Comentario del San Juan 3:1-17
1) Era de noche cuando Nicodemo fue a visitar al Jesús que en el evangelio según San Juan se presenta como “la luz del mundo” (8.12).
El dato de que era de noche no sólo indica el período de tiempo en que realizó su visita a Jesús, sino la falta de claridad y la confusión acerca de las cosas de Dios que lo habrían llevado a recurrir a Jesús y el carácter secreto y subversivo que tenía el hecho de que recurriera a Jesús. Hacerlo a la luz del día podría haber sido muy peligroso.
2) En un sermón predicado en Luther Seminary el 5 de octubre de 2011, el pastor de la Iglesia Bautista Ebenezer de Atlanta Raphael Warnock nos decía que Nicodemo era un prestigioso magistrado judío que decidió pedir consejo al joven rabbí devenido en revoltoso que era Jesús (según la cronología de este evangelio, Jesús había realizado la purificación del templo poco antes del encuentro con Nicodemo) y que para colmo de males procedía de Nazaret, Galilea, de donde se consideraba que no podía salir ninguna cosa buena (Jn 1.46 y 7.52). Parecería que Nicodemo se retiró de la presencia de Jesús sin despedirse luego de que Jesús le echara en cara su ignorancia (versículo 10), pero Nicodemo tiene dos apariciones posteriores que indican que algún efecto tuvo en él la conversación con Jesús. En un determinado momento, mostrando que había superado el temor a ser confundido con un discípulo de Jesús, sostuvo ante los sumos sacerdotes y los fariseos que Jesús merecía ser escuchado (Jn 7.51) y después de la muerte de Jesús ayudó a José de Arimatea a bajar el cuerpo de la cruz y a darle debida sepultura (Jn 19.38-42).
3) Nicodemo no sabía cómo dirigirse a Jesús. Al llamarlo maestro y reconocer que nadie podría realizar señales como las suyas sin el respaldo de Dios (versículo 2), parecería que intentó entablar un diálogo amable y distendido, esperando aprender de Jesús y confiando en que también Jesús podría aprender de él. Pero un diálogo de esas características requería una distancia del asunto en cuestión que es imposible de establecer cuando se trata de las cosas de Dios. Es lo que le dio a entender Jesús cuando sin agradecer la cortesía de Nicodemo, le dijo (versículo 3) que nadie podría ver el Reino de Dios a menos que naciera de lo alto o de nuevo (el original griego puede significar las dos cosas).
4) La sorpresa que le provocó a Nicodemo la brusca respuesta de Jesús a su cumplido lo llevó a pretender que el mensaje de Jesús encajara en su idea preconcebida de lo que era posible o imposible para Dios o respecto de Dios. Por eso preguntó cómo podía uno nacer siendo ya viejo (versículo 4) y cómo podía ser que lo que nacía del Espíritu fuera como el viento (versículo 9).
5) Si bien Jesús cuestionó las preguntas de Nicodemo por reflejar una valoración excesiva de su propia capacidad para determinar lo que era posible respecto de Dios, no le molestan las preguntas. Al contrario. En presencia de Jesús podemos hacer todas las preguntas y admitir todas nuestras dudas. Dios sólo se convierte en una cuestión candente y existencial cuando nos damos cuenta de que no tenemos la vida comprada ni el control de lo que sucede ni ninguna razón para asumir una actitud autocomplaciente.1
6) Decía el pastor Warnock en el sermón mencionado que las iglesias y los/las cristianos/as nos hemos imaginado erróneamente que representamos a Jesús, mientras que el mundo es Nicodemo, o que Jesús es el cristiano y Nicodemo un judío, aunque Jesús vivió y murió como judío. O que Jesús es el religioso mientras que Nicodemo es un pecador. Pero Nicodemo somos nosotros/as, dijo el pastor Warnock. Nicodemo es la persona religiosa con todas las credenciales. Nicodemo es el veterano religioso que representa a la religión institucionalizada de la clase dirigente. Y Jesús es el herético religioso que diciendo “debes nacer de nuevo” nos interpela desde el margen a quienes tenemos demasiada confianza en nosotros/as mismos/as o creemos que ya nos las sabemos todas. O sea, tú y yo, que tenemos una idea bien formada de lo que es posible para Dios y que a veces ni siquiera queremos escuchar las preguntas que nos hacen desde afuera, somos llamados/as a nacer de nuevo o de lo alto.
7) Tiene sentido vincular el nuevo nacimiento de agua y de Espíritu que propone Jesús (haciendo referencia a Ezequiel 36.25-27, un texto de la misma tradición de la que Nicodemo y los fariseos se habían hecho guardianes) con el bautismo, sobre todo si pertenecemos a una iglesia que practica el bautismo de párvulos. El bautismo es un nuevo nacimiento de agua y del Espíritu en que el niño/la niña es hecho hijo/a de Dios y se le da el Espíritu Santo con el perdón de los pecados y la vida eterna, sin que sea consciente ni pueda apreciar lo que sucede, ni esbozar una sonrisa ni decir “gracias”. Sólo puede someterse a lo que pasa y confiar que no puede ser ninguna cosa mala. Recordar nuestro bautismo de niños hoy cuando ya somos adultos es aceptar que el favor de Dios es un regalo que nos une solidariamente con todos los demás, y en particular con los marginados, excluidos, desdichados, perdidos, condenados, que se preguntan si hasta el mismísimo Dios les dio la espalda.
8) Debemos reconocer que muchas veces no queremos cambiar. Para que nos demos cuenta de la magnitud de la conversión a la que nos llama Jesús, Herzog propone que en un contexto mayoritariamente blanco, nacer de nuevo signifique volverse negro. Y según el contexto también podría significar volverse mujer, aborigen, o gay, o un miembro de cualquier grupo oprimido.2 La vida cristiana comienza cuando desechamos los privilegios de nuestra posición y nos identificamos con los hermanos y hermanas más pequeños con quienes Jesús se identificó primero.
1Frederick Herzog, Liberation Theology: Liberation in the Light of the Fourth Gospel (New York: The Seabury Press, 1972), 2.
2Op. Cit., 61-67.
June 3, 2012