Duodécimo domingo después de Pentecostés

Jesús, el pan generoso y gratuito

dried fish on a board
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August 15, 2021

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Comentario del San Juan 6:51-58



El evangelio, la buena noticia que Jesús vino a darnos, es alimento para la vida. Su presencia y testimonio colma toda expectativa y nos desafía a la fe y la esperanza. El texto de este domingo nos habla de eso. Leemos una porción del discurso de Jesús en la sinagoga de Capernaúm (6:59). Hemos leído las últimas semanas textos del capítulo 6 y continuaremos con él hasta el próximo domingo. Estas son algunas ideas para compartir en la homilía.

  1. El contexto del Antiguo Testamento. Es central la mención del maná que “vuestros padres comieron” en el desierto (Éx 16). Jesús evoca aquel pan que posibilitó la vida del pueblo de Israel en su camino hacia la tierra prometida y ahora se coloca él mismo en el lugar del maná. Jesús es el nuevo pan de vida.
  2. Jesús y las fiestas de Israel. Jesús acostumbra a colocarse en continuidad con las fiestas de Israel. En esta oportunidad está en los días de la Pascua y vincula su ministerio con aquella experiencia histórica. En aquel entonces habían recibido el maná que les dio vida, pero ahora el alimento que ofrece Jesús es mejor que el antiguo maná; su presencia en medio nuestro es más fuerte que la de su Padre en el desierto. En la prédica y presencia de Jesús el tema del maná llega a su cumplimiento y plena realización. Con aquel pan comieron y murieron; con este pan vivirán por siempre.
  3. El contexto textual del pasaje. La unidad es todo el cap. 6, que comienza con la multiplicación de los panes y los peces. Este milagro coloca el símbolo de la comida en el centro de la predicación de Jesús. No es solo el hambre saciada lo que se revela en esa oportunidad, sino la vocación de Jesús de atender las necesidades de la gente. Hambre física volverán a tener, pero el pan multiplicado habla de la abundancia de la gracia que Jesús derrama sobre quienes lo oyen y siguen.
  4. La carne y la sangre. En las palabras de Jesús hay una clara alusión a la comunión en la que cuerpo y sangre están presentes o son representadas por el pan y el vino. Debe explicarse que no hay en Jesús una intención “ritual,” es decir, Jesús no pretende fijar un rito que nos haga partícipes de su salvación. Las palabras de Jesús deben entenderse como una invitación a incorporar su vida y sus enseñanzas en la vida del creyente. Jesús está en el pan y el vino que consagramos y compartimos, pero también está en cada momento de la vida del creyente. Su presencia no se limita a la mesa de comunión, sino que tenemos su compañía en cada momento.
  5. Un punto para señalar es que Jesús en este caso utiliza el símbolo de la comida para referirse a su persona. Como ayer, también hoy hay quienes no disponen de la comida suficiente, así como hay personas a quienes les sobra y que pueden incluso despreocuparse de ella. Sabemos que quienes carecen de algo saben lo que vale tenerlo, y por lo tanto estas palabras de Jesús son bien recibidas por los hambrientos de cualquier tiempo, que son quienes mejor comprenden su mensaje. En nuestro caso, debemos reflexionar sobre qué significa tener o no tener la comida necesaria para vivir. Al ser una necesidad primaria, toda persona sabe de qué se trata no disponer de alimento.
  6. En un segundo momento, se puede ir hacia los diferentes modos de “hambre” que hoy tenemos. No solo de pan se alimenta el ser humano. Para vivir se necesita recibir cariño, amor, solidaridad, comprensión. Sin esos ingredientes, la vida se vuelve hostil y tediosa. También es necesario vivir con un proyecto de vida, con metas y con personas que nos acompañan en ese proyecto y esas metas. La soledad es uno de los más graves problemas que enfrentan las personas en nuestra sociedad. La falta de orientación y proyecto lleva muchas veces a depresiones y angustias. Podríamos también llamar a esto la ausencia de un sentido para la vida. Tan solo respirar no es vivir; lo importante es tener un sentido que dé fundamento a nuestra vida. De todas esas formas de “hambre” y de vacío interior también viene Jesús a librarnos. En ocasiones ni siquiera sabemos de nuestras opresiones: rencores, prejuicios, adicciones; la llegada de Jesús nos revela nuestras cadenas y nos llama a liberarnos de ellas. Él es el sentido de la vida que se da con gratuidad y generosidad.
  7. Es importante también entender estas palabras de Jesús como un desafío a las personas creyentes. Las dirige a las personas que lo siguen (véase 6:22-24: “la gente que estaba al otro lado del mar… entraron en las barcas y fueron a Capernaúm”). Ellos habían participado de la multiplicación de los panes (6:1-15) y querían saber más de su mensaje. Pero ahora Jesús no vuelve a darles pan material; otro es ahora el vehículo para proclamar su evangelio. Los desafía a creer en él y a compartir ese mensaje. Al proclamarlo en la sinagoga, le da un carácter de “predicación;” no es la reflexión de un profesor que habla a sus estudiantes, ni es un diálogo al estilo de los griegos que buscaban indagar la realidad. Eso tiene su valor, pero Jesús es otra cosa. Es un mensaje dirigido al corazón de quienes lo oyen y que busca llevar sus vidas más cerca de Dios. Uno de los nombres que en hebreo se le da a la Biblia es miqré, que significa “proclamar en voz alta,” es decir, que su contenido es para ser proclamado al estilo de un predicador que habla desde el púlpito de la sinagoga o de la iglesia.
  8. Hacia el final se llega a clímax de la proclamación. El tema de la vida es mencionado siete veces solo en estos pocos versículos. Es notable, y deberíamos utilizarlo en nuestra homilía, ya que muestra cómo la preocupación principal de la gente es la vida. Y por vida entendían igual que nosotros/as hoy, la vida cotidiana, los dolores y angustias, los buenos días y los oscuros, la sed de justicia y la vocación de construir un futuro. También el sentimiento de que la vida se va y parece no dejarnos nada, cosa que estaba en la tradición del Eclesiastés y que ha perturbado a muchos a lo largo de los siglos. Porque la vida que se opone a la muerte parece que a la larga pierde en todos los frentes. Y ante la desazón que eso puede provocar viene el Hijo de Dios y nos dice que el sentido de su presencia entre los seres humanos es darse a sí mismo como pan generoso y gratuito, que trae vida y vida eterna.