Tercer domingo después de Epifanía

La opción de Jesús por la Galilea de los gentiles

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January 22, 2023

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Comentario del San Mateo 4:12-23



La lectura de este domingo toma lugar después de la tentación de Jesús en el desierto. Nos deja saber que Juan el Bautista fue arrestado. En el capítulo 14 el escritor del evangelio describe los detalles del encarcelamiento y la ejecución de Juan. Juan había denunciado el matrimonio de Herodes Antipas con Herodías, que había sido una estrategia para consolidar su deseo de ser reconocido como el heredero verdadero de su padre Herodes el Grande. Desde ese entonces, Jesús dejó Judea y regresó a Galilea. Al establecerse en la ciudad de Capernaúm, Jesús empezó a predicar el arrepentimiento de pecados y la venida del reino de Dios. Este es el mismo mensaje de Juan el Bautista (3:2) y les da a pensar a algunos que Jesús originalmente era discípulo de Juan. Y que cuando Juan fue arrestado, Jesús decidió continuar el mensaje de su mentor.

El autor enfatiza que Jesús comenzó su ministerio en Galilea, en las tierras que antes habían pertenecido a las tribus de Zabulón y de Neftalí.

En los estudios de religión, se habla de la “gran tradición” y la “tradición pequeña.” La gran tradición es la religión centralizada, la religión de la metrópoli, las instituciones oficiales de la fe. En este caso, son el Templo en Jerusalén, el sacerdocio, las ofrendas y los diezmos. La tradición pequeña es la fe de la periferia; es la religión popular, la fe en conjunto con las costumbres locales, la sinagoga, los profetas, los líderes rurales, las fiestas comunitarias, etc. Estas dos tradiciones existen en conjunto y en tensión la una con la otra. La religión oficial y centralizada trata de ejercer control sobre la religión de la periferia. En muchos casos, pone por debajo como “ignorantes” o “infieles” a quienes viven fuera del centro. La religión popular resiste estos esfuerzos, insistiendo en las costumbres que han pasado de familia a familia a través de los años. Una comparación moderna se podría hacer con el poder y la autoridad del Vaticano en tensión vis-à-vis con la fe y las tradiciones populares de comunidades locales en México, las Filipinas o Nigeria.

Hemos también de reconocer que, en los tiempos de Jesús, el Templo y sus instituciones eran controladas por líderes que cooperaban con los agentes del Imperio Romano. Sus posiciones y su poder procedían de un sistema de patronaje que los hacía deudores de Roma. Esto servía como otro nivel de complicación en una situación ya complicada en la cual el peregrinaje se usaba como forma de traer a los de afuera (y sus ofrendas) hacia el Templo. Además, algunos del movimiento de los fariseos servían como “policía moral” para ejercer control sobre el comportamiento de la gente.

Mateo nos cuenta que Jesús, en vez de ir a los centros de poder y autoridad religiosa, empezó su ministerio en la “Galilea de los gentiles.” Esta frase nos da a pensar que la región de Galilea estaba tan a la periferia y tan lejos de la metrópoli que al fin se había diluido la distinción entre lo que era judío y lo que era gentil. La región era agraria, ruda, ignorante y todo el contrario de la sofisticación urbana de Jerusalén y Judea. Fue aquí adonde el Señor decidió inaugurar su obra.

En verdad, esta elección no debe sorprendernos. Las escrituras están llenas de ocasiones en las que Dios escogió y dio preferencia al pequeño sobre el grande:

  • Dios escogió a Isaac sobre Ismael, el primogénito.
  • Dios escogió a Jacob, el menor, el consentido de su madre, sobre Esaú
  • Jacob bendijo al hijo menor de José, Efraín, en vez de Manasés
  • Dios escogió a Israel, no porque era grande, sino porque era pequeña entra las naciones
  • Débora profetizó que la victoria sería dada a la mujer, Jael, y no a los generales de Israel
  • Dios optó por David, el pastor de ovejas, en vez de sus hermanos mayores
  • El pueblo de Belén sería el lugar de nacimiento del rey davídico. No Jerusalén

Estos son ejemplos de lo que hoy llamamos la “opción preferencial hacia los pobres.” Es decir, Dios no es un agente neutral con respecto a sus bendiciones. El pobre, la menor, el oprimido, la que vive en la periferia, quienes viven sin poder sea por falta de dinero, por ser mujeres, por su orientación sexual o identidad de género, por haber nacido fuera del privilegio, por no ser raza o religión “óptima” – es a estas personas a quienes Dios acude.

Y si Jesús predica y sana en Galilea, en las regiones de Zabulón y de Neftalí, ¿dónde estamos nosotros/as? ¿Estamos cómodos en la metrópoli, lejos de las obras de Dios? No hemos de consolarnos en los centros de poder denominacional, en la autoridad del púlpito, o en los recursos del seminario, aunque estos tengan su lugar. No hemos de confundir la obra de Dios con nuestra comodidad. Al contrario, hemos de abrir los ojos a los lugares donde Cristo está obrando. Debemos abrir los oídos a la voz del Señor. Porque les aseguro que donde hallemos al marginalizado, al olvidado y al despreciado, ahí también encontraremos al Señor.