Comentario del San Lucas 24:36-48
En esta última escena del evangelio, Jesús busca afirmar y confirmar la fe de sus seguidores/as. Lo hace tomando y comiendo del pescado para comprobar que no era un fantasma. Lo hace abriendo sus mentes sobre lo que había sido escrito acerca del Mesías. Lo hace además asegurándoles que serían testigos del perdón de Dios para todas las naciones. Estos temas están relacionados y han sido parte del entramado del tercer evangelio.
Para explicar esto, primeramente tenemos que acudir a dos detalles críticos de este evangelio. Estos son: el propósito del evangelio y la misión de Jesús. Primero, este autor se comprometió a realizar una investigación exhaustiva de los asuntos concernientes a Jesús el Cristo con el fin de que su patrocinador, Teófilo, tuviera certeza acerca de lo que se le había enseñado (Lucas 1:1-4). Segundo, de acuerdo con Lucas, la misión de Jesús es traer libertad al cautivo (Lucas 4:18). Esta misión es anticipada en el cántico de María (Lucas 1:46-55) y en la profecía de Zacarías (1:68-79). En estos pasajes vemos la misericordia de Dios reflejada en su intervención por los oprimidos. Con este trasfondo regresamos a nuestro pasaje.
En la versión de Juan de este encuentro, los discípulos, incluyendo a Tomás, creen luego de ver las cicatrices de Jesús. En Lucas, esto no es suficiente. El autor añade que, como todavía no creían, Jesús les pide algo de comer. Una particularidad de Lucas es su énfasis en las comidas. Lucas incluye 19 historias relacionadas con una comida, 13 de las cuales son propias de Lucas. Jesús discute mucho la comida, incluso en varias parábolas (14:7-24; 15:25-32; 16:19-30). Jesús hasta es acusado de ser glotón (7:34) y es criticado por la compañía que mantiene y con quién come (5:30; 15:1-2). En varias ocasiones, Jesús utiliza un evento en una comida para impartir una enseñanza. Cuando Leví, el recaudador de impuestos, invita a Jesús a su casa, los fariseos lo critican por comer con “pecadores.” Jesús entonces les aclara que los que “están sanos” no reconocen su necesidad de un médico (5:31). De igual manera, a otro fariseo Jesús le enseña que la persona que no reconoce su pecado no está presta para recibir el perdón de Dios (7:40-47). Es curioso que la pareja en el camino a Emaús reconoce a Jesús en medio de una comida. De igual forma, en el texto para este domingo, Jesús comprueba que es real comiéndose un pescado delante de quienes estaban con él. Estos detalles son intencionales para Lucas. El autor desea establecer la igualdad de toda persona.
En la cultura greco-romana, una comida se compartía con personas igual a uno. Esto es, de igual estatus en la sociedad. Entonces, el hecho de que “una mujer de la ciudad, que era pecadora” entrara en la casa de Simón el fariseo era escandaloso (7:40-47). Mas Jesús insiste en que toda persona tiene igual valor. Por eso Jesús come con todo tipo de personas. Más adelante Lucas escribirá que “Dios no hace acepción de personas” (Hechos 10:34). En última instancia, para este autor, las comidas representan un microcosmos de cómo debe ser la iglesia que tampoco debe hacer acepción de personas.
Ya se ha mencionado que Lucas escribe para confirmar las enseñanzas recibidas por Teófilo. La pregunta central parece ser: ¿Cómo podemos estar seguros/as de que este movimiento religioso con el que nos hemos comprometido verdaderamente representa la voluntad de Dios? Lucas escribe a una iglesia en sus comienzos como comunidad, para animarles a mantenerse fieles a un Dios que tiene un propósito y unirse en su misión. Esto lo vemos en los textos que revelan el plan de Dios (1:14-17, 31-35, 46-55, 68-79, 2:9-14, 30-32, 34-35, 13:31-35, 24:44-49); en los pasajes de “hoy” que muestran que su palabra se cumple en el momento preciso (2:11, 4:21, 5:26, 19:5,9, 23:42-43); y en el uso de la frase “es necesario” (2:49, 4:43; 9:22; 13:33; 17:25; 19:5, 21:9; 22:37; 24:7, 26, 44). Esta frase, “era necesario,” que es usada en nuestro pasaje (v. 44), indica que todo lo ocurrido era parte de un plan divino, incluyendo lo que para el ser humano podría parecer no estar alineado con la voluntad de Dios. Jesús les explica a sus seguidores/as que “era necesario” que él sufriera y hasta que muriera. Nada de esto había tomado a Dios por sorpresa. Al contrario, todo era parte del plan de Dios. Sus seguidores/as no deben dudar ni temer. La fidelidad de Dios no está en juego. Dios cumple sus planes.
Precisamente porque Lucas está convencido de esto, les recuerda a sus lectores/as que son parte de la misión de Jesús y deben compartir su mensaje de perdón. Para Lucas, el perdón no es sencillamente un tema teológico relacionado con el pecado original. Para Lucas, el perdón equivale a la libertad del pecado. De hecho, hay una palabra que el autor usa dos veces en el original griego en Lucas 4:18 y que vuelve a usar en nuestro texto para hoy, en el v. 47, aphesis. La versión Reina Valera 1995 la traduce como “libertad” en Lucas 4:18 y como “perdón” en nuestro texto, en el v. 47. En otras palabras, lo que Jesús brinda no es una transacción que elimina la cuenta del pecado. Este perdón es libertad para vivir la vida que Dios anhela para nosotros/as. Es la libertad de ser parte de este plan divino.
Nótese también que este mensaje es para todas las naciones (v. 47). La palabra del original traducida como “naciones,” ethnē, es la misma palabra para “gentiles.” Lucas es un evangelio universal e inclusivo, especialmente la inclusión de los marginados y las mujeres. No porque Lucas pretenda que estos grupos sean más importantes que otros, sino precisamente por el lugar que ambos grupos ocupaban en la sociedad en el primer siglo (y se podría decir que hasta cierto punto sigue siendo así hoy día). Lucas insiste en que Jesús busca traer libertad (perdón) a los oprimidos en todas las naciones. Y nosotros/as que hemos recibido esta libertad tenemos el honor de ser testigos de cómo esta libertad alcanza a todos/as, sin acepción de personas.
April 14, 2024