Segundo Domingo después de Pentecostés

De la tumba a la vida: el escandaloso poder de Jesús sobre el mal

Detail from the Ottheinrich Bible, ca. 1450.
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June 22, 2025

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Comentario del San Lucas 8:26-39



Alguna vez escuchamos en las comunidades de fe largos sermones sobre el diablo y sus demonios. Nos hablaban del poder del diablo, de su influencia, de su capacidad de dominio y las fuerzas casi divinas del mal. Estos discursos dejaban a la iglesia atemorizada y algunos miembros se sentían expuestos o vulnerables a las hazañas del mal en canciones, en películas, en video juegos, en caricaturas y en símbolos que aparecían en cientos de lugares y representaban nada menos que el poder casi indestructible del diablo, el mal y sus demonios. Los encuentros de exorcismos se desplegaron en algunas comunidades de fe por doquier, porque se veía al diablo apoderándose de manera mágica de cualquier cosa que fuera diferente a la iglesia. Hasta se organizó un movimiento desde los años ochenta que hablaba de la supuesta “guerra espiritual.” Todavía hoy se escucha cómo el bien y el mal siguen en una interminable guerra que deja con muy poco poder a Dios, pues este aún parece que no ha podido exterminar del todo a las fuerzas del mal.

El texto que nos ocupa habla de milagros o, en este caso, de un particular exorcismo, pero no es un relato histórico contado por Lucas. Este texto de Lucas 8:26–39 está cargado de elementos profundamente simbólicos que tienen unos fines teológicos. Sin embargo, aunque posiblemente no creyera que el diablo y sus demonios son un espectro mágico que deambula en otras dimensiones casi desconocidas, Lucas estaba convencido de que el mal existe en el mundo y está en completa oposición a lo divino y al bien desplegado en las acciones de Jesús.

Es la primera vez en Lucas que Jesús visita un lugar extranjero, y el evangelista tiene el propósito de exponer el mensaje contracultural de su evangelio. Lucas toma un texto de Marcos, lo edita, lo mejora y le da detalles propios para revelar su propósito: ¿Cuál es el poder de Dios sobre el mal? ¿Cuáles son las razones por las que existe el mal en nuestro mundo? ¿Cómo podemos derrotar el mal en nuestro propio mundo y realidad?

¿Qué hacía Jesús en la tierra de los gadarenos? Un lugar o territorio pagano, lleno de extranjeros, que en la dinámica cultural de los judíos eran impuros con quienes no se debía tener ningún tipo de relación. Lucas no escribe desde la vieja Palestina, sino que lo hace casi 80 años después de la muerte de Jesús en un territorio macedonio o griego. Desde ese contexto griego, Lucas coloca la misión de Jesús en un lugar que para la mentalidad judía de entonces estaba plagado de demonios y costumbres de impureza. Allí Jesús ve a un hombre que tiene una condición deplorable y Jesús se compadece. Jesús no estaba dispuesto a dejar a un ser humano en condiciones inhumanas a pesar de las leyes judías. Se encuentra con la necesidad de devolver la dignidad del enfermo y endemoniado. Ve a alguien con una necesidad y acude a liberarlo. Lo hace en tierras paganas. Jesús se atreve a sanar, liberar y salvar a un extranjero en un territorio lejano a lo religiosamente normativo.

El hombre de quien Jesús se compadece parece ser famoso en su país debido a su condición de violencia y desastre. La comunidad había tomado la decisión de encadenarlo en los sepulcros, esperando que en algún momento muriera o cesara de atormentar con sus actitudes de fuerza y violencia. El hombre se encontraba en completa pobreza. No tenía qué comer, no tenía qué vestir y andaba completamente desnudo en condición de mendiguez. Es visto no solo como un endemoniado, sino que su condición de posesión demoníaca lo había llevado a tener que vivir en desnutrición, sin vestido y sin casa. El mal que se había apoderado de él lo había alejado de su comunidad, de su familia y quizás de su esposa e hijos. Lucas claramente identifica el origen de todo lo que vivía: un demonio lo poseía.

Lo que significaba estar endemoniado se entendía de distintas maneras según se estuviera en un contexto judío o griego. Para los judíos un demonio no era un ser con una gran fuerza sobrenatural. Era más bien una manera de explicar las enfermedades desconocidas. Los griegos, en cambio, podían dar un carácter hasta divino a los demonios, una divinidad oscura, una contraparte de Dios, con grandes poderes como los de Dios, con poderes sobrehumanos que no se podían explicar de otra manera. Los demonios, en contextos griegos, estaban relacionados a los muertos y a los lugares solitarios. Eso explica la reacción de esta comunidad helenística de los gadarenos, pues lo alejaron y lo hicieron vivir entre los muertos. Cuando poseían a una persona, los demonios generaban un grado de locura y podían llevar a la persona a cometer graves desgracias. Por eso la persona poseída debía ser excluida de la comunidad. Mientras que los judíos veían cualquier clase de enfermedad como un demonio, los griegos les daban poderes y nombres especiales, casi siempre relacionados con la falta de cordura o, diríamos hoy, con enfermedades mentales.

Jesús confrontó las fuerzas del mal y reaccionó ante la actitud hostil y desafiante con el que el demonio se arrodilló frente a él. Se nos revelan tres cosas importantes: la existencia del mal, su intención, y la forma como Jesús lo derrota. El mal es opresión y ejerce poder sobre una persona, dejando como resultado desgracias sociales como pobreza, hambre, falta de hogar y morada entre los muertos en completa desnudez.

El mal existe cuando los seres humanos deben vivir en condiciones inhumanas. Es muy interesante que cuando Jesús pregunta por el nombre del demonio, lo que era una costumbre primitiva de los exorcistas judíos, la respuesta es “Legión,” una palabra latina que hace referencia a un gran grupo de militares que destruye todo a su paso a través de la colonización de lugares. Y esto era lo que había sucedido con la Palestina de aquel entonces. Había sido sitiada por legión, es decir, por un número exagerado de soldados que había arrasado con todo y ejercían el poder a través de la fuerza y la violencia. Es posible que Lucas haya querido hacer con este relato una denuncia contracultural de la violencia que ejercía Roma en su territorio. El diablo y sus demonios existían en los poderes y en la manera como otras personas eran empobrecidas y deshumanizadas. Al definirse como “Legión,” el demonio quería mostrar su poderío y el control que había ejercido sobre el cuerpo y la vida de aquel hombre. Sin embargo, al revelar su nombre, según las creencias judías, sin querer se había entregado al poder de Jesús. Y Jesús utiliza su poder para avergonzar al demonio y liberar al hombre que estaba sufriendo bajo su poder.

Lucas quiere que veamos el sufrimiento del hombre poseído y la disposición de Jesús para enfrentar el mal y tomar poder sobre el demonio. El texto nos deja claro que el poder del mal no puede equipararse al del bien. El mal sabe desde un principio que su destino es el abismo. No hay una lucha de iguales, de fuerzas contrarias en igual condición. El mal siempre va a ser derrotado. El poder deshumanizante que ejerce sobre los seres humanos tiene un final. Jesús, como precursor del bien y salvador de los oprimidos, nos demuestra que no es una guerra. Se trata de recordarle al mal su lugar. El mal no tiene comparación con el bien; no ejerce poder sobre el bien.

Extrañamente Jesús llega a un acuerdo con los demonios. Promete no exterminarlos por completo en el famoso abismo sino enviarlos a unos cerdos que se encontraban cerca. Con ello, el evangelio sigue en clave simbólica destilando detalles contraculturales. Para los judíos, los cerdos eran animales impuros, eran el lugar en el que habitaba el mal. Jesús mostró su poder sobre el mal cuando les permitió ir donde ellos habían rogado. Esto fue una verdadera demostración de quién tenía realmente poder sobre quién. Sigue siendo curioso el tema del cerdo, sobre todo en los años 70 DC, porque debe tenerse en cuenta que los soldados romanos utilizaban al cerdo como una figura representativa de su cultura y un ritual militar. Por eso el texto también hace referencia al poder de Jesús sobre el maléfico poder imperial.

Jesús derrotó al mal y destruyó por completo al diablo y los demonios que atormentaban a este pobre hombre. Expulsó al mal que ejerció poder y devolvió la dignidad al hombre. Lo sanó, le dio de comer, lo vistió y lo mandó a su casa. Lo que Jesús quiere es que seamos seres humanos con mejores condiciones sociales, personas sanas, libres y autónomas. Curiosamente, la palabra del original griego que el texto utiliza para referirse a la sanidad que este hombre recupera y que la versión Reina Valera 1995 traduce como “en su cabal juicio” (v. 35) es Sofronounta, que proviene de la palabra “Sofroneo.” Se refiere al buen juicio, a estar sano mentalmente, un estado de cordura que te permite ejercer autodominio. Creo que aquí está el resultado de derrotar el mal. Es estar en un estado de autodominio, de control sobre sí mismo, de poder propio, de buen juicio. Jesús curó a este hombre e hizo que recuperara el dominio de sí mismo, lo hizo libre para convertirse en un enviado de Jesús. El hombre que sufrió por los poderes que lo dominaban fue liberado y hecho discípulo de Jesús, encargado de llevar las buenas nuevas a su casa y país. El bien siempre vence al mal y da dignidad y autodominio a los seres humanos.