Comentario del San Juan 17:6-19
Ni Escape, Ni Identificación. En el Mundo, pero No del Mundo
La escena de despedida (Jn 13-17) se cierra con una oración de Jesús. La actitud del/a lector/a debiera ser, llegado a este punto, la de un/a observador/a sigiloso/a a quien se le permite identificar los deseos que con más ahínco quiere Jesús que se cumplan en la comunidad que deja al cuidado del Paracleto. La oración tiene como elemento introductorio el recuento de lo que el Señor hizo como enviado (apostéllo) del Padre (17:3), y presenta a Jesús con las mismas ideas con las que el prólogo del evangelio lo ha anunciado al comienzo: Jesús ha glorificado al Padre (17:4, Cf. 1:14) y ha completado la obra que el Padre le mandó hacer, manifestando su nombre a los seres humanos (17:6, Cf. 1:18).
Jesús ruega para que sus discípulos sean guardados en su ausencia, idea determinante en todo el episodio. Jesús ya no está en el mundo, y por tanto, sus discípulos necesitan ser guardados (v. 12), fundamentalmente porque, debido a que Jesús les ha dado la palabra del Padre, el mundo los odia (v. 14). Ahora bien, sacarlos del mundo no es la solución adecuada a la amenaza. Muy por el contrario, Jesús pide que sean guardados del mal, pero no quitados del mundo (vv. 15-16). Con esto, los discípulos se convierten, tal como lo fue primero Jesús, en enviados al mundo y depositarios de un saber que, aunque todavía incipiente, los diferencia del mundo (v. 18).
El “mundo” como “personaje” en la narrativa juanina global, aparece 78 veces en el Evangelio.1 Es uno de los “personajes” de mayor aparición junto con el de “los judíos,”2 lo que invita a pensar que “los judíos,” en la narrativa del cuarto evangelio, son una especie de representación a escala de lo que es “el mundo.” Las similitudes son de destacar: 1) ambos son dirigidos por personajes que nada tienen que ver con Jesús: el “diablo” o el “gobernante de este mundo” (8:44; 12:31; 14:30; 16:11); 2) ambos responden a Jesús con hostilidad (1:10-11; 8:24.43-47); y 3) Jesús acusa a los judíos de pertenecer al mundo (8:23).
“Los judíos,” considerado como personaje colectivo juanino, y “el mundo,” considerado como sistema, son hostiles a Jesús.3 “El mundo” se describe por oposición al lugar donde habita Dios (1:1-9; 3:16, 31; 8:23; 18:36). El mundo está en tinieblas y rechaza la luz que pudiera dispersarlas. La visión del mundo en el evangelio no es optimista; no se percibe que, en cuanto mundo, vaya a cambiar su naturaleza o actitud frente a los discípulos. No obstante, como matiz optimista, de 17:20ss se desprende que la misión de los discípulos, siempre basada en el testimonio y la unidad, traerá algunos resultados positivos.
Consideraciones Homiléticas
El segmento que tenemos ante nosotros posibilita la predicación en dos frentes.
1) El lugar del testimonio es el mundo:
Los discípulos, se nos dice, no son del mundo, como tampoco lo fue Jesús, razón por la cual el aborrecimiento expresado hacia el Señor es, igualmente, esperable para con los discípulos. Mientras que un natural instinto de autoconservación pudiera hacernos pensar que, dada la hostilidad del mundo, lo mejor sería escapar, el texto nos llama a permanecer, pues el lugar del testimonio es el mismo donde Jesús fue testigo. Se trata del testimonio según el cual Dios camina con nosotros/as, anuncio que ocasionará el rechazo de muchos, pero la respuesta positiva de otros (17:20ss). Dicho testimonio de nada sirve si no se da en el lugar adecuado: el mundo.
2) Los discípulos/testigos no pertenecen al mundo:
En segundo lugar, si el escape del mundo no es la conducta apropiada para los testigos del Señor, tampoco lo es la identificación con el mundo. La incomodidad de la persona creyente, en medio de un sistema hostil a Jesucristo y a todo lo que provenga de él, no será la excepción sino la norma, todo lo cual sería imposible de sobrellevar de no ser porque nuestro Señor, maestro y amigo, oró en nuestro favor, para que seamos librados/as del mal.
No pocas veces el testimonio del evangelio ha sido opacado por las marcadas tendencias escapistas y aislacionistas de las personas creyentes; por su falta de presencia benéfica en medio del mundo. Otras tantas veces, el testimonio se ha anulado porque no es posible distinguir a quienes dicen caminar en Jesucristo de quienes pertenecen al mundo. ¡Que el bendito Paracleto no guíe en toda la verdad!
Notas:
1. Cf. Jn 1:9s, 29; 3:16s.19; 4:42; 6:14.33.51; 7:4.7; 8:12.23.26; 9:5.39; 10:36; 11:9.27; 12:19.25.31.46s; 13:1; 14:17.19.22.27.30s; 15:18s; 16:8.11.20s.28.33; 17:5s.9.11.13ss.18.21.23ss; 18:20.36s; 21:25.
2. En la narrativa juanina, la expresión “los judíos” identifica a un personaje colectivo que no tiene una connotación étnica. En efecto, Jesús habla de “los judíos” y de la “ley de los judíos” como si él mismo no fuera judío. De la misma manera, en Jn 20:19 se indica que los discípulos de Jesús (todos judíos) estaban reunidos a puertas cerradas “por miedo de los judíos.”
3. Cornelis Bennema, Encountering Jesus: Character Studies in the Gospel of John (Milton Keynes: Paternoster, 2009), 31.
May 13, 2018