Good Friday

Tenemos aquí una narración que va desde el arresto de Jesús (18: 1-11) hasta el momento en que Jesús es sepultado (19:38-42).

granlund sculpture
granlund sculpture. Image by Joe Lencioni via Flickr; licensed under CC BY-NC-SA 2.0.

April 14, 2017

View Bible Text

Comentario del San Juan 18:1—19:42



Tenemos aquí una narración que va desde el arresto de Jesús (18: 1-11) hasta el momento en que Jesús es sepultado (19:38-42).

En el medio de estas acciones, Juan narra las importantes escenas en las que Jesús es llevado ante el sumo sacerdote (18:12-14), Pedro está en el patio de Anás (18:15-18), Anás interroga a Jesús (18:19-24), Pedro niega a Jesús (18:25-27), Jesús es llevado ante Pilato (18:28-19:16), sucede la crucifixión y muerte (19:17-30), y se produce el traspaso del costado (19:31-37). La pasión en Juan es una historia que tiene lugar en una serie de actos cuyo objetivo teológico es mostrar hasta qué punto la condena de Jesús es la prueba del amor de Dios por la humanidad. Cada una de estas escenas ha generado importantes comentarios teológicos y representaciones artísticas de honda belleza que resaltan diferentes matices. Aquí me voy a centrar en la última de las escenas, el momento en que Jesús es trasladado desde la cruz hasta la tumba.

En la escena que Caravaggio ha pintado (la imagen puede verse aquí), se mezclan diversos personajes dependiendo de a qué escenas de los cuatro evangelios nos estemos refiriendo. Se nos presenta a María de Cleofas, a Juan conocido por su túnica roja y su aspecto juvenil, o, según sugieren otros autores, a José de Arimatea que, de forma casi accidental, parece abrir la herida de Jesús haciéndola más visible al espectador/a. Nicodemo aparece en el centro de la escena, no sólo sosteniendo el cadáver de Jesús, sino invitando al espectador/a a contemplar la escena. Maria Magdalena aparece en el centro, retratada con sus ropas especiales y con su aspecto penitente, mientras que la virgen María es retratada totalmente cubierta y de una forma hiperrealista.

En el texto bíblico, José de Arimatea es un discípulo de Jesús que por miedo de los judíos, es decir, por miedo a ser identificado como seguidor de Jesús, pide a Pilato tomar el cuerpo de Jesús para poder enterrarlo. José de Arimatea aparece en los cuatro evangelios de forma breve: en Mateo 27:57 se nos habla de él como un hombre rico que, tras pedir el cuerpo a Pilato, lo envuelve en una sábana y lo deposita en el sepulcro (donde se encuentran Magdalena y la otra María). Marcos, por su parte, también presenta a José como un hombre importante (es “miembro noble del Concilio,” se nos informa en Marcos 15:43) que pide con valentía el cuerpo a Pilato. Lo entierra mientras que Maria Magdalena y María ven dónde lo coloca (Marcos 15:47). De forma similar, Lucas 23:50 introduce a José como un miembro del Concilio “bueno y justo” que entierra el cuerpo de Jesús.

Por su parte, Nicodemo es un personaje que sólo aparece en el evangelio de Juan. En el capítulo 3, Juan introduce este personaje como un fariseo importante entre los judíos que confiesa a Jesús como el maestro que ha venido de Dios (3:2) y es instruido sobre cómo es posible nacer de nuevo siendo viejo. Es quizás irónico que Nicodemo se presente de nuevo en una escena en la que no hay nacimiento sino muerte, pero una muerte que da lugar a un nuevo nacimiento. La otra aparición de Nicodemo se produce en Juan 7:50 cuando los principales sacerdotes y los fariseos habían ordenado a los guardias que prendieran a Jesús por su prédica ante la multitud. Nicodemo sale en defensa de un trato justo para Jesús al afirmar que la ley judía no condena a un hombre sin oírle primero. Es sumamente importante que el evangelista retrate a Nicodemo como un personaje que tiene que andar a escondidas (siempre de noche), mientras que Caravaggio lo presenta como el personaje que nos interpela.

Caravaggio emplea aquí una versión pictórica que combina aspectos de las distintas narraciones evangélicas. Del evangelio de Juan, entre otros motivos, resalta la centralidad del personaje de Nicodemo, María Magdalena y María la mujer de Cleofas (19:25). En este sentido, la obra de Caravaggio no solo representa a distintos personajes que aparecen mencionados en los sinópticos, sino que sincrónicamente presenta personajes que aparecen en distintas secciones del evangelio. Magdalena, por ejemplo, según el evangelio de Juan, no aparece en la escena del enterramiento; sí lo hace en cambio antes y después del enterramiento. Su representación en la obra de Caravaggio aparece marcada por la imposibilidad de vislumbrar su rostro, aunque podemos adivinar su duelo. Forma parte del trío de personajes que dirigen su mirada hacia el suelo: María Magdalena, María la madre de Jesús y José de Arimatea. Por otro lado, hay un trío de personajes que dirigen su mirada de forma ascendente: Jesús, María la mujer de Cleopas y Nicodemo.

Caravaggio dramatiza el texto bíblico transfiriendo la responsabilidad que Juan pone en los personajes al espectador/a del cuadro. El evangelista enfatiza el secretismo que envuelve la acción: José pide en secreto el cuerpo a Pilato por miedo a los judíos, Nicodemo había visitado a Jesús de noche, y entierran a Jesús en un lugar determinado por la presión de que la Pascua estaba en curso. Caravaggio no solo visualiza la oscuridad del momento mediante la técnica pictórica del claroscuro en la que los personajes no reciben luz exterior, sino que nos invita a identificarnos con el secretismo a través de la mirada que lanza al espectador el personaje que sostiene a Jesús, como preguntándonos: ¿Tú también tienes miedo como nosotros y nosotras? ¿Tú también estás de duelo? ¿Tú también estás contemplando el cuerpo sin vida de Jesús? ¿Tú también clamas al cielo buscando un gesto de esperanza?