Vigésimo domingo después de Pentecostés

Los pasajes bíblicos que ilustran encuentros entre extranjeros tienen mucho potencial para inspirar la predicación.

October 10, 2010

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Comentario del San Lucas 17:11-19



Los pasajes bíblicos que ilustran encuentros entre extranjeros tienen mucho potencial para inspirar la predicación.

Interpretación de la Lectura
Aquí tenemos un encuentro entre dos hombres que consideraban al otro como extranjero: Jesús representando a los judíos israelitas, y el hombre sanado representando a los judíos samaritanos.

El encuentro toma lugar en múltiples zonas fronterizas. Por un lado, Jesús está en la frontera entre las provincias de Samaria y Galilea (v. 11), un lugar muy apropiado para el encuentro de dos extranjeros. Es decir, la geografía le da énfasis al encuentro principal que ocurre en el relato. Por el otro lado, se puede decir algo parecido sobre la ubicación específica del encuentro, porque Jesús no está definitivamente dentro de la aldea—está por entrar a la aldea cuando los diez hombres leprosos lo abordan (v. 12).

Los hombres leprosos guardan su distancia porque eran considerados impuros según la ley judía (Lv 13-14). Su enfermedad—el término “lepra” se refiere a varias enfermedades contagiosas de la piel que impedían la participación en la vida civil y religiosa—explica por qué se quedan fuera de los límites de la aldea y le gritan a Jesús de lejos (vv. 12-13; cfr. Lv 13:45-46; Nm 5:1-4). Además, las instrucciones de Jesús en el v. 14 están en conformidad con las estipulaciones de la ley para ser considerado puro (Lv 13:1-46; 14:1-32; cfr. Lc 5:12-14), y predicar acerca de un Jesús que se presenta en contra de las costumbres judías no tiene sentido en este caso (ni casi nunca).

Las instrucciones de Jesús suponen que en el camino al sacerdote los hombres quedarían sanos, porque el ritual de la purificación solo podía suceder si el enfermo había sanado (Lv 14:3). ¿Tendrían fe los diez en la palabra de Jesús? Esta curación trae a la mente la de Naamán (2 Re 5:1-15; cfr. Lc 4:27). Naamán, un sirio, era un extranjero con respecto a su sanador Eliseo, un israelita. Eliseo no lo sana instantemente; lo manda a lavarse en el río Jordán. Al hacerlo, Naamán es sanado de su lepra. Mientras que Naamán protesta por tener que irse a lavar en el río (2 Re 5:10-12), los diez leprosos van directamente al sacerdote, mostrando fe en la palabra de Jesús. Y en el caso de los diez leprosos, es mientras van de camino que se curan (v. 14).

En este punto de la narración de San Lucas, no es una gran sorpresa que Jesús pueda sanar a hombres leprosos (él ya había sanado a uno en 5:12-14). La ocurrencia inesperada es que sólo uno regresó para darle las gracias, y que este era un samaritano (vv. 15-16). Hasta Jesús se queda sorprendido (17:17-18).

Hay que tener en cuenta que los otros nueve no hacen mal por no volver, ¡a menos que uno quiera decir que hacen mal al obedecer las instrucciones de Jesús del v. 14! El asunto es que, aunque los otros nueve son lo suficientemente obedientes como para cumplir con el mandato de Jesús, el samaritano reconoce que su curación merece una muestra de gratitud hacia Jesús y una glorificación espontánea de Dios. La glorificación espontánea es una respuesta favorita en San Lucas hacia la manifestación del poder divino y la misericordia divina (2:20; 5:25; 7:16; 13:13; 18:43; 23:47; Hch 4:21; 21:20). El samaritano reconoció que, en este caso, era más apropiado seguir los impulsos de su conciencia que cumplir con los reglamentos de su religión y las instrucciones de su curador. No es decir que cumplir no fuera algo bueno—fue justamente por seguir los reglamentos y las instrucciones que sucedió su curación y su reincorporación a la vida civil y religiosa, y que se produjo la restauración de su dignidad a los ojos de la sociedad. Pero por actuar según su discernimiento, Jesús valida su fe y proclama su salvación (v. 19).

Sugerencias para la Predicación
Predicar sobre la relación entre Jesús y el samaritano es oportuno hoy en día, tomando en cuenta que la inmigración sigue siendo un hecho en las fronteras de los Estados Unidos y en muchísimas otras partes del mundo.

El samaritano muestra fe al confiar no sólo en que Jesús tenía la habilidad de sanarlo, sino también en que Jesús actuaría en contra de los prejuicios comunes contra los samaritanos. Los samaritanos reconocían como literatura sagrada solamente la Torá (no los Profetas ni los Escritos), y tenían en el monte Gerizim su propio templo aparte del templo en Jerusalén. No se llevaban bien con los judíos de Judea y Galilea, quienes consideraban a los samaritanos como extranjeros medio-paganos (si no paganos enteramente) o judíos de segunda clase. Estas relaciones amargas aparecen en el mismo evangelio de San Lucas en 9:52-53 cuando los samaritanos le niegan hospitalidad a Jesús, una gran ofensa en el judaísmo antiguo. Pero Jesús no se conforma con los prejuicios que dominan a ambas facciones. Jesús reprende a sus discípulos Santiago y Juan por su sugerencia en 9:54-55 de responder con violencia al desaire de los samaritanos; presenta a un samaritano como ejemplo para seguir en la parábola de 10:25-37; y en nuestra lectura sana sin vacilar al samaritano leproso y proclama el mérito de sus acciones.

Jesús sirve como modelo para nosotros los cristianos y las cristianas. Cuando los inmigrantes y extranjeros/as cruzan las fronteras y se encuentran en nuestros países (legalmente o no), ¿cómo los recibimos? ¿Con los prejuicios que impregnan algunas de nuestras leyes, políticas públicas, normas sociales, y los comentarios de los medios de comunicación?

No debe de ser así, si pretendemos seguir el ejemplo de Jesús. La conciencia cristiana a veces exige que actuemos en contra de los sentimientos predominantes y  que les demos prioridad a las necesidades humanas del extranjero/a entre nosotros y nosotras, como lo hizo Jesús en el caso del samaritano de esta lectura. Según el ejemplo de Jesús, la prioridad al actuar es siempre la restauración de la dignidad del ser humano. Esto sigue siendo el caso aunque requiera que pasemos por alto ciertas normas sociales o legales, incluyendo las que fueron establecidas hace tiempo o con buenas intenciones (muchos sostienen que las leyes que afectan negativamente a los inmigrantes procuran proteger los empleos para los ciudadanos). Recordemos que el samaritano evitó cumplir con la ley judía y las instrucciones de Jesús porque se dio cuenta de que algo diferente era más apropiado, y por actuar en consecuencia, mostró la fe que lo salvó.