Decimonoveno domingo después de Pentecostés

Los opresores de ayer y de hoy

October 8, 2023

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Comentario del San Mateo 21:33-46



La parábola de los labradores malvados retoma una imagen que seguramente resonaba en los oídos de la multitud que escuchaba a Jesús: la idea de que el pueblo de Israel (o incluso Jerusalén) era como una viña (Is 5:1-8). El difícil acceso a la tierra cultivable hacía frecuente la práctica del arrendamiento de las propiedades, campos, viñedos. En esta historia “un hombre, padre de familia” realiza la inversión inicial, prepara la viña, con el lagar y una torre de vigilancia, y arrienda a unos labradores (v. 33). 

Eran frecuentes los contratos de este tipo, según los cuales los labradores podían producir en la viña, pero debían dejar al dueño una parte del fruto en la época de la vendimia (habitualmente un 25 %) (v. 34). Según lo acordado, el dueño envía a sus siervos o esclavos (doulous), que deben ser distinguidos de los labradores, a cobrar lo correspondiente. Claramente cuentan con la autoridad del dueño, uno de los temas centrales discutidos en estas parábolas (la autoridad de Jesús y la autoridad de los líderes religiosos). 

La parábola menciona distintas etapas de envío de siervos; los del primer grupo son rechazados y maltratados por los labradores de tres modos distintos: a uno lo golpearon, a otro lo mataron, al otro lo apedrearon (no queda claro si también lo mataron o solo le arrojaron piedras; depende de cómo se quiera traducir elithobóleesan) (v. 35). La acción se repite en el v. 36 y finalmente el dueño decide enviar a su hijo (único hijo, según el paralelo Mc 12:6), pensando que por esa condición lo iban a respetar (v. 37). La parábola describe una gran misericordia de parte del dueño, algo que no ocurría en la vida cotidiana de aquel entonces. En este punto la parábola describe la premeditación de los labradores malvados, que deciden matar al hijo del dueño para quedarse con la herencia (v. 38). Con la gravedad de la premeditación, lo sacan fuera de la viña y lo matan (posible alusión a la muerte de Jesús fuera de la ciudad, una costumbre judía de evitar matar dentro de la ciudad) (v. 39). En todo caso, esto difiere ligeramente del paralelo, Mc 12:8.

Hasta aquí la parábola. En el marco de disputas de poder y autoridad, era habitual que el rabino hiciera preguntas a la audiencia, para mantener la atención. Jesús pregunta qué imaginaban que haría el señor con esos labradores (v. 40). La respuesta es fulminante, como se espera de un dueño que ha soportado estos maltratos y falta de reconocimiento a su autoridad en un grado sumo: “A los malos destruirá sin misericordia“ (Kakous kakoos) y “arrendará su viña a otros labradores que le paguen el fruto a su tiempo” (v. 41). 

Acto seguido, el rabí Jesús cita la Biblia Hebrea, Sal 118 (el texto citado textualmente en rigor es la Septuaginta, Sal 117): “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo” (v. 42). Había distintas formas de construir en la antigüedad, pero la “piedra angular” unía las paredes o soportaba el peso de una abertura (puertas o ventanas). Como fuera, se trataba de una piedra especial (lithon), ubicada en un lugar muy especial para dar solidez a la construcción. En el v. 43 Jesús afirma que esta viña en realidad representa al pueblo de Israel (¿líderes y gente común?) y que el reino de Dios (Basileia tou Theou) será dado a otra gente, “a gente” (ethnei), podríamos decir, “no-judía”). Si bien esto suele interpretarse como una profecía (o añadidura posterior, no importa) sobre el cristianismo gentil, lo que hay que tener en cuenta es que la comunidad mateana, que está detrás de la redacción de este evangelio, se presume que era mayoritariamente judeo-cristiana. De modo que esa “gente” a la que es dada el reino (por rechazo del pueblo de Israel), en todo caso es un pueblo de judíos cristianos y de no-judíos cristianos, como fue la iglesia primitiva (cf. D. Senior). Así, este ethnei se podría interpretar en la línea de Dn 7:27.

El v. 44, sobre la piedra, —otra vez lithon; notar que aparece tres veces en este pasaje— no está en varios manuscritos antiguos. No obstante, el paralelo Lc 20:18 lo contiene. El sentido del pasaje es que quien se oponga a Jesús será pulverizado, como se puede interpretar en la línea de Mt 3:12, en la idea que Juan el Bautista tenía del mesías. 

El cierre del texto se da con el v. 45, en donde aparecen como adversarios de Jesús los “principales sacerdotes” (archiereis) y los fariseos, que no estaban registrados en las disputas inmediatamente anteriores. Es probable que sea un anticipo, para que entren en escena ahora, para lo que vendrá en el capítulo 22. El autor del relato da cuenta de que advierten que la parábola va dirigida contra ellos como una crítica feroz, por lo cual se complotan para matarlo, pero no lo pueden llevar a cabo, nuevamente, por “el pueblo,” porque éste “lo tenía por profeta.” 

Los siervos (doulous) enviados por el dueño a cobrar a los labradores serían los profetas, que fueron rechazados por el pueblo de Israel (en particular sus autoridades vinculadas al “aspecto económico” del templo). Jesús sería el hijo del dueño de la viña y los labradores las autoridades religiosas. Una vez más, la opinión del pueblo (ochlos) tiene un lugar clave en la escena, y así como los labradores se complotaron para asesinar al hijo del dueño de la viña, aquí los líderes religiosos se complotan para asesinar a Jesús.  

Como acercamiento homilético, quizá más para algún “taller” que podamos organizar, propongo pensar y escribir una parábola actual en la que podamos expresar un mensaje similar con alguna realidad de nuestra vida cotidiana. ¿Necesariamente los líderes religiosos serían los principales opresores de hoy en día o podríamos pensar en otros personajes? Además, podemos pensar en las implicaciones de este juicio crítico para con el pueblo de Israel y el rol que le cupo a la iglesia cristiana a partir de ese momento: la responsabilidad asumida por dar forma a una comunidad inclusiva, en donde las barreras entre judíos y gentiles quedaran definitivamente superadas. Podemos preguntarnos, entonces, ¿cómo está nuestra comunidad en esa tarea de construir una iglesia inclusiva? Negarnos a dar forma a esa comunidad nos puede hacer ocupar el rol de un sistema religioso opresor, de la segregación, que es objeto de crítica por Jesús mediante esta parábola. Cuidado, porque nuestros fracasos, en este sentido, no quedan en el olvido. Como canta León Gieco, “todo está guardado en la memoria…”  


Bibliografía 

Dodd, C. H. The Parables of the Kingdom. Glasgow: Collins – Fount Paperbacks, 1978.  

Evans, Craig A. Matthew. New York: Cambridge University Press, 2012.

Hare, Douglas R. A. “How Jewish Is the Gospel of Matthew?” The Catholic Biblical Quarterly 62, no. 2 (n.d.): April 2000.

Hendriksen, William. Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio Según San Mateo. Traducido por Humberto Casanova. Grand Rapids: Libros Desafío, 2007

Senior, Donald. “Between Two Worlds: Gentiles and Jewish Christians in Matthew’s Gospel.” The Catholic Biblical Quarterly 61, no. 1 (January 1999).