Quinto Domingo después de Pentecostés

La lectura del evangelio parece más apropiada para la temporada litúrgica de Cuaresma en vez de pos-Pascua.

June 27, 2010

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Comentario del San Lucas 9:51-62



La lectura del evangelio parece más apropiada para la temporada litúrgica de Cuaresma en vez de pos-Pascua.

Pero en este año leccionario, el viaje de Jesús hacia Jerusalén está ubicado cerca al Tiempo Ordinario, o la temporada de Pentecostés, en la cual el enfoque está en la vida cristiana. Desde el último domingo de junio hasta el fin de octubre, estamos viajando hacia Jerusalén. Todas las lecciones del evangelio para estos cuatro meses están  adentro de la jornada narrativa de Lucas el cual empieza en 9:51 mientras Jesús “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” y termina casi diez capítulos después (19:27) con la llegada de Jesús en Jerusalén.  

La Jornada Narrativa

La jornada narrativa es una característica  particular del evangelio de Lucas. Adentro de este contexto literario hay algunas de las historias más conocidas y amadas de Jesús. Algunas solamente se encuentran en el evangelio de Lucas, y son reconocidas por sus títulos tradicionales, tal como El Buen Samaritano y El Hijo Pródigo. Otras parábolas, dichos, y enseñanzas tienen paralelos con los evangelios de Mateo y Marcos, pero no ocurren en el mismo orden. El arreglo del material adentro del viaje hacia Jerusalén es claramente intencional. El autor recuerda a los lectores en puntos estratégicos de la narración que estamos viajando a Jerusalén (vean 13:21 y 17:10) y nos invita a relacionar las historias individuales al contexto literario más amplio.

La oración “afirmó su rostro” es única al evangelio de Lucas y denota la determinación decidida  de Jesús hacia su destino. Señala una transición a esta sección central del evangelio y también recuerda temas anunciados antes. Jerusalén tiene un lugar prominente en Lucas. Lucas empieza y termina en el templo de Jerusalén. Jerusalén es la ubicación de la muerte de Jesús pero también de su resurrección y ascensión. Los Hechos empiezan en Jerusalén con la ascensión de Jesús y la historia de Pentecostés.

Jerusalén funciona simbólicamente en varios niveles de este evangelio. La historia que relata Lucas está firmemente ubicada en la fe e instituciones de Israel desde el principio hasta el final. Después de la circuncisión de Jesús, María y José lleva el infante al Templo para “hacer por él conforme al rito de la Ley.” En esta ocasión, Simeón dice a María, “Este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha…” (2:33-34).  Durante la primera etapa del viaje hacia Jerusalén, Jesús y sus discípulos atraviesan un pueblo Samaritano y evoca la antipatía antigua entre Samaritanos y Judaicos sobre el Templo (9:52-53), las dos son cumplimientos de la profecía de Simeón y también un presagio de la oposición venidera. 

La Jornada de los Discípulos

Los dichos sobre el discipulado  al principio del viaje indican que Jesús no viaja solo. Él tiene discípulos ansiosos de seguirle. Las instrucciones de Jesús para los que quieren ser sus discípulos parecen duras y extremas. No hay tiempo para arreglar un sepelio, aún de sus propios padres. No hay tiempo para despedirse de familiares y amistades. Nadie que mira atrás es digno para el Reino de Dios.

Sus palabras aquí quizás nos dan la impresión de que son atípicas a nuestra imagen de Jesús. Algunos comentaristas cuestionan si Jesús pudo haber dicho estas palabras. Si representan o no las propias palabras de Jesús, ellas presentan un argumento importante sobre el discipulado. La respuesta de Jesús ante las peticiones legítimas de posponer el viaje recuerda a los cristianos de cada generación que siempre hay pretextos justificados para aplazar el viaje o posponer nuestros reclamos al discipulado. Otros asuntos importantes compiten por nuestra atención. Algunos tienen que tomar decisiones difíciles, pero hay urgencia de Jesús en su misión de traer el reino de Dios. Jesús nos constriñe a proclamar el reino de Dios. Este es nuestra vocación cristiana y debe de ser nuestra primera prioridad.

Predicando en el Camino hacia Jerusalén

La jornada narrativa  de Lucas es en efecto apropiada  para la temporada de Pentecostés con su enfoque en el discipulado Cristiano. Conozco la costumbre de predicar–y es entendible–en considerar solamente las lecturas asignadas de cada semana en la preparación del sermón dominical, pero Lucas es una obra maestra literaria que se presta  bien a leer las partes en relación con la historia en su conjunto. Temas que son anunciados en el principio persisten a lo largo del evangelio. Predicadores, que relacionan las lecciones individuales del evangelio en su ubicación dentro del contexto literario más amplio del viaje a Jerusalén, y adentro del evangelio entero, van a descubrir que este es un hábito enriquecedor para la predicación de Lucas durante esta temporada. El comentario de Neil Elliot sobre este texto en el People’s Bible (Fortress Press, 2008) es instructivo: “Todo que enseña Jesús sobre la justicia, sobre el uso apropiado de las riquezas, sobre la oración y firmeza en su causa, él las enseña mientras conduce sus seguidores hacia la confrontación final en Jerusalén.”