Comentario del San Lucas 10:1-11, 16-20
El capítulo 9 cierra con la declaración que es costoso seguir a Jesús en la jornada discipular.
Sin embargo, el capítulo 10 abre con la expansión del grupo discipular pues notamos que el Señor comisiona a unos 70 discípulos para una misión muy similar a los doce apóstoles. La misión de estos es paradigmática para la misión de la iglesia a través de los siglos: es un conflicto escatológico con las fieras diabólicas que oprimen la experiencia humana. El relato trae a la mente la misión de los doce previamente comisionados (9.1-6) y nos recuerda de la misión del precursor (Juan el Bautista) quien fue enviado para ir delante del Mesías. Nuestra misión como Iglesia es precisamente la misma, ir y anunciar la venida del Señor y prepararle camino en los corazones de los hombres y mujeres con quienes tenemos contacto en el transcurso de la vida cotidiana.
1-4 Camino a Jerusalén, Jesús selecciona «también a otros» para que vayan delante de él. Estos son otros en adición de los doce ya mencionados. El número de mensajeros en el texto griego (¿setenta o setenta y dos?) nos presenta un excelente ejemplo de crítica textual1 ya que es difícil establecer con certeza cual variante es el original. Las pruebas de cada una de estas cifras son apoyadas por manuscritos de casi igual valor histórico.2 Además, es difícil determinar cual número concuerda mejor con el contexto literario de Lucas y su intención con la cifra. Algunos exegetas ven en el número una alusión a la lista de naciones en Génesis 11 y apoyan la cifra setenta acudiendo al texto masorético (hebreo); mientras otros apoyan la cifra setenta y dos en base de la versión griega (LXX) del mismo texto de Génesis. Por tanto lo único que podemos decir con seguridad acerca del texto original es que no sabemos en realidad cuál es la mejor opción. Si la selección de los doce en 9.1-6 es una referencia simbólica a la nación de Israel, entonces podemos imaginarnos semejante referencia aquí. Jesús alude a la misión universal que sus seguidores llevarán a cabo, comenzando con los setenta (y dos) de este episodio.
Con el fin de afirmar su testimonio, los discípulos son enviados de dos en dos.3 Su destino es designado «a toda ciudad y lugar adonde él (Jesús) había de ir». No debemos imaginarnos que Jesús intentaría visitar todos estos lugares en su viaje a Jerusalén. Sería entonces una jornada larga y muy serpentina; tomando mucho más tiempo de lo disponible en el viaje relatado. En mi opinión, la referencia es a la misión general de los seguidores de Jesús quienes van delante de él anunciando el reino y la eventual visita del Señor en cada uno de estos lugares. Lucas quiere dejar por cierto que Jesús instruye a sus discípulos de su obligación de ir por todas las ciudades y lugares anunciando la venida del Señor. Primero son enviados a todas las ciudades de Israel (Lc 10.1-24), luego hasta los fines de la tierra (Hechos 1.8).
La misión de los setenta (y dos) se compara a una gran cosecha la cual carece de suficientes labradores. Esta comparación crea un sentir de urgencia ya que existe la posibilidad que gran parte de la cosecha se perderá simplemente porque no hay suficientes obreros. Confrontados con esta gran oportunidad (la cosecha) y la escasez de labradores Jesús les exige dos cosas a sus discípulos. Vemos primeramente el mandamiento a pedirle al Señor de la cosecha (Dios) que El envíe obreros a la misma. Ante tan grande necesidad no debemos constreñir más obreros (algo muy común en muchos círculos cristianos hoy día). Lo primero que debemos de entender es que la cosecha es de Dios, él es soberano y ejercita su soberanía sobre toda actividad humana, aún en la comisión del discípulo de Jesús. Cuántas veces nos lanzamos a ésta o aquella sección de la cosecha sin antes pedirle al Señor que envíe sus obreros a esa sección. Claro está que debemos notar la oportunidad y la gran necesidad, pero antes debemos orar para que sea el Señor quien envíe y no nosotros. El lector debe notar más adelante que Jesús es quien envía obreros a la cosecha, pues él es el Señor de ella.
La segunda actividad exigida por Jesús es de ir a la cosecha. Aquel que ora por la necesidad de obreros ahora es enviado por Jesús a la cosecha. Aunque la cosecha ofrece gran oportunidad para el obrero, tiene también sus riesgos. Por tanto, Jesús añade «yo os envío como corderos en medio de lobos». El uso de la metáfora enfatiza la vulnerabilidad de los obreros. Habrá oposición, ya prevista en 9.51-55 y no todos serán bien recibidos. Pero esta imagen de los corderos, insinúa a la misma vez que el Señor de la cosecha es igualmente el pastor de sus ovejas.4 Siendo soberano en todo, él protegerá su rebaño. Dependencia y confianza en este Buen Pastor resulta en no tener que llevar bolsa ni alforja ni calzado, el Señor proveerá para los suyos. Tal es la urgencia de la obra por delante que los mensajeros no deben saludar a nadie en el camino. No se debe perder tiempo en conversaciones superfluas, mas se debe apresurar para llegar al lugar asignado para cada pareja de mensajeros.
5-6 Al entrar a una ciudad, los discípulos buscarán casa donde quedarse. El saludo «Paz sea a esta casa» es una oferta de benevolencia de parte de Dios. El concepto hebreo de paz, shalom, significa mucho más que la ausencia de conflicto. Contiene la idea de justicia y bienestar total.5 En su contexto literario el saludo implica, también la esencia del evangelio pues la paz reposará sobre la casa solamente si hay algún hijo/a de paz en ella. No todos aceptan el mensaje del evangelio; en tal caso la paz permanece con los mensajeros.
7-11 Dos respuestas a la llegada de los mensajeros se espera. Cuando ellos sean aceptados en una casa, deben de mantenerse en esa casa por la duración de su tiempo en la ciudad. Todo lo que se les ofrezca para comer y beber se debe aceptar como digno de su labor. El beneficio espiritual que acompaña la venida del Reino es digno de apoyo. En Lc 10 este apoyo se lleva a cabo en albergue y comida, pues «el obrero es digno de sus salario». Esta frase es común en el NT6 y presenta positivamente lo que el AT enseña negativamente.7 Algunos intérpretes sugieren que las instrucciones sobre la comida implican que Jesús declara toda comida limpia, esto es, que aquí él está aprobando que se pueda comer comida gentil. El contexto en Lucas no apoya esta conclusión ya que los setenta (y dos) son enviados a las ciudades de Israel8 y por tanto se presupone que todos los hogares que abran sus puertas a los mensajeros son judíos. Como parte de la bendición espiritual que acompaña el reino, los enfermos de la casa serán sanados.
La segunda respuesta es todo lo contrario a la primera. Donde no sean bien recibidos, salid de tal ciudad de inmediato y asegúrense de no aceptar «salario» alguno, ni siquiera el polvo que tocase el calzado. Aun así el Reino de Dios está cerca de estas ciudades inhospitables, por lo tanto en el día del juicio final («aquel día») tendrán castigo peor que aquel reservado para Sodoma, la ciudad más vil en la historia bíblica.
16-20(24)9 Al regresar de su jornada misionera los setenta (y dos) presentan brevísimo reporte de sus hazañas. Curiosamente Lucas, para quien la participación de los discípulos en la misión cristiana es tan importante, aquí no nos imparte relatos ejemplares. Ninguna actividad es mencionada, excepto una y está en forma general. El reporte exitoso enfatiza solamente los exorcismos — «hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre». El texto sugiere otras experiencias culminando en los exorcismos, sin embargo, Lucas no ofrece nada de arrepentimiento, nada de discursos pronunciados en el poder del Espíritu. Para el propósito de Lucas la referencia a la sujeción de los demonios a los discípulos es suficiente para demostrar su afinidad con el ministerio de Jesús. El poder para sujetar a los demonios proviene de Jesús mismo («en tu nombre»). Este poder se debe entender como paralelo al poder del Espíritu Santo, con el cual Jesús es capacitado para realizar sus hazañas. En el AT los demonios se sujetan solamente a Dios. El vocativo «Señor» revela que los mensajeros saben muy bien quien está a cargo de la misión–Jesús.
El éxito de los discípulos subraya la derrota de Satanás. Jesús declara que él veía a Satanás caer del cielo. No es claro si Jesús se refiere a una visión o está hablando simbólicamente de la caída del enemigo de la humanidad. Si la referencia es a una visión, ¿estaría Jesús sugiriendo que los exorcismos realizados por los discípulos causan la caída de Satanás? Creo que no se debe entender de esa manera. El poder para sujetar a los demonios procede de Dios (Jesús) así que es mejor entender que los discípulos tienen poder sobre los demonios porque Satanás ya ha sido expulsado. Por eso, pienso que Jesús está hablando aquí simbólicamente de su misma misión y su eficacia. En efecto, el acusador de los hijos/as de Dios10 es expulsado del cielo por Dios mismo, anulando así la efectividad de su función como acusador. ¿Cuándo ocurre esta caída de Satanás? En Ap 12.8-9 la expulsión de Satanás se narra en lenguaje sumamente simbólico: una guerra en el cielo entre los ángeles caídos (demonios) y los ángeles de Dios. Esta guerra apocalíptica simbólicamente representa la crucifixión y la resurrección del Hijo de Dios–en donde y cuando la derrota de Satanás y la salvación de la humanidad es efectuada y garantizada.
Jesús explica y expande la autoridad de los discípulos. Con el uso del perfecto («yo os doy») Lucas explica que esta autoridad fue otorgada en el pasado y se extiende al tiempo de la misión. Toda fuerza contraria a los propósitos de Dios (serpientes y escorpiones) y todo el poder del enemigo serán pisoteados por los mensajeros del Maestro. Además, aunque confrontados con poderosos adversarios, nada hará daño a los discípulos. Al decir «nada hará daño» el Señor Jesús no promete que nada malo ocurrirá a sus seguidores a través de los siglos. Vemos en la historia de la iglesia los numerosos hombres y mujeres que sufren hasta la muerte por su fe en Jesús. La promesa debe entenderse en el sentido eterno. El discípulo del Señor está seguro que Satanás no tiene poder para arrebatarlo de la protección divina y no puede acusarlo ante Dios.
El éxito de la misión naturalmente resulta en gozo en los discípulos; sin embargo, mucho más gozo se deriva del hecho que sus nombres están escritos en los cielos. La imagen viene de los registros de ciudadanía que aseguraban que cierta persona era miembro de la comunidad. Sí, nos debemos gozar al ver como el Señor usa vasos como nosotros para Su gloria, pero mucho más digno de gozo es tener nuestros nombres escritos en el registro del libro de la vida.
Al oír el reporte, Jesús se regocijó en el Espíritu. Adaptando un esquema de acción de gracias del AT11 Jesús expresa el éxito de la misión por la voluntad eficaz de Dios Padre. Primero Jesús ofrece alabanzas a Dios. Al ver la mano de Dios obrar a través de mujeres y hombres como nosotros nuestra reacción debe ser semejante a la de Jesús: llenos de gozo ofrecemos alabanzas a Dios por su voluntad eficaz. Aparte de la voluntad de Dios nada podemos hacer.
La voluntad eficaz de Dios se efectúa en dos actividades: esconder y revelar «estas cosas». Las cosas «escondidas» y «reveladas» es una referencia a la obra misionera como indicativa de la ruina final de Satanás. Habiendo observado la caída del enemigo como rayo, Jesús comparte su observación con los discípulos, quienes aparentemente comprenden su significado. Los sabios e instruidos, esto es aquellos que debido a sus habilidades y su posición social deberían haber reconocido en los exorcismos la irrupción del Reino de Dios, en realidad son ignorantes de lo que está aconteciendo. Sabios e instruidos es una vaga referencia a los estudiosos del día (escribas y fariseos, y como veremos más adelante, expertos en la Ley) quienes eran tenidos en gran estima por su gran conocimiento.
En contraste a los sabios e instruidos encontramos a los «niños» (nepiois). En el AT los niños son los que reciben cuidado y provisión de parte de Dios,12 simplemente por su necesidad y dependencia total en Dios, ya que no tienen ningún otro recurso disponible. Sin recursos personales, estos se rinden por completo a la voluntad de Dios, quien en su buena voluntad les defiende.
Este contraste entre los sabios y los niños es en realidad el modus operandi divino. En su arrogancia la humanidad piensa que la capacidad humana es la medida de todas las cosas–como dijo miles de años atrás el filósofo griego Pitágoras.13 Sin embargo, son los niños (los pobres, los que lloran, los humildes, los mansos, los compasivos, etc.) quienes reciben de parte de Dios entendimiento de lo que verdaderamente es la realidad final y la medida de todo–el conocimiento de Dios.
El versículo 22 es enigmático por varias razones. Primero, no es fácil determinar su relación con lo que precede. Aparentemente la referencia a «todas las cosas» es una alusión a las cosas escondidas de los sabios pero reveladas a los niños. Pero en 10.20-21 lo «revelado» tiene en mente la segura derrota y caída de Satanás y aquí lo revelado es el conocimiento del Hijo. Segundo, el dicho resalta más con los dichos juaninos que con el Jesús de los sinópticos.14 Jesús declara que lo importante de los acontecimientos (en Lucas 10 las experiencias misioneras de los discípulos) no se encuentra en los actos mismos, sino lo que ellos revelan acerca de la identidad de Jesús. Son como una señal (usando esta palabra en el sentido juanino) que dirigen a las personas a meditar sobre quien Jesús es en realidad. Debido a este énfasis muchos opinan que este es un dicho post-pascual que los cristianos recontextualizaron al tiempo pre-pascual. No hay necesidad de recurrir a tales medidas para entender el significado del dicho. Jesús está dirigiendo los pensamientos de sus discípulos hacia una correlación entre lo que han experimentado y lo que esto indica acerca de Jesús. Claro está que Jesús no anduvo por las regiones de Judea declarando en alta voz, «He aquí Dios en la carne». Pero, tampoco podemos imaginarnos que él jamás divulgo su identidad a aquellos que se comprometieron a ser sus discípulos. En el capítulo 9 Jesús les pregunta a sus discípulos acerca de su identidad y la confesión de Pedro afirma que ellos creen que Jesús es el Mesías de Dios. Desde esa revelación en adelante, Jesús está enseñando a sus discípulos la realidad de su mesianismo en contrario a la concepción común en sus días. Este versículo es uno de los que más directamente dirige el pensamiento de los discípulos hacia una cristología más allá de lo que ellos se podían imaginar.
Ideas Homiléticas
En las notas exegéticas arriba el predicador ya debe haber encontrado varias ideas y puntos para preparar un sermón basado en esta lección. Por tanto me limitaré a tres ideas centrales que en mi opinión dominan nuestra lección. Ambas giran alrededor de la misión de la Iglesia.
1. Jesús comisiona a sus discípulos (la Iglesia) para que vayan delante de él, preparando los corazones de los hombres y mujeres para que reciban al Señor. Esta es una excelente lección para enfatizar la misión de la Iglesia en su comunidad. Hoy día enfatizamos la necesidad de emplear principios de management y liderazgo de parte de los líderes pastorales. Uno de los principios primordiales del liderazgo declara la importancia de articular claramente la misión (visión) de la institución. En Lucas 10:1-11 Jesús claramente anuncia la misión de su Iglesia.
Ahora nosotros tenemos que contextualizar esa misión a las comunidades que han sido encargadas a nuestro cuidado. Toda actividad, programa o servicio ofrecido por la Iglesia debe palpitar con el corazón de la misión: hacer conocer a Jesús en la comunidad. Incarnar la presencia de Dios en la comunidad. Estoy seguro que usted está al tanto de la cantidad de servicios, programas y actividades que se llevan a cabo en el edificio que llamamos iglesia que sin embargo no dan a conocer a Jesús. Este pasaje bíblico le ofrece la oportunidad de centralizar los esfuerzos de congregaciones en la misión vital.
2. Los emisarios del Señor tanto representan al Salvador que (a) su presencia en otorga paz donde sean recibidos; pero, (b) su desprecio resulta en maldición reservada para las peores de las ciudades malvadas del Antiguo Testamento.
3. La misión depende absolutamente en los recursos que el Señor provee para su Iglesia. El proveerá las necesidades de los misioneros. Los obreros deben confiar en él por todas sus necesidades–aun su sostén cotidiano. La escasez de recursos financieros apresura que muchos abandonen la misión. Ademas, cuantas juntas eclesiásticas discontinúan este o aquel servicio [ministerio] por la falta de sostén económico. Esta porción de la lección les ofrece a los líderes pastorales la oportunidad de localizar el sostén de la misión en el Señor de la mies y no en los recursos pasajeros.
1La critica textual es aquella disciplina en los estudios bíblicos dedicada a la comparación y análisis de los variantes textuales que encontramos en diferentes manuscritos bíblicos.
2El Nuevo Testamento, La Biblia Textual, página 121.
3Dt 19.15.
4Is 40.11; Ez 34.11-31.
5Gn 43.23; Jue 6.23; 19.20; 1S 25.6; Is 52.7; Lc 2.14; 24.36, Hch 10.36; 16.36.
6Mt 10.10; 1Tim 5.18; 1 Cor 9.14.
7El AT enfatiza el aspecto negativo al decir «no retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana (Lv 19.13).
8Vea 10.13-16.
9He incluido notas exegéticas de los versículos 21-24 para facilitar la lección de la próxima semana.
10Job 1; Zac 3.1-2; 1Cr 21.1.
11Dan 2.19-23; 1QH 7.26-27.
12Sal 19.7; 116.6; 119.130; 1QpHab 12.4; 1QH 2.9.
13«El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son».
14Aunque el pasaje tiene un paralelo en Mt 11.25-27.
July 4, 2010