Día de la Reforma

Los dos aspectos de la libertad 

Luther crest, Eisleben, Germany
"Luther crest, Eisleben, Germany." Image by Christopher Manke, 2015. Used by permission.

October 29, 2023

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Comentario del San Juan 8:31-36



Para apreciar plenamente nuestra herencia luterana este Domingo de la Reforma, no sólo debemos reconocer el poder liberador de la verdad sino también la naturaleza multifacética de la libertad. Como luteranos/as, creemos que la libertad de un cristiano tiene dos aspectos: es libertad de la carga del pecado y libertad para la obra transformadora de participar con Dios en el establecimiento de un mundo caracterizado por la paz, el amor y la justicia.

La Reforma, que comenzó hace más de 500 años, fue provocada por el reconocimiento de la carga del pecado y la necesidad de liberarse de él. El miedo a la condenación eterna se estaba utilizando para controlar al pueblo, consolidar el poder y extraer recursos valiosos de las mismas personas que más necesitaban la gracia y el perdón de Dios. La revelación de Lutero llegó a través del redescubrimiento de la “justificación por gracia a través de la fe” e iluminó la verdad de que la libertad para el cristiano comienza con la liberación del peso del pecado. En Cristo encontramos perdón y redención y se nos libera de la culpa y el poder del pecado que una vez nos esclavizó. La verdad de la acción redentora de Cristo a nuestro favor es la piedra angular de esta liberación, y es a través de la obra continua del Espíritu Santo que experimentamos esta libertad de nuevo todos los días.

Sin embargo, la libertad del cristiano no termina con la eliminación de la carga del pecado. Se extiende a una libertad con propósito, un llamado a participar en la obra redentora de Dios en el mundo, un llamado a ser discípulos/as. Somos liberados/as para la obra del Reino, libres para encarnar el amor, la paz y la justicia que Cristo proclamó y demostró.

Como dijo Jesús en el pasaje: “Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (vv. 31-32). Esta “libertad para” significa que nuestra fe no es un camino solitario sino comunitario. Nos llama a ser discípulos/as de Cristo, no sólo de palabra sino de acción, participando activamente en la obra del Reino. Este trabajo implica luchar por un mundo caracterizado por la paz, el amor y la justicia, no sólo para unos pocos privilegiados, sino especialmente para quienes históricamente han sido marginados/as. Nos obliga a abordar la injusticia sistémica, defender el bien común, descubrir prejuicios implícitos, responsabilizar a quienes están en el poder, defender las causas de los vulnerables y amar a nuestro prójimo, al extraño, e incluso a nuestro enemigo.

En este contexto, resuenan las palabras de Lutero: “Un cristiano es un señor libre sobre todo y no está sujeto a nadie; un cristiano es un servidor obediente en todos y sujeto a todos.” Esta libertad paradójica subraya que, una vez que estamos libres de la carga del pecado, nos convertimos en servidores de la causa de la paz y la justicia, emulando el amor de Cristo. Nuestra libertad se expresa a través de actos de amor, compasión y misericordia, mientras trabajamos junto a Dios para crear un mundo donde prevalezcan los valores del Reino.

Recordemos que la libertad de un cristiano no es una libertad pasiva sino una participación activa en la obra del reino de establecer un mundo donde cada uno de los hijos/as de Dios, y toda la creación, experimentemos una paz que sobrepasa todo entendimiento, la plenitud en todas nuestras relaciones y la abundante provisión de Dios en cada aspecto de nuestras vidas. Este Domingo de Reforma, no sólo estamos llamados a “permanecer” en la Palabra de Dios, sino también a encarnar esa Palabra en nuestras acciones. Con la ayuda de Dios y en el nombre de Jesús, abracemos la naturaleza dual de la libertad cristiana: libertad de la carga del pecado y libertad para la obra transformadora de establecer un mundo que refleje los valores del Reino de Dios.