Comentario del San Mateo 25:1-13
Contextos
El texto para este domingo presupone un antiguo ritual judío: el Día de la Expiación, las hijas de Jerusalén, vestidas de blanco, salían a los viñedos, bailaban danzas circulares y se presentaban como mujeres casaderas. La Mishná nos cuenta lo que cantaban: “Joven, levanta los ojos y mira lo que elijas. No fijes tus ojos en la belleza, fija tus ojos en la familia. Engañosa es la gracia y vana la belleza; una mujer piadosa, sólo ella es digna de alabanza. Y también se dice: Denle del fruto de sus manos, alaben sus obras en las puertas (mTaan 4:8).”¹
En nuestro texto, una boda es la ocasión para tal “mercado matrimonial”, pues otras mujeres podían encontrar un futuro esposo.
El texto se sitúa dentro del llamado discurso escatológico de Jesús en Mateo 24-25. Se divide en:
- Señales de la venida del Hijo del Hombre (24:1-42)
- Expectativa de la venida: 4 parábolas (24:43-25:30)
- Padre de familia y ladrón (aspecto: venida repentina)
- El siervo fiel y el siervo malo (aspecto: configuración de la espera)
- Las vírgenes prudentes y necias (aspecto: preparación de la venida)
- Los talentos confiados (aspecto: preparación de la venida)
- La venida del Hijo del Hombre: el Juicio Final (25:31-46).
La composición del discurso de Mateo incorpora sin duda las experiencias de las primeras iglesias: el retraso del regreso de Cristo y el decaimiento de la expectación. En este contexto, la parábola apunta más a la preparación oportuna que a la exhortación a la vigilancia (v. 13).
Observaciones sobre el texto
Según esta parábola, el reino de los cielos llega como un novio a una boda. Por tanto, hay una tensa expectación y anticipación, no miedo al juicio. Esto está en extraña tensión con la puerta cerrada para las cinco mujeres insensatas al final.
Partenoi suele traducirse como vírgenes. Sin embargo, no se refiere a su virginidad, sino a las jóvenes de entre 12 y 13 años que se consideraban casaderas en aquella época. Podían demostrar su destreza preparando y encendiendo las antorchas. “La hija sensata (phronime) consigue marido, pero la hija que se comporta vergonzosamente se queda sentada, y causa pena a su padre” (Sirá 22:4). El diálogo entre los dos grupos de mujeres demuestra que compiten entre sí. Ambos grupos funcionan según un sistema social patriarcal. Las mujeres inteligentes llenan sus lámparas y vasijas de aceite a tiempo, es decir, demuestran que tienen suficiente aguante y que se han preparado completamente para la llegada del novio. Las mujeres necias no lo esperan realmente; su fuego se apaga rápidamente.
Todas las mujeres se duermen: han esperado en vano, se han cansado y han perdido la paciencia. Es una actitud similar a la de quienes tienen mejores cosas que hacer que perder el tiempo con fantasías religiosas, como suele decirse.
La conclusión es aterradora. ¿Dónde está la solidaridad de las mujeres sabias? Rigurosamente rechazan las peticiones de las necias. Riguroso es también el novio. La puerta permanece cerrada, su juicio es severo: “No os conozco” (v. 12). ¿Cómo encaja esto con la imagen de la boda y la ilusión del reino de los cielos? Esto plantea la cuestión de la interpretación fundamental de la parábola.
Reflexión teológica
La parábola ofrece suficientes motivos para una interpretación errónea. Una comparación directa de las diez jóvenes con el reino de los cielos y del novio con el Cristo que vuelve (v. 1) lleva por mal camino. La situación descrita de la preparación de una boda según las ideas patriarcales (las mujeres como objetos cuyo único fin es desposarse, y que tienen que ofrecerse, someterse a los criterios de selección masculinos, definirse por el marido o ser rechazadas bruscamente) es un reflejo de las condiciones sociales en la Palestina de la época de Jesús. Aplicarlo directamente al reino de Dios sería poner allí estructuras injustas. Los patrones de recompensa y castigo por el comportamiento correspondiente encajarían en esto. El Reino de Dios sería entonces una mera extensión de la vida terrenal.
Otra interpretación ve en la puerta cerrada una imagen del juicio escatológico. Las mujeres insensatas que no tienen aceite no tienen nada que mostrar que les permita entrar. El aceite representa las buenas obras que faltan. Esta interpretación funciona con una lógica binaria: mujeres listas y necias, tener aceite o no tener aceite, estar bien preparadas o mal preparadas, admitidas o rechazadas, el mundo aquí, el reino de los cielos allí. El peso de la interpretación recae en el comportamiento ético de las personas; no en el mensaje de liberación y amor, que al fin y al cabo Jesús predicó y practicó.
Así pues, se sugiere una tercera interpretación, que surge de la traducción del v. 1. El homoioun no tiene por qué traducirse como “será semejante;” también puede significar “comparar.” Entonces, la introducción de la parábola dice: “Entonces el reino de los cielos puede compararse con la realidad de diez mujeres jóvenes.” Entendida así, la parábola plasma la dura e injusta situación social, especialmente de las mujeres, mientras que el reino de los cielos es un reino de alegría y fiesta. La puerta cerrada al final no representa el juicio final, sino el fin de este mundo. La parábola habla del tiempo que precede a la venida de Cristo. ¿Cuál es el punto de unión entre estas dos realidades? Es la llamada del esposo: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir,” dijo Jesús (v. 13). Estar despiertos se concreta en prepararse para lo que ha de venir (como las jóvenes prudentes). Este es el aguijón que Jesús pone a la dura realidad con su parábola. “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia,” dice Jesús en el Sermón de la Montaña (Mt 6:33). Quienes confían, esperan y aguardan la justicia de Dios ya se están preparando para ella aquí y ahora a través de su comportamiento, no con el fin de recibir recompensa, sino porque viven de acuerdo con su esperanza. Desde esta intención, la parábola puede entenderse en armonía con el mensaje y la vida de Jesús. Él se enfrenta a la dura realidad para cambiarla desde la justicia de Dios.
Consideraciones homiléticas
El sermón podría comenzar con la tensión entre la ilusión del reino de los cielos y la puerta cerrada. En la parte principal, se puede profundizar en este trazo describiendo el banquete de bodas en el contexto de aquel tiempo y confrontándolo con el mensaje de Jesús sobre el reino de Dios. La pregunta sigue en pie: ¿Funciona el reino de los cielos como una invitación a una boda? Finalmente, hay que rechazar esta ecuación y llevar a cabo la comparación antitética. Se trata de estar despierto en este mundo y prepararse para el otro mundo. Esto debe apoyarse con ejemplos concretos. Pueden ser ejemplos de la vida personal, como darse cuenta de la soledad de un vecino e invitarle a entrar, o un ejemplo de la vida congregacional. La congregación que abre sus puertas a las personas sin techo en Nochebuena, les invita a comer y celebra la Navidad con ellas, dándoles un anticipo del banquete en el reino de Dios.
Notas:
- Citado por Luise Schottroff, Die Gleichnisse Jesu, Gütersloh: Gütersloher Verlagshaus, 2005, 45 (mi traducción).
November 12, 2023