Decimoctavo domingo después de Pentecostés

Curación y salvación

Man with hands outstretched in a field
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October 9, 2022

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Comentario del San Lucas 17:11-19



Lucas ubica este relato dentro de la narración del viaje de Jesús a Jerusalén.

Podemos encontrar la siguiente estructura del relato: 1. Narración del hecho; 2. Desenlace; 3. Cierre.

Pero antes veamos un poco el contexto.

Los samaritanos en el evangelio

Los samaritanos, por estar ubicados geográficamente al norte de Judea, son un grupo que para los judíos era de otra etnia y no cumplía con las condiciones religiosas para alcanzar la salvación. De ahí que este episodio resalte, como sucede también en Lucas 10:25-37, que es precisamente la fe en Jesús (fe cristiana) la que hace posible que este samaritano acceda a la salvación que le había sido negada y que, además, contraponga la actitud de nueve judíos con la de un samaritano.

La lepra en el contexto bíblico

Tanto en el AT como en el NT, son mucho los textos que nos hablan de enfermos de lepra. Por su condición y el riesgo de contaminar a otros, las leyes del Levítico (13-14) les imponían un duro aislamiento. Al no poder vivir insertos en la sociedad, subsistían con lo que la gente les daba. Pero, a su vez, las mismas leyes del Levítico (13-14) les daban la posibilidad de reintegrarse, luego de hacer un ritual, si se habían curado. De ahí que pasajes como 2 Reyes 5,1-5 sobre Naamán, el sirio, o Marcos 1,40-45 y paralelos, hablen de la curación milagrosa de leprosos como su única posibilidad de ser restaurados y reintegrados en su sociedad.

La ubicación geográfica del relato

Lucas comienza señalando el escenario: Jesús va camino a Jerusalén, culmen de su misión; aun si lo ubicamos en una zona fronteriza entre Galilea y Samaria, antes de bajar al valle del Jordán, para luego subir hacia Jerusalén. Esta ubicación expone la intencionalidad de Lucas de presentar a un grupo de leprosos en el que figura un enfermo procedente de la región de Samaria.

  1. Narración del hecho

El protagonista del relato es “el samaritano agradecido,” aunque comúnmente se le conozca a este episodio como “la curación de los diez leprosos.” Y es que, si bien son diez los leprosos que han sido destinatarios de una curación milagrosa de Jesús, solo uno “vuelve” y experimenta la “salvación,” lo que nos hace inferir que los otros nueve, no. Y ese que se vuelve es justo un samaritano.

El relato pone en boca de los enfermos una súplica, muy común en los relatos bíblicos: “ten misericordia de nosotros” (véase Salmo 50), lo que puede interpretarse como la petición de una limosna, pero que, dentro de la teología de Lucas, significa que los leprosos le piden a Jesús “compasión,” es decir, que experimente la situación de aislamiento en la que están y que haga algo para sacarlos de esa situación. Ante esta petición, la respuesta de Jesús no es, como sería de esperarse, curarlos mediante algún signo o mediante su palabra. Primero los “ve” (verbo muy típico de Lucas ante una situación de sufrimiento; véase Lucas 7:13 y 13:12, entre otros) y luego les indica el camino estipulado en el judaísmo para que se reincorporen a la sociedad. Así resalta que la actividad evangelizadora del reino de Dios no se contrapone con el respeto a la ley judía. En este caso, se trata de una norma legal necesaria para que se testifique su limpieza y los enfermos puedan reincorporarse a la sociedad.

Mientras se marchaban, quedaron limpios. “Y aconteció que, mientras iban, quedaron limpios” (v. 14). La curación no es instantánea, pero el desarrollo narrativo presupone en ellos una confianza en la palabra de Jesús que se evidencia en el seguimiento de sus instrucciones. Como se advirtió anteriormente, solo uno se volvió. La “vuelta” implica una “conversión,” es decir, un reconocimiento de Jesús como su salvador.

  1. Desenlace

El relato termina con la idea de que la curación de los leprosos ocurre a distancia, como en el relato del siervo del centurión de Lucas 7:1-10. Los leprosos aceptan hacer lo que Jesús les pide antes de comprobar que están curados, y la curación ocurre mientras van de camino a presentarse a los sacerdotes que testificarán su limpieza. Es decir, es la fe en Jesús, sin haber comprobado el hecho, la que procura dicha curación. Es una invitación clara a quien lee a confiar en la palabra de Jesús.

La teología del relato está entonces, no en el hecho de quedar curado, sino en la capacidad de “ver” (v. 15), de darse cuenta de que toda curación supone una “salvación.” Este relato subraya precisamente la importancia de la fe en quien tiene el poder para curar como complemento de la restauración.

Por tanto, lo que vemos aquí no es sólo un “relato de milagro,” sino una contraposición entre agradecimiento e ingratitud, donde el agradecimiento se entiende como el reconocimiento de que Jesús es quien tiene el poder de restaurar, de curar, de salvar.

  1. Cierre

Lucas, a partir del recurso literario de las preguntas retóricas, pone en boca de Jesús la conclusión o la teología del relato: “Y los nueve, ¿dónde están?,” dice nuestro texto en el v. 17, y la traducción literal de esa parte es: “pues los nueve, ¿dónde (están)?” En el original griego, el adverbio interrogativo “dónde” está en posición enfática al final de la frase. El contraste entre “nueve” y “uno” expresa nuevamente la decepción de Jesús. La obediencia de estos nueve al mandato de Jesús: “mostraos a los sacerdotes” les produjo la curación física, pero su falta de fe, de reconocimiento, su ingratitud, les hizo perder la mayor oportunidad de su vida, la de alcanzar la “salvación.”

El sentido que interpela y desafía a quien lee, la ironía propia del género parabólico, es que ha regresado sólo un extranjero, es decir, una persona que por su etnia no podía entrar en el templo de Jerusalén y, por tanto, su reingreso en la sociedad no estaba sometido al juicio de un representante oficial de la ley judía. “Este era samaritano” (v. 16). Lo que pareciera una indicación “despectiva” es finalmente un elogio del samaritano (como en la parábola de Lucas 10:25-37) que se contrapone a la actitud arrogante de “los nueve” (v. 17). Ya en Lucas 9:53 habíamos sido advertidos del rechazo a Jesús precisamente por los vecinos de una “aldea de los samaritanos,” pero ahora, la aprobación de ese gesto de un “samaritano” deja entrever, no sólo una crítica a “los nueve” que se infieren que son judíos, sino la apertura a la salvación para todas las naciones (Lucas 2:31; véase también Hechos 8:5-8).

El relato se cierra con unas palabras de Jesús que repite en otros contextos: “Tu fe te ha salvado” (7:50; 8:48; 18:42).


Fuentes consultadas:

Fitzmyer, El evangelio según Lucas, III (Madrid: Cristiandad, 1987), 791-804.

García R., Evangelio de Lucas (Bilbao: Desclée De Brouwer, 2013). Versión digital. Digitalia