Día de la Reforma

Enfrentando las distorsiones del evangelio de ayer y de hoy

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October 27, 2024

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Comentario del San Juan 8:31-36



El Domingo de la Reforma presenta la oportunidad para abordar algunos de los temas centrales del movimiento reformador del siglo 16 y su continua relevancia para nuestros días. Tradicionalmente se hace énfasis en la “justificación por la gracia mediante la fe” como el eje temático para la predicación, y aunque ciertamente este es un tema de importancia, tal vez el contexto histórico de donde surge la justificación como respuesta teológica sea también un elemento importante para considerar. Lutero enfrentó la distorsión del evangelio como su principal problema y, por tanto, dar libre curso al evangelio, proclamar la palabra sin los tropiezos institucionales que mantenían cautivos tanto a la propia palabra como al pueblo, se convirtieron en el centro de la gesta reformadora.

La lectura del evangelio según San Juan presenta dos temas importantes que se pueden hilvanar para construir un mosaico de esperanza en nuestros contextos: verdad y libertad. La palabra “verdad,” en el original griego aletheia, implica algo más que certeza o veracidad. La etimología de la palabra indica que aletheia es “aquello que no se oculta,”1 lo que se revela como auténtico. Más adelante en la narrativa del evangelio, Jesús se presenta como la verdad: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14:6). “La verdad que se anuncia es la revelación de Dios.”2 La verdad de Dios revelada en Jesús es la fuente de la libertad. Por eso Jesús proclama que la verdad les hará libres. Jesús libera del pecado. Su vida se convierte en el centro de la predicación evangélica.

San Pablo nos exhorta en la carta a los Gálatas a estar “firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres” y a no estar “sujetos al yugo de esclavitud” (Gál 5:1). Jesús nos ofrece libertad del pecado para reestablecer la relación con Dios. Su obediencia nos es imputada como la base de nuestra justificación. La gran pregunta que perturbó el alma de Lutero—¿cómo puedo presentarme delante de Dios?—halla respuesta en esta revelación; nos presentamos delante de Dios por causa de Cristo.

Sin embargo, aquí encontramos la gran paradoja clásica en la teología luterana. Dios nos libera del pecado, del incurvatus in se, y en esa libertad encontramos nuestra vocación: el servicio al prójimo en necesidad. La libertad tiene un propósito. Mediante ella manifestamos en acciones concretas el amor de Dios; hacemos visible, real y presente al Dios que, al decir de Lutero, utiliza máscaras y viene al prójimo a través de nuestros oficios y vocaciones.

Martin Lutero describe su tratado sobre La Libertad Cristiana como “la suma de la vida cristiana expuesta en forma breve.”3 Esa vida se vive en la tensión entre libertad y sujeción:

El cristiano es libre señor de todas las cosas y no está sujeto a nadie.
El cristiano es servidor de todas las cosas y está supeditado a todos.4

El ya fenecido predicador Cecilio Arrastia describe de forma sencilla este principio fundamental de la vida en Cristo: “Dios es quien toma el centro de tu vida y la libera para esclavizarla.”5 Somos esclavos/as de la verdad, de la revelación de Dios en Jesús de Nazaret.

Decíamos que Lutero enfrentó las distorsiones del evangelio en su tiempo. Hoy día vivimos una crisis similar a la que enfrentó el hermano Martin. ¿Cuáles son las distorsiones que observamos en la vida de fe de la comunidad? Esta es una pregunta importante que quien predique puede enfocar desde el contexto de su congregación, su comunidad y su denominación. Algunas de ellas podrían ser el individualismo, la teología de la prosperidad (una teología de la gloria en lugar de una teología de la cruz), el tratar de crear a Jesús a nuestra imagen y semejanza para justificar nuestros marcos de referencia ideológicos (el nacionalismo cristiano).

Quien predique debe estar consciente del momento en que se da esta predicación, a unos pocos días del proceso electoral en los EE. UU. ¿Cómo leemos este texto en este contexto? Ciertamente es un gran reto.

Para los/as predicadores/as de la Iglesia Evangélica Luterana en América (ELCA), la Conferencia de Obispos ha publicado un mensaje pastoral que puede ofrecer algunas pistas apropiadas para abordar este tema. El mensaje afirma:

En un jardín perfecto, creado por Dios por el bien de la humanidad, el mal entró en forma de engaño y mentiras. Los cristianos se refieren a esta historia, que se encuentra en el libro bíblico del Génesis, como la caída de la humanidad. Esta incursión del pecado humano comenzó cuando Adán y Eva, los primeros seres humanos creados a imagen de Dios, fueron engañados. Los humanos han luchado con los poderes del engaño desde entonces. Sin embargo, somos un pueblo que conoce y proclama el poder de Dios que obra en el mundo. Proclamamos el poder de Jesucristo, Dios en la carne, quien dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6) … Reiteramos nuestro compromiso de decir la verdad y señalar a aquel que es la verdad.6

Finalmente, afirmamos con Lutero: “El cristiano es libre, sí, pero debe hacerse con gusto siervo, a fin de ayudar a su prójimo, tratándolo y obrando con él como Dios ha hecho con el cristiano por medio de Jesucristo.”7


Notas

  1. Theological Dictionary of the New Testament, Gerhard Kittel and Gerhard Friedrich, eds.; Geoffrey W. Bromiley, trans. (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1985), 37.
  2. Raymond E. Brown, The Gospel According to John, Vol. I (New York: Doubleday & Company, Inc., 1966), 355.
  3. Obras de Martin Lutero, Vol. 1, Carlos Witthaus, traductor (Buenos Aires: Editorial Paidós, 1967), 148.
  4. Ibid., 150.
  5. Notas personales de un curso de predicación avanzada con el Dr. Arrastia en el Seminario Evangélico de Puerto Rico.
  6. ELCA Conference of Bishops Emphasizes the Need to Speak the Truth, https://www.elca.org/News-and-Events/8247 (consultado: 3 de octubre, 2024).
  7. Obras de Martin Lutero, Vol. 1, 164.