Noveno domingo después de Pentecostés

Este texto se puede dividir en dos partes: del versículo 32 al 34 se trata el tema de los tesoros materiales y eternos; y del versículo 35 al 40, el tema del siervo vigilante.

Luke 12:39
"[I]f the owner of the house had known at what hour the thief was coming, he would not have let his house be broken into."Photo by Michael Aleo on Unsplash; licensed under CC0.

August 11, 2019

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Comentario del San Lucas 12:32-40



Este texto se puede dividir en dos partes: del versículo 32 al 34 se trata el tema de los tesoros materiales y eternos; y del versículo 35 al 40, el tema del siervo vigilante.

Existen algunos paralelos con los textos del Sermón del Monte del evangelio de Mateo y la parábola de las diez vírgenes de Mateo 25.

Tesoros materiales y eternos

El primer tema, el de los tesoros, es tratado en la sección del Sermón del Monte narrada en Mateo 6:19-20: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan.” El versículo 34 es idéntico a Mateo 6:21: “porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Las preguntas inevitables para el/la lector/a de este texto son: ¿Dónde está tu corazón? ¿Dónde yacen tus pasiones y los sueños más profundos de tu alma? ¿En las cosas eternas de Dios y de la fe?

El siervo vigilante

Lucas habla en esta parte de un señor que está en una boda y que regresará en cualquier momento para la fiesta de la recepción. Cuando comparamos la sección con los otros evangelios, vemos que Mateo, Marcos y Juan incluyen textos parecidos. Mateo inserta una peculiar parábola escatológica que se suele denominar como la “parábola de las diez vírgenes” (Mt 25:1-13). Marcos (13:33-37), a diferencia de Lucas, enfatiza el acto de velar por el dueño de la finca que regresará en cualquier momento. El evangelio de Juan menciona lo que hizo Jesús como preámbulo de la última cena: “se levantó de la cena, se quitó su manto y, tomando una toalla, se la ciñó” (Juan 13:4). El lenguaje de Juan se parece al v. 35 de nuestro texto de Lucas: “Tened vuestra cintura ceñida y vuestras lámparas encendidas.” Jesús es, pues, quien vela por nosotros/as, pero también quien nos enseña a servir mientras vigilamos y vivimos en espera de su segunda venida.

Todas estas analogías y parábolas hacen referencia al retorno de Jesús en su segunda venida en un ambiente de expectativa y de fiesta. El evangelista Lucas no enfatiza los detalles de cómo será ese retorno, sino que nos invita con el texto de este domingo a reflexionar si estamos velando y estamos preparados como el siervo vigilante, la novia y los invitados. El texto nos invita a vivir una vida de expectativa aun cuando pasemos momentos difíciles.

A los/as hispanos/as nos gustan las fiestas. Los ritmos latinos y caribeños son muy alegres. Quizás esa misma alegría es la que debe mantenerse mientras esperamos el retorno de Jesús. Hace unos meses, en mi familia adquirimos una perrita muy bella. Ya nos hemos encariñado un montón con ella. Cada vez que regresamos de algún lugar, la perrita está en la ventana mirándonos con la expectativa de recibirnos, moviendo la colita. Y cuando abrimos la puerta nos recibe con saltos y sonidos de emoción. ¿Tendremos esa misma expectativa y alegría mientras esperamos el retorno de Cristo?

Algunas preguntas más para que reflexionemos sobre este texto: ¿Dónde está nuestro verdadero compromiso? ¿En nuestro propio progreso o en el progreso del reino de Dios? ¿Cómo somos llamados/as a administrar lo que Dios nos encargó? El texto nos invita a reflexionar sobre la vida desde la perspectiva escatológica, es decir, desde la visión de cómo será el reino de Dios en el futuro. El doctor Justo Gonzalez escribe: “Se nos dice que estamos viviendo en expectativa del futuro, y por eso debemos administrar nuestros recursos de acuerdo al futuro y no de acuerdo a la situación del presente… La mayordomía no se debe separar de la escatología.”1

Dios nos llama a estar vigilantes y a velar, no para mantener las cosas como están en el estatus quo del presente, sino para transformarlas y ponerlas a tono con la visión de Dios de un cielo nuevo y una tierra nueva; un lugar justo, equitativo, de paz y alegría para todos/as en el que “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor” (Apocalipsis 21:4). Ser discípulos/as vigilantes significa hacer todo lo que podamos para que esa escatología, ese futuro de Dios en Jesucristo, se vaya haciendo realidad en la vida de cada ser humano y en toda la sociedad.

En la perspectiva escatológica, estamos llamados/as a cambiar el mundo de cómo es a cómo debe ser de acuerdo al modelo y ejemplo de Jesús. “Vosotros, pues, también, estad preparados” (v. 40).


Nota:

1. Justo L. Gonzalez, Luke (Belief: A Theological Commentary on the Bible) (Louisville: Westminster John Knox Press, 2010), 163. Cita traducida del inglés por Noé Juárez.