Tercer domingo después de Pentecostés

El encanto de la creación de Dios

June 18, 2023

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Comentario del San Mateo 9:35—10:8 [9-23]



Erica Chenoweth, politóloga de la Universidad de Harvard, comprobó, al estudiar procesos políticos a lo largo de un siglo (1900-2006), que no solamente los procesos pacíficos son más exitosos que los violentos (53% vs 26%), sino que solo se necesita una pequeña minoría de personas activas – el 3.5% – para lograr cambios significativos en una sociedad. Si bien el 3.5% es una minoría pequeña, una vez que tal número de personas comienza a participar activamente en función de una meta, el éxito parece inevitable. Además, el nivel de participación activa también puede significar que muchas más personas estén tácitamente de acuerdo con la causa.1  

El evangelio de Mateo fue escrito poco después de la destrucción de Jerusalén y de su templo a manos del Imperio Romano (70 DC). Por ende, fue escrito para una población judeocristiana agobiada, desamparada, perdida y descarriada; también en un tiempo de urgencia, con más crisis que obreros activos, más oportunidades de contribuir que gente lista para involucrarse. 

En tal contexto, la selección de doce discípulos para algunos podría parecer un chiste, pero para Mateo y su audiencia era la seguridad de la continuación de la historia: de doce tribus (Gn 49) a doce discípulos, y la misericordia de Dios y su reino presentes, exigiéndoles una vez más que fueran valientes, aun en medio de la crisis.    

Por ello, no sólo deberían dedicar sus vidas a sanar enfermos, sacar fuera demonios y volver a dar vida a los muertos. Esto sería lo más sencillo. También deberían adentrarse en las comunidades y aprender a confiar en la dádiva de personas desconocidas para recibir su sustento, enfrentarse a gobernantes, reyes y tribunales, y aceptar que serían odiados, perseguidos y azotados en las sinagogas.   

En nuestro tiempo, nos cuesta imaginar lo que significaría seguir a Jesús en circunstancias parecidas. Y, sin embargo, el llamado y la necesidad de un mundo de justicia y paz continúa en medio nuestro.

Ya no somos doce discípulos, ni doce mil ovejas perdidas de Jerusalén;2 hoy somos poco más de dos billones de cristianos y cristianas desparramados alrededor del mundo.3 Somos un grupo diverso, a veces dividido, que necesita unirse para responder a las crisis de nuestro tiempo, en vez de sobrevivir por separado. 

Los obreros con quienes el Señor cuenta hoy son hombres, mujeres, juventud, ancianos, LGBTI, cristianos y no cristianos, personas de buena voluntad, dispuestas a construir un mundo de justicia y paz.  

Ya no faltan 40 años para que suceda la destrucción del templo. Hoy tenemos menos de 10 años4 antes de que a nuestra generación se nos vaya de las manos la crisis climática y nos toque confiarla a discípulos y discípulas del futuro que tendrán que lidiar con un mundo acalorado. Necesitamos cambios sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad para hacer frente al cambio climático. Todo el mundo va a tener que implicarse. No hay ningún lugar donde no esté la crisis climática. 

¿Qué podemos hacer? 

La crisis es un momento crucial o estado de cosas en que se avecina un cambio decisivo. El reino de Dios sigue cerca en medio de la crisis. No la niega. Tampoco la evita, sino que la explica y le da un motivo, apuntando a una oportunidad presente y por tanto a un camino de salida. 

Así como los discípulos de Jesús y sus familiares y compañeras sufrieron incomodidad al aceptar seguirle sin provisiones visibles, más allá de su promesa, también nosotros debemos aceptar el precio que tiene la participación en soluciones justas a la crisis climática. Este no es un acto suicida, al menos no en EE.UU., sino que es parte de la capacidad de la tierra de proveernos y del trabajo del Espíritu de Dios de tocar los corazones.  

Confiar en la providencia como salida

Debemos aceptar a quién Dios nos mande para trabajar con nosotros/as y confiar en la providencia de Dios. 

Dicen que la cultura occidental nos ha hecho creer que la carencia es la norma de la vida y que hay que salir a buscar, producir, acumular y tener incesantemente. Si no, no somos nada. Sin embargo, en las culturas del Sur existe la posibilidad de la abundancia en la carencia y lo opuesto a la pobreza no es la riqueza, sino la comunidad: “Donde comen dos, comen tres.” 

La cultura occidental, por desarrollarse en un mundo donde existen las estaciones (verano, otoño, invierno y primavera), tenía pocos meses del año para preparar el suelo, sembrar, cosechar y guardar lo que se iba a necesitar durante el invierno. No había tiempo que perder, ni recurso que malgastar, porque eran pocos y limitados para cuando llegara el invierno. La carencia, tanto de tiempo como recursos, y la necesidad de hacerlo todo bien eran asuntos de vida o muerte y tarea de todos los días. 

En el Sur, en cambio, se puede sembrar y los árboles dan frutos hasta dos veces por año, el agua ha sido abundante y normalmente no se congela, y la biodiversidad y la abundancia son la norma para quienes cuidan la naturaleza. En estos espacios y cultura, el egoísmo, el individualismo, la dominación y el miedo a la carencia constituyen una mentira importada o son producto del deterioro social. Quizás sean producto de una injusticia sufrida en una generación anterior, pero de ninguna manera el producto de una realidad ecológica.

Hoy en día, con la globalización del mercado, el mundo produce suficiente comida para alimentar a cada ser humano en la tierra (2800 calorías al día), aun luego de desperdiciar un tercio de los alimentos que producimos y cosechamos. 

 “La tierra tiene suficiente para todos, pero no para la avaricia de nadie,” repetía Mahatma Gandhi. 

En EE. UU., un tercio de los granos que producimos son utilizados para alimentar las vacas, los cerdos, las aves de corral. Sembramos más maíz que cualquier otro grano o vegetal, pero solamente el 1% de este maíz es usado para alimentar a la gente. 

La cultura dominante ha sido aprovechada por el mercado y las corporaciones. A los agricultores se les dice que, si no compran granos genéticamente modificados y usan sus pesticidas y fertilizantes, no lograremos alimentar al mundo, cuando en realidad nos sobran comida y tierra para producirla. 

La mentira de la carencia lleva a millones de campesinos a firmar contratos con las corporaciones que determinan qué semillas pueden sembrar para los mejores rendimientos, y a quién y por cuánto van a vender sus cosechas. Hoy solamente uno de cada diez agricultores puede alimentar y sostener a su familia con las ventas de su cosecha. 

La mentira de la carencia nos lleva a fumigar los suelos, provocando su infertilidad. Las pestes se vuelven resistentes y se necesitan más pesticidas para controlarlas. Así es como se contaminan el agua y cada uno que la toma y vive en ella, desde la granja hacia los lagos,5 ríos y hasta el Golfo de México.6 En promedio, las personas en EE. UU. tenemos 13 pesticidas en nuestros cuerpos.7

Donde el reino de Dios se acerca, la vida florece.

Jesús les dijo a sus discípulos: “Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas” (Mt 10:16). El mercado y las corporaciones siempre nos harán sentir que no tenemos lo suficiente. Su meta es vender y su ambición es insaciable. Seguir esta cultura nos roba la posibilidad de ser discípulos/as de Jesús en un mundo necesitado de misericordia. 

Es hora de dejarnos encantar por la creación de Dios, en vez del mercado y sus ofertas. La abundancia que Dios nos promete es justa, conduce a los pastos verdes y transforma al mundo.

El Señor es nuestro pastor, nada nos faltará.

 


Notas:

1. Fuente: https://www.bbc.com/future/article/20190513-it-only-takes-35-of-people-to-change-the-world (Consultada, junio 7, 2023).

2. Fuente: https://www.biblicalarchaeology.org/daily/biblical-sites-places/jerusalem/ancient-jerusalem/ (Consultada, junio 7, 2023).

3. Fuente: https://goodfaithmedia.org/global-christian-population-projected-to-reach-3-3-billion-by-2050/ (Consultada, junio 7, 2023).

4. Es probable que la tierra cruce un umbral crítico de calentamiento global en la próxima década y que las naciones tengan que hacer un cambio inmediato y drástico de los combustibles fósiles para evitar que el planeta se sobrecaliente peligrosamente más allá de ese nivel, según un nuevo e importante informe publicado en marzo de 2023. Fuente: https://www.nytimes.com/2023/03/20/climate/global-warming-ipcc-earth.html (Consultada, junio 7, 2023).

5. Recorrido tóxico por el lago Apopka con la Asociación de Trabajadores Agrícolas de Florida: https://youtu.be/6xgyRCl6dNc (Consultado, junio 7, 2023).

6. La zona muerta del Golfo de México: https://www.nature.org/en-us/about-us/where-we-work/priority-landscapes/gulf-of-mexico/stories-in-the-gulf-of-mexico/gulf-of-mexico-dead-zone/ (Consultado, junio 7, 2023)

7. Proyecto Mitos Alimentarios: https://youtu.be/-qfAGDPaNG0 (Consultado, junio 7, 2023)