuestra un gran respeto y devoción a Jesús, pues no solo le dice “Maestro bueno,” sino que también se postra de rodillas frente a Jesús, poniéndose así bajo la autoridad del Maestro. Los discípulos Jacobo y Juan también usan el título “Maestro” para dirigirse a Jesús cuando vienen con su petición infantil de reconocimiento. Y, por último, el que parece reconocer y ver la verdadera identidad de Jesús es el hombre ciego. Bartimeo, hijo de Timeo, reconoce a “Jesús, hijo de David.” Es un encuentro entre el hijo honorable o valioso, y el hijo amado o favorito de Dios.

Solo Bartimeo llama a Jesús por su nombre, como demostrando familiaridad. Luego lo llama “hijo de David,” reconociendo su papel de Mesías davídico, y por último lo llama “Maestro,” reconociendo su sabiduría y autoridad.

  1. Contrario a otros milagros en el evangelio de Marcos, en los que la multitud participa transportando a los enfermos para que lleguen a Jesús y puedan ser sanados, en esta historia el pobre Bartimeo tiene que luchar contra la multitud que trata de bloquear su camino a Jesús. Está claro que el hijo de Timeo conoce el poder del hijo de David, y lo expresa a voz en cuello cuando escucha que Jesús está cerca. Clama a Jesús pidiendo misericordia, y la multitud, que parece molesta por sus gritos y poco misericordiosa, trata de silenciar a Bartimeo.

Pero Bartimeo sabe lo que busca y a quien llama, así que no sucumbe a la presión de la multitud que trata de ignorarlo. Alza su voz de nuevo, con renovada fe, y esta vez es Jesús quien lo llama. Con la aprobación y llamado de Jesús, la multitud cambia de actitud y se muestra compasiva, animando a Bartimeo a que vaya a encontrarse con Jesús.

  1. Cuando Bartimeo escucha que Jesús lo llama, no espera a que Jesús le dé instrucciones de lo que debe hacer. Bartimeo se levanta de un salto de donde estaba sentado en el suelo y se despoja de su capa, que en su pobreza lo era todo, y va en busca de Jesús. Los fariseos no estaban dispuestos siquiera a dejar sus ideas; el hombre rico teme dejar sus riquezas en las que ha puesto su confianza; los discípulos le recuerdan a Jesús que lo han dejado todo por él, como tratando de recordarle el sacrificio que han hecho por él. Cuando Bartimeo escucha la voz de Jesús que lo llama, lo deja todo; su vieja capa se queda atrás como simbolizando el pasado que queda atrás cuando va al encuentro de una vida nueva en Jesús.

Y cuando llega ante Jesús, el Maestro le pregunta a Bartimeo qué quiere que haga por él. Jesús no encasilla a Bartimeo; le da la oportunidad de expresar su necesidad. Y una vez que lo hace, le concede su petición al instante: “¡vete, tu fe te ha salvado!” Es tan evidente la fe que Bartimeo tiene en el poder sanador de Jesús, que con tan solo su palabra Bartimeo recobra la vista al instante. Sin necesidad de tocarlo o escupir en sus ojos como lo había hecho con el ciego de Betsaida, Jesús sana instantáneamente a Bartimeo como respuesta a su fe.

  1. En cuanto al seguimiento de Jesús, la única razón por la que los fariseos lo seguían era para tenderle trampas; los adultos seguían a Jesús para llevarle a sus pequeños/as para que les sanara y bendijera; el hombre rico quiere seguir a Jesús, pero el precio le parece demasiado alto y se aleja; los discípulos muestran una fe inmadura, pero creciente, y luchan por seguir fielmente a Jesús. Bartimeo deja su capa, y su fe en Jesús le concede la vista y una nueva vida que se manifiesta en un seguimiento fiel y agradecido a Jesús.

Sin duda Bartimeo, el hijo valioso, es el héroe del capítulo 10 de Marcos. Es el discípulo modelo de Jesús. Demuestra una fe valiente y perseverante que no puede ser apagada por la multitud; reconoce a Jesús como el Mesías del linaje de David; busca a Jesús con humildad, clamando por misericordia y no exigiendo su sanidad; y lo deja todo para seguir a Jesús. Bartimeo nos modela el encuentro ideal con Jesús. No muestra la arrogancia de los fariseos, ni busca el reconocimiento del hombre rico. Más bien se acerca como los pequeños, sin miedo y con plena confianza en Jesús, dispuesto a dejarlo todo por Jesús, para vivir la nueva vida que Jesús ofrece en su reino, con una nueva visión.