Vigil of Easter (Year B)

¿Cómo ves a Jesús?

Photo of people holding candles at an Easter Vigil service
Easter Vigil service, via Unsplash

March 30, 2024

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Comentario del San Juan 20:1-18



La versión juanina de la resurrección es bastante diferente. La historia se enfoca en tres personajes, y cómo estos ven a Jesús. En nuestro pasaje, el autor hace uso de cuatro verbos diferentes para “ver.” Cada uso nos indica algo de cómo la persona se relaciona con Jesús. Son muchos los detalles que se pudieran destacar en nuestro pasaje. Este ensayo se enfoca en la percepción de Jesús de los tres personajes. 

Al igual que los sinópticos, la historia comienza temprano en la mañana. Sin aún haber llegado a la tumba, al ver que la piedra había sido removida, María Magdalena sale corriendo en la dirección opuesta. En ningún momento se detuvo para entrar a la tumba o para buscar alrededor de esta. Sencillamente, al ver la tumba expuesta, María sale corriendo hacia los discípulos. Aunque el texto indica que fue a donde Pedro y el discípulo amado, seguramente estaban todos los discípulos juntos. El autor resalta a estos dos.

Al escuchar el reporte de María, tanto Pedro como el discípulo amado salen corriendo. Noten los movimientos de ambos discípulos. Los dos corren, pero el discípulo amado corre más rápido y llega primero. Este discípulo se inclina y mira dentro de la tumba, pero no entra. La palabra para “mirar” aquí usada es la palabra más simple para esta acción.  Significa sencillamente la acción de los ojos en sí, el proceso de los ojos al captar imágenes. 

Aunque Pedro llega después del otro discípulo, Pedro sí entra a la tumba. La palabra aquí usada para “mirar” es otra palabra que más bien significa percibir, observar, experimentar, entender. De hecho, como Pedro entra a la tumba, logra ver más de lo que el otro discípulo vio. Pedro no sólo ve los lienzos, sino que puede ver que el sudario estaba enrollado y aparte. Este detalle nos indica que el cuerpo no había sido robado, ya que los ladrones no se tomarían el tiempo de enrollar el sudario. 

El autor no nos dice la reacción de Pedro. No sabemos qué pensó de lo que percibió. La interacción de Pedro con la tumba es interrumpida por la entrada del otro discípulo a la tumba. Al entrar a la tumba, el otro discípulo mira y cree. En esta ocasión el autor usa otra palabra para “mirar” diferente a la primera que usa con este discípulo cuando se asoma a la tumba la primera vez, y diferente a la que usa con Pedro cuando entra a la tumba. El verbo aquí utilizado indica la acción de mirar en su totalidad, similar al pasado pretérito. De hecho, este verbo se traduce mayormente al pretérito. 

No podemos obviar que el autor añade a esta acción de ver el creer. No sabemos qué es lo que este discípulo ha creído. El siguiente versículo no nos ayuda mucho, ya que parece indicar que los discípulos todavía no habían entendido los acontecimientos recientes. Es posible leer este versículo queriendo decir que hasta este punto no habían entendido, pero ahora sí, luego de haber visto la tumba vacía. Sin embargo, esta interpretación no es la única posibilidad. De igual forma pudiera ser que el momento de entendimiento para Pedro y el otro discípulo esté en un futuro cercano. El predicador de este texto pudiera enfocarse en explicar lo que es creer, lo cual no requiere entender todos los detalles. 

A este punto, la historia regresa a María Magdalena quien permanece llorando junto a la tumba. En el griego, la palabra “junto a” literalmente significa afuera. O sea, el énfasis no está en la distancia entre María y la tumba (cerca o lejos) sino en que María está afuera y no dentro de la tumba. El verbo “llorar” es usado dos veces en el v. 11: “Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; mientras lloraba…” Ambos verbos indican una acción continua. El autor desea señalar con esto el dolor profundo de María, quien, aún mientras “se inclinó para mirar dentro del sepulcro,” sigue llorando. 

María tiene dos conversaciones. La primera es con dos mensajeros celestiales quienes le preguntan el motivo de sus lágrimas. El autor no nos dice si María se ha percatado de que quienes la interrogan son ángeles. Es posible que su dolor sea tan profundo que María no se aperciba de la identidad de su compañía. Ciertamente, este es el caso cuando se le presenta el Jesús resucitado, quien le hace la misma pregunta de los ángeles, añadiendo: “¿A quién buscas?” Jesús les hace esta misma pregunta a sus primeros seguidores (1:38) y a Judas en el jardín cuando Judas lo traiciona (18:4 y 7). Si el predicador desea enfocarse en la conversación de María con Jesús, podría explorar esta pregunta en los tres usos en el evangelio. 

La respuesta de María es la misma que les ofrece a los ángeles. Ella está buscando un muerto. En su duelo, María no reconoce al que anda buscando. No es hasta que Jesús la llama por su nombre (ver Juan 10:3) que María lo reconoce. La expresión que usa, que el autor traduce como “maestro,” en realidad es “mi maestro,” lo cual expresa la cercanía de María con Jesús. Jesús no solo es el maestro, sino que es su maestro. Es posible que con estas palabras, María se haya aferrado a Jesús en su emoción de haberlo encontrado. No era para menos. Pero Jesús tiene una misión para María: ir a sus seguidores y ¡contarles las buenas nuevas!

Y así María lo hace. Al llegar a los discípulos, María proclama la gran noticia: ¡He visto al Señor! En esta ocasión, el autor usa una cuarta palabra para ver. El uso de este verbo (oraō) en Juan es particular en que siempre aparece en el perfecto o el futuro. La importancia del verbo en el perfecto es que denota algo que ha pasado y que sigue manifestando su efecto en la persona. En otras palabras, esta visión de Jesús impulsó a María a proclamar las buenas nuevas de la Resurrección. ¡Jesús vive! 

La pregunta para los lectores, entonces, es: ¿Cómo ves a Jesús? ¿En qué forma nuestra visión de quién es Jesús impulsa nuestra misión como pueblo de Dios?