Vigil of Easter (Year B)

El evangelio de Juan se caracteriza por su lenguaje y su abundancia en simbolismos.

Mary Magdalene went and announced to the disciples, "I have seen the Lord." - John 20:18 (Public domain image; licensed under CC0)

March 31, 2018

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Comentario del San Juan 20:1-18



El evangelio de Juan se caracteriza por su lenguaje y su abundancia en simbolismos.

Una clave de lectura es la “hora,” y Jesús mismo se refiere a la “hora” en varios pasajes del evangelio. Desde esta clave de lectura, algunos autores, como Johannes Beutler,1 inscriben nuestro texto en una unidad literaria más amplia que llaman “La hora de Jesús: Pasión, Muerte y Resurrección,” y que va del 18:1-20:31. Raymond Brown, por su parte, ha dividido el evangelio de Juan en dos secciones. Llama “Libro de los Signos” a la primera parte y “Libro de la Gloria” a la segunda. Esta segunda parte está a su vez dividida en tres partes, de las cuales, la tercera, “La Resurrección de Jesús,” comprende al capítulo 20.2

Dividiremos nuestro pasaje en dos grandes secciones. La primera incluye los versos 1-10; la segunda los versos 11-18. Esta división nos permitirá visualizar el gran escenario de la resurrección así como los personajes con sus acciones, palabras y gestos. No podemos dejar de mencionar algunas de las reacciones que se suscitan en esta historia. En primer lugar, el asombro por no encontrar el cuerpo de Jesús, que impulsa a María Magdalena a buscar a Pedro y los otros discípulos. Después, la observación, que es precedida por correr, mirar de lejos, mirar de cerca, creer, no creer. También el no entender lo que Jesús había dicho acerca de su resurrección de entre los muertos, que lleva a los discípulos a alejarse camino a casa. Debemos mencionar asimismo el dolor manifestado en el llanto de María Magdalena, por no saber dónde se habían puesto a Jesús, así como el miedo de los discípulos. Y por último, el reconocimiento del Maestro resucitado después de que llama a María por su nombre.   

Todas estas reacciones son plenamente humanas, y nos podemos identificar con ellas, pues las hemos vivido en distintos momentos de nuestra vida, y resultan ser, a veces, eventos traumáticos. Justamente Beutler es un autor que, inspirado en L. Schenke, plantea el punto de vista del “drama” como otro elemento decisivo para estructurar el libro de Juan. El punto de vista del drama lleva a Beutler a dividir el evangelio en dos partes: 1. Jesús ante el mundo como “bajada del cielo” (Jn 1:19-12:36); y 2. La actuación de Jesús ante los discípulos como “subida/exaltación al cielo” (Jn 13:1-20:29).3

Comentario

Nuestra perícopa es significativa de por sí, pero su lectura en el contexto de la totalidad del capítulo 20 nos da una visión más amplia donde se fija la atención en los discípulos y María Magdalena desaparece del escenario. Con el resto del capítulo también se agrega el detalle de que el resucitado muestra las marcas de la crucifixión (vv. 20.27) y de que no podría haber habido resurrección sin crucifixión.

Vv. 1-10: Nos ubican espacial y temporalmente. Es el primer día de la semana, y es muy temprano. Este dato es de vital importancia para todos los evangelistas. El lugar del sepulcro se vuelve lugar de búsqueda, de encuentros, de punto de partida y también de llegada. María Magdalena es la primera en llegar al lugar del sepulcro y observa que el cuerpo no está. A diferencia de los otros evangelios, no se dice que María Magdalena lleve algo consigo; sólo que llega temprano y busca el cuerpo de Jesús. Este momento dejará registrado en la memoria de las comunidades el nombre de esta mujer hasta el día de hoy.

Del sepulcro, María Magdalena corre a buscar a los discípulos. Su comunicación es angustiante: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto” (v. 2b). Esta sección nos confronta con la humanidad de los discípulos y María Magdalena. Tanto Simón Pedro como el discípulo anónimo (o el discípulo amado) ven sepulcro vacío y los lienzos y sudarios abandonados, pero llama la atención el singular de la afirmación “vio y creyó” en el v. 8. ¿Por qué, si ambos discípulos corrieron al sepulcro, es solamente el discípulo amado quien “vio y creyó”? Estos versos han ocupado mucho la atención de la exégesis e interpretación. Podríamos pensar que para Juan el testimonio del discípulo amado es muy importante como ejemplo del discipulado. En lo que sí coinciden es que, al ver el sepulcro vacío, ambos discípulos se acuerdan de las Escrituras que su Maestro había mencionado en repetidas ocasiones, y regresan a la casa donde estaban reunidos los demás. Sólo la mujer queda en la tumba vacía.

Vv. 11-13: El grito de búsqueda de María Magdalena se repite en los vv. 13 y 15 y se produce al mismo tiempo que se encuentra con los dos ángeles primero y con Jesús luego, a quien ella confunde con el jardinero. ¿Qué es lo que busca esta mujer de la cual Jesús expulsó siete demonios? Ella está afuera del sepulcro, llorando, preguntándoles a los ángeles dónde estaba el cuerpo de Jesús. La pregunta parece retórica: “Mujer ¿por qué lloras?” Pero es en realidad una pregunta con profundidad teológica, que revela que el cuerpo de Jesús no ha desaparecido, sino que ha resucitado.

Vv. 14-17: El Jesús resucitado se aparece primeramente a ella que llora su duelo y la ausencia del cuerpo. Al intento de María de tocarlo, Jesús le dice: “¡Suéltame!, porque aún no he subido a mi Padre; pero ve a mis hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.’” Esta respuesta de Jesús es central para la comprensión de nuestro texto. La ausencia del cuerpo en los versículos precedentes da paso aquí a la explicación de Jesús sobre su glorificación.  Él sube a su Padre, el Padre de todas y todos; él sube a su Dios, el Dios de todas y todos nosotros/as.

V. 18: Esa verdad manifestada debe ser compartida, por lo que la mensajera María Magdalena debe ir por segunda vez al lugar donde están los discípulos para contarles acerca de esta primera aparición, y darles el mensaje de que ha visto al Señor y de lo que Señor le ha dicho. Ver y decir son acciones claves que derivan en el envío y el mensaje.

Pistas Hermenéuticas para la Predicación

Del no ver al ver: El verbo ver implica contemplar con nuestros propios ojos. Este ver, en un sentido profundo, está directamente relacionado con la comprensión. Incluso se logra ver aquello que no habíamos visto antes, porque el sujeto u objeto de nuestra mirada/observación llega a hacerse visible para nuestra comprensión humana. Los lugares, tiempos y lenguaje, tanto verbal como corporal, son el entorno pertinente para nuestro entendimiento.

Del duelo al gozo de contar: Las pérdidas pueden generar muchas reacciones en nosotros/as. Credulidad e incredulidad, llanto o consuelo, movilidad o huida, silencio o palabras. Las reacciones ambivalentes también son posibles como una manera de responder ante el trauma. La proclamación de este acontecimiento del cuerpo desaparecido de Jesús sucede luego de las apariciones del Resucitado, a la Magdalena y sus discípulos, a través de la narrativa de los eventos. Contar es recordar, hacer vivo, es interpretar y dar testimonio de fe.

Sepulcro abierto a la vida: El sepulcro, que es lugar de muerte, ahora está vacío, sin el cuerpo de Jesús crucificado. Se ha abierto completamente a la vida, a esa vida plena que Jesús anuncia en el mismo evangelio de Juan. Dicho espacio, por ser un lugar en el que se enfrentan las fuerzas del mal y de la desesperanza, será para las comunidades de fe un hito teológico pleno de esperanza.

Vivir la experiencia del Resucitado: Los relatos de los evangelios son testimonio de fe. Una fe que se vive desde la experiencia de lo cotidiano. No sabemos exactamente qué significa un cuerpo resucitado. Las palabras que Jesús dirigió a María Magdalena cuando le dijo que lo dejara porque todavía no había subido al Padre muestran ese gesto corporal de reconocimiento del Maestro. Las experiencias de fe en el Resucitado son expresión de amor y de fidelidad. Por eso es que María Magdalena hace de nuevo el viaje hasta la casa donde están los discípulos, esta vez no para alertar angustiosamente acerca de la desaparición del cuerpo y de los lienzos y sudario que habían quedado como vestigio, sino para comunicarles que Jesús estaba vivo, que había resucitado.

No podemos obviar el protagonismo de la Magdalena. Ella está presente en los relatos de la resurrección de los cuatro evangelios. De igual manera, ella está presente en los relatos de la crucifixión. A ella le es revelada la nueva condición de Jesús, y es la portadora del mensaje a los discípulos, a quienes Jesús llama “mis hermanos.” Ella es una testigo de la resurrección que ha visto al Señor. María nos invita a ver en el amanecer, y aún en medio de cierta oscuridad, como apunta el texto del original griego, a ver y también a ir y decir. ¿Qué noticias tenemos que proclamar? ¿A dónde vamos? Son las preguntas que nos animan a vivir la experiencia del Resucitado.


Notas:

1. Comentario al Evangelio de Juan (Verbo Divino: Navarra, 2016), 8.

2. El Evangelio según San Juan XIII al XXI (Cristiandad: Madrid, 2000), 841.

3. Comentario al evangelio de Juan (Verbo Divino: Navarra, 2016), 16.