Comentario del San Mateo 20:1-16
Un huracán azota Florida. Se cobra vidas y causa daños por un valor de miles de millones de dólares. Como falla la electricidad de los frigoríficos y aires acondicionados, las gasolineras venden bolsas de hielo a 10 dólares en lugar de a dos. Los pequeños generadores eléctricos cuestan de repente 2000 dólares. Los árboles caídos aumentan la demanda de motosierras y reparaciones de tejados. Una empresa ofrece retirar dos árboles de un tejado por 23000 dólares. Las personas residentes de Florida están indignadas. “Después de la tormenta vienen los buitres,” reza el titular de un periódico. Y el gobernador impulsa una ley contra los precios abusivos, contra la resistencia de muchos economistas. Esto ocurrió en año 2004.¹ ¿Qué es un precio justo? ¿Lo que determina la demanda o lo que exige la necesidad?
Cuenta una vieja historia: Una señora rica que había desempeñado un gran papel en la tierra se fue al cielo. Pedro la recibió, la presentó y le mostró una hermosa villa: “Este es el piso de su criada.” Entonces la señora pensó: Si mi criada tiene un piso tan bonito, ¿qué tendré yo? Poco después, Pedro le enseñó otra casa muy pequeña y miserable y le dijo: “Ese es su piso.” Indignada, la señora dijo: “Seguro que no puedo vivir en eso.” Pedro le contestó: “Lo siento, pero no podíamos construir más con los materiales que nos envió.” ¿La recompensa como justicia?
Observaciones sobre el texto
Esta parábola es uno de los relatos más conocidos del Nuevo Testamento, pero también uno de los más inquietantes. Aquí chocan dos ideas de justicia: por un lado, la justicia distributiva que describió Aristóteles. Justicia significa dar a cada uno lo que le corresponde o lo que se ha ganado. Los obreros de la parábola, que fueron contratados primero, también piensan así. No reciben más que los últimos, que han trabajado mucho menos. Consideran que este tipo de acuerdo es injusto. Protestan al dueño de la viña: “Estos últimos han trabajado una sola hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día” (v. 12). Esto es injusto.
Por otro lado, está la justicia dadivosa del Señor. No se basa en el trabajo realizado, sino en lo que necesita el jornalero. Incluso el último debe y puede alimentarse.
Reflexión teológica
Este es el punto de partida de dos interpretaciones diferentes de la parábola en teología.
La primera interpretación, muy utilizada, es la clásica, que reconoce en el viñador una imagen de Dios. Se basa en la distinción entre la mitad figurada y la mitad real de la parábola. La mitad figurada describe el trabajo de los jornaleros, su empleo, su remuneración y la generosidad del patrón. La parte real traslada este proceso a la acción de Dios en el reino de los cielos. Esto sitúa la gracia y la generosidad de Dios en el centro, pero también en contraste con una justicia mundana que recompensa según el rendimiento. El punto débil de esta interpretación, sin embargo, es que estas dos concepciones de la justicia están desconectadas entre sí, es decir, que la justicia de Dios es diferente a la justicia humana, pero no cambia nada en nuestra realidad cotidiana. Por así decirlo, se transfiere al futuro y sigue siendo objeto de las esperanzas y los sueños humanos.
Por eso, la interpretación histórico-social de la parábola² opta por un enfoque diferente. Reconoce en la parábola ante todo una descripción de la situación social en Palestina de la época de Jesús. El dueño de la viña, el padre de familia (oikodespotes), es el propietario privado de la tierra y como tal, tiene el derecho ilimitado de disponer de ella, así como—según el derecho romano—sobre la propiedad, la familia, los esclavos y las esclavas y la herencia. Los jornaleros se encuentran en la parte inferior de la jerarquía social, incluso por debajo de los esclavos. Pueden ser explotados y despedidos en cualquier momento. En la parábola, el dueño de la casa sólo fija el salario para los primeros; a los siguientes sólo quiere darles “lo justo” (v. 4). El hecho de que siga contratando a los últimos jornaleros puede estar relacionado con su pura orientación al beneficio. Mantiene los costos laborales lo más bajos posible y contrata sólo a los trabajadores necesarios para alcanzar el objetivo diario. Su amabilidad hacia los últimos sigue siendo caridad dentro de las ideas contemporáneas de un terrateniente, pero no cambia las circunstancias. Según esta interpretación, el terrateniente no puede compararse con Dios, cuya bondad es ilimitada. Se trata, pues, de una parábola antitética que confronta las condiciones brutales del mundo con la gracia de Dios en el reino de los cielos. Pero incluso en esta interpretación, al final se enfrentan bruscamente dos formas de justicia y se desgarran el mundo y el reino de Dios. Además, es difícil entender por qué Jesús cuenta una parábola que, una vez más, describe vívidamente el mundo cotidiano familiar, mientras que el “reino de los cielos” permanece abstracto y pálido.
Una tercera interpretación, que yo llamaría presente-escatológica, es por lo tanto más obvia. No se trata de una comparación o una antítesis, sino de dinámica y cambio. En esta parábola, Jesús describe lo que sucede cuando el Reino de Dios se encuentra con el mundo cotidiano. Entonces se producen cambios y convulsiones en medio de las condiciones sociales dadas.
En tal caso, un hombre de negocios o un empresario sobriamente calculador reconoce de repente la difícil situación del último jornalero y muestra su bondad. Siendo así, un gobernador (como en la historia inicial) reconoce la necesidad de hacer cumplir una ley contra la especulación de precios. Todo esto no es todavía el reino de Dios en su perfección, pero es el “reino de los cielos” aproximándose, el reino de Dios en medio de nuestro mundo en modo de batalla, por así decirlo. Al contar la parábola, Jesús introduce una nueva dimensión transformadora en nuestro mundo. La dinámica de la parábola es decisiva: esperar el reino de los cielos, contar con el reino de Dios significa repensar aquí y ahora, cambiar, intervenir, defender una justicia que vea la necesidad del prójimo.
Opciones homiléticas
El sermón podría comenzar con la pregunta central ¿qué es la justicia?, preferiblemente con uno o dos ejemplos concretos. No es necesario referirse a las diferentes interpretaciones de la parábola, pero se puede describir el contexto social a modo de ilustración, y luego utilizar el impulso de la tercera interpretación para destacar la dinámica de la esperanza del reino de Dios. El mensaje es: la verdadera justicia surge en el horizonte del reino de Dios. Esto tendría que apoyarse con ejemplos concretos que muestren avances y cambios en las actitudes y circunstancias tradicionales.
Notas:
- Según Michael J. Sandel, Gerechtigkeit. Wie wir das Richtige tun, Berlin: Ullstein, 2013, 9-12. Edición original con el título: Justice, New York: Farrar, Straus and Giroux, 2009.
- Luise Schottroff, Die Gleichnisse Jesu, Gütersloh: Gütersloher Verlagshaus, 2005. Se refiere principalmente a William R. Herzog, Parables as Subversive Speach. Jesus as Pedagogue of the Opressed, Louisville: Westminster John Knox Press, 1994
September 24, 2023