Décimocuarto domingo después de Pentecostés

Marcos 7:1-8

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"the last fig" image by Lisa Murray via Flickr; licensed under CC BY-ND 2.0.

August 30, 2015

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Comentario del San Marcos 7:1-8, 14-15, 21-23



Marcos 7:1-8

Jesús no está denigrando la limpieza cuando dice que “lo que sale” (v. 15) de una persona es lo que la contamina. Lo que quiere decir es que el “no matarás” (Ex 20:13) o el “no dirás contra tu prójimo falso testimonio” (Ex 20:16) no pueden tener la misma importancia que lavarse o bañarse antes de comer.

Jesús tampoco quiere denigrar las leyes fariseas, siempre y cuando se recuerde que las leyes están hechas para las personas y no al revés, cosa que especifica con fuerza y con ejemplos vivos, como cuando permite que sus discípulos arranquen espigas durante un día sábado (Mc 2:23).

Pareciera que el evangelista Marcos conocía bien todas las leyes fariseas, así como también las debe haber conocido bien el apóstol Pablo “instruido a los pies de Gamaliel” (Hch 22:3), pero tanto Marcos como Pablo superan la etapa de la literalidad para tratar entender el sentido de las leyes.

Si lo pensamos un poco, lo que nos pasa muchas veces con la Biblia, y especialmente con el Nuevo Testamento, es que tendemos a la literalidad y nos olvidamos de que buena parte del Nuevo Testamento está compuesto por dichos recogidos por los seguidores y las seguidoras de Jesús. Esos dichos seguramente fueron pronunciados por Jesús en diversas ocasiones, pero cada cual los escuchaba y entendía como podía, dependiendo de su propia realidad. Y muchos de los dichos, por otro lado, son parábolas, o recuerdos que han sido cargados de significado por ser altamente simbólicos.

La literalidad empobrece el mensaje de Jesús al máximo. Cada gesto, cada palabra, cada paso que Jesús da, debe ser entendido como una parábola que enseña algo. Jesús fue el primer predicador itinerante. Enseñaba mientras iba de pueblo en pueblo… y los fariseos y escribas, nombrados en nuestro texto en el v. 1 y denigrados por los evangelistas, aparecen con frecuencia en escena para interpelar a Jesús, como un prototipo del que duda, o sea, de nosotros/as mismos/as, dando lugar a la explicación que todos y todas necesitamos. Porque, ¿quién no ha dudado alguna vez? ¿Quién no se ha preguntado si está entendiendo bien el evangelio?

Se trata de guardar el espíritu de la ley; no la letra. Esto es lo que nos explica Jesús en los vv. 9-13 que están fuera del texto para hoy. Que se entienda, pues, que no es mala la ley en sí misma, sino lo que hacemos los seres humanos con ella, que en definitiva es poner la ley por encima de las enseñanzas del Señor, eludiendo así su autoridad.

Marcos 7: 14-15

En estos versículos el Señor trata de asegurarse de que sus palabras anteriores sean bien comprendidas. Está implícito en lo que dice Jesús que aun cuando los alimentos que se ingieran no sean kosher y, por lo tanto, no cumplan con las reglas de pureza impuestas por las leyes judías, lo que contamina es sin embargo lo que sale de nuestras bocas.

Si el evangelio de Marcos es tardío, como parecieran inclinarse ahora a creer los biblistas, por evidencia interna del mismo evangelio, hay que recordar que los fariseos salvaron al judaísmo de desaparecer cuando los judíos perdieron su tierra y su templo.1 Los fariseos constituían una competencia muy dura para el cristianismo primitivo que estaba siendo perseguido, mientras que el judaísmo conservaba un status especial dentro del imperio, a pesar de la diáspora. El cristianismo era juzgado como criminal, por no honrar ni quemar incienso al emperador. El judaísmo, en cambio, seguía siendo respetado y permitido como religión muy antigua, a pesar de las rebeldías del pueblo israelita, aunque en algún momento de la historia también los judíos sufrieron persecuciones. Esto sucedió por ejemplo cuando Claudio, emperador de la Primera Dinastía en el s. I, fastidiado porque los judíos siempre peleaban entre sí, según una carta que se conserva, ordenó que todos los judíos saliesen de Roma.2 Cabe agregar que Prisca (o Priscila) y Aquila, quienes conocieron a Pablo en Corinto y se convirtieron en sus colaboradores, llegando a exponer su vida por el apóstol y a hospedar una iglesia en su propia casa (Ro 16:3-5), estaban entre los judíos que debieron salir de Roma, por lo menos temporariamente, por causa del mencionado decreto de Claudio (Hch 18:2).

Marcos 7:21-23

Jesús se extraña de que sus discípulos todavía no entiendan (v. 18). Lo que contamina no es lo que entra, sino las intenciones y los pensamientos que salen del corazón de la persona; esto es lo que contamina.

En lugar de preocuparnos tanto por lo que comemos o cómo lo comemos, deberíamos pensar en lo que pensamos, en lo que haríamos si pudiéramos, en cuáles son nuestras prioridades, cuáles nuestros intenciones… que generalmente están mucho más contaminados que aquello que comemos.

Es verdad, y seguirá siendo verdad, que nuestros pensamientos muchas veces son malos aunque nos esforcemos en lograr que nuestras acciones sean buenas. Y que la comida no tiene nada que ver con las conductas “impuras.”

Y esto va para todas las personas que domingo a domingo, loamos al Señor, sentadas en los bancos, a veces siempre los mismos, repitiendo gestos, que si no están acompañados no sólo de buenas acciones, sino también de buenas intenciones y pensamientos, son sólo gestos vacíos, contaminados.

El pasaje es duro y no va dedicado exclusivamente a fariseos y escribas, sino a todos y todas los que nos llamamos discípulos y discípulas del Señor. La exhortación es, pues, a purificar y lavarnos no sólo hasta los codos, sino cada pensamiento. No es fácil. La exigencia es mucha. Pero la pregunta es: ¿cómo sería el mundo si todos y todas cumpliéramos con este mandato?


Notas:

1. El fariseísmo transformó la religión del templo en una religión familiar, en la que el padre tomó el lugar del sacerdote, y así en la diáspora, sin tierra y sin templo, el judaísmo pudo seguir viviendo, hasta el día de hoy. Los fariseos siempre aparecen en los evangelios cuestionando a Jesús, pero de esa manera dan lugar a las explicaciones del maestro, haciendo con sus dudas, las mismas que suelen asaltarnos muchas veces, un aporte a la teología de la salvación. No puede demostrarse de manera irrefutable si el evangelio de Marcos es o no tardío y por lo tanto, afirmar lo uno o lo otro sólo puede ser una hipótesis de trabajo.

2. La Carta de Claudio (emperador desde el 41 al 54 DC) que se conserva asegura que los judíos se estaban peleando todo el tiempo por un tal Xrestos, y podemos presuponer que se refiere a las primeras peleas acerca de si Jesús era o no el Mesías esperado.