Comentario del San Lucas 12:32-40
Comenzamos este pasaje con una hermosa declaración de aliento de Jesús: Dios no desea nada más que darnos (al pueblo de Dios) el Reino. Por lo tanto, no deberíamos temer. Esta seguridad también viene inmediatamente después de una conversación sobre no preocuparnos y buscar el reino, antes que nada. Pero ¿en qué consiste exactamente el reino? Al citar una lectura de Isaías al inicio de su ministerio (Lucas 4:18–19), Jesús nos da un vistazo de su misión y ministerio en la tierra que nos ayuda a comprender el reino:
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor.
Con esta proclamación de Isaías, Jesús deja claro que su misión está fundamentada en las tradiciones de justicia y liberación de sus predecesores, los profetas hebreos. Más tarde, Jesús confunde a la gente (Lucas 17:20–21) cuando dice: “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: ‘Helo aquí,’ o ‘Helo allí,’ porque el reino de Dios está entre vosotros.”
Entre estas dos declaraciones de Jesús se encuentra la escritura asignada para este domingo. Y es útil revisar este contexto para aclarar las palabras de Jesús sobre el significado de buscar el reino y de vender nuestras posesiones. Sea lo que sea el reino, sabemos que no es un lugar físico en el cielo. No es algo que sólo podemos ver cuando morimos y nos aproximamos a la vida eterna. Más que un destino final, el reino de Dios es una experiencia. Y para que experimentemos el reino, debemos tener nuestros ojos abiertos de la manera en que Jesús ve, como lo expuso en la lectura de Isaías.
Como señala el teólogo Jon Sobrino: “La misión más específica del Jesús histórico es la proclamación e inauguración del Reino de Dios en favor de los pobres y marginados.” Aunque este tema de la solidaridad con los pobres y marginados también se puede ver en los evangelios de Marcos y Mateo, Sobrino señala que se ve aún más explícitamente en Lucas.1 Así que, al ofrecernos el reino de Dios (o el reinado de Dios, como lo afirma Sobrino), Jesús quiere proporcionarnos los medios para una vida arraigada en la liberación humana en comunión total con Dios.
Pero, como sugiere la parte siguiente de este pasaje, no es fácil recibir el reino que Dios está ofreciendo y que Jesús está modelando en su ministerio. Requiere algo de nosotros/as. Una vez más, Jesús llama a las personas a vender sus posesiones y a ofrecer lo que tienen a los pobres. Al prepararnos para recibir el reino, también tenemos que empezar a modelar el reino en nuestras palabras, pensamientos y hechos.
Si vamos a vivir en la llamada de Jesús a la libertad de la opresión, también tenemos que redefinir nuestras propias relaciones con los sistemas que oprimen y cómo podríamos estar atrapados por estos sistemas. Quien predique sobre este texto podría enfocar un sermón en las posesiones terrenales que a menudo nos pesan y nos mantienen desconectados/as del sufrimiento de nuestra humanidad compartida. ¿Qué valoramos y cómo reflejan nuestras elecciones económicas y posesiones materiales nuestra ética? ¿Cómo nos despojamos de los sistemas que oprimen a nuestras comunidades y nos alineamos mejor con los valores del reino de Dios?
¡Prepárate para la acción!
Como organizador comunitario de toda la vida, amo este llamado a estar listos/as para la acción. Como personas del siglo XXI, debemos replantear la idea de ser siervos/as vigilantes y centrarnos en la idea de estar preparados/as para que el reino emerja en medio de nosotros/as, arraigado en el Espíritu de Jesús. Según las interpretaciones tradicionales, estaríamos hablando de la segunda venida, pero mi lectura es que el Jesús al que Lucas le hace decir que el reino de Dios está dentro de nosotros/as o entre nosotros/as (17:21) tiene otra idea. Como se mencionó anteriormente, el énfasis en Lucas no está en algún cielo lejano o reino que nunca puede ser visto o experimentado en nuestra vida, sino en algo que podemos tocar en nuestro medio, aunque no completamente. Así que, si el Hijo del Hombre aparece en medio de la noche, como dice la escritura, nos debemos preguntar ¿cómo se manifestará hoy en día? Contrario a las interpretaciones bíblicas que enfatizan el rapto, Jesús puede llegar en la forma de una persona necesitada. Amando al prójimo durante una crisis humanitaria, o en una redada de inmigración. Apoyando a una familia que perdió su hogar por un incendio. En un llamado a la resistencia no violenta frente a un imperio injusto. ¿Qué haremos en estos instantes para llegar más cerca del reino de Dios?
¿Estaremos listos para ver y luchar por el reino de Dios, que está en medio de nosotros/as, pero es denigrado y diezmado a través de la injusticia, la opresión, el odio, y cualquier cosa que deshumanice? ¿Cómo podemos aliviarnos de nuestras preocupaciones por nuestras posesiones y trabajar en vez con el Espíritu de Jesús para ayudar a hacer más visibles los destellos del reino? En este momento, cuando muchas de nuestras comunidades están sufriendo económicamente, psicológicamente y de muchas otras maneras, quizás quienes buscan combatir estas injusticias, centrados/as en el amor de Dios, están ayudando a dar paso al reino de Dios que es inseparable del bienestar y la justicia. Quizás entonces podamos ver y experimentar el reino de Dios de la manera en que Jesús lo pretendía.
Notas
- Jon Sobrino, “Systematic Christology: Jesus Christ, the Absolute Mediator,” en Mysterium Liberationis (Maryknoll, NY: Orbis Books, 2004), 453.
August 10, 2025