Maundy Thursday

El Triduo Pascual

March 28, 2013

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Comentario del San Juan 13:1-17, 31b-35



El Triduo Pascual

Los tres días que van desde la tarde del jueves santo hasta la tarde del domingo de resurrección son la médula del año litúrgico. Esto quiere decir que no podemos entender la muerte sin la resurrección y viceversa. No es por nada que en esta celebración de tres días se acostumbra, desde la antigüedad, a comulgar el jueves, bautizar en la vigilia pascual y recibir y confirmar fieles el domingo de resurrección.

“El que mucho se despide pocas ganas tiene de irse”

Nuestra lectura se enmarca en la Cena de despedida (13:1-30), el Discurso de despedida (13:31-16:33) y la Oración de despedida (17:1-26). Eso se debe a que el evangelio de Juan es muy dado a los discursos largos. El cuarto evangelista obvia la institución de la Cena y en su lugar introduce el servicio (cap. 13) como modelo a seguir (13:14).

“Pascua” (v. 1) en hebreo equivale a paso o huida, rememorando el escape de Egipto. Durante la cena pascual Jesús entronca la institución de la última cena. Jesús es un estratega, planifica todos los detalles, no porque sea un perfeccionista, sino porque opera desde hace mucho en la clandestinidad y tiene que andar a tientas. Todo ese lenguaje en código muestra que el Nazareno no es ningún temerario que desafíe a la muerte, sino que se aferra a la vida.

(v. 5) lavar los pies

Los judíos dormían en el aposento alto (primer piso en los Estados Unidos). Las copas eran exclusivas para la realeza y la crema y nata de la sociedad. A diferencia de una comida normal donde se sentaban en sarapes, esta vez se reclinaron por tratarse de un banquete. Se apoyaron sobre su brazo izquierdo según se estilaba en la cultura grecorromana. La mesa era angosta y baja, en forma de herradura. Los comensales se tendían hacia la parte exterior de ella, estirando sus pies hacia fuera. Esa postura hacía indispensable a la servidumbre para atenderles. En esa cultura comunitaria todo el mundo sopeaba de un mismo plato degustando además vino, aperitivos, botanas o piscolabis y la cena pesada.

A Jesús, como presidente de la mesa, le correspondía tomar y bendecir el pan. Sin embargo él fue más allá. Previo a la oración por los alimentos, se ciñó una toalla y emprendió la tarea de lavarles los pies a sus seguidores. Al realizar este quehacer propio de la gente inferior, tales como las mujeres, hijos, esclavos o discípulos, el Galileo está inaugurando un reino diferente. Para Jesús no hay favoritismos, no hay jerarquía (poder sagrado en griego), no hay tal cosa como la autoridad-poder (misma palabra en griego) sino la autoridad-servicio. El Aposento Alto es testigo de la mesa compartida, a diferencia de la compartamentalizada de los ricos. Quienes chocan las copas con Jesús son continuadores de la nueva alianza basada en la vida abundante (Jn 10:10) para todo ser humano. El semitismo “sangre derramada por muchos”  (Mt 26:28) es el equivalente a nuestros “un fracatán”, “un titipuchal” o sencillamente, todo el mundo. No puede ser de otra manera pues es una mesa franca donde hay lugar hasta para Judas (v. 2).

(v. 9) ¿el bautismo cristiano?

Este lavatorio de los pies ha abierto el apetito para una infinidad de interpretaciones. Pedro lo quiso llevar al terreno del ritual judío de la purificación de pies, manos y cara (v. 9). No faltaron quienes encontraron una justificación para la ordenación de los apóstoles.1 Los hemerobautistas vieron en esta perícopa el fundamento para el bautismo diario. Tertuliano, Teodoro de Mopsuesta, Agustín, Erasmo… lo relacionaron con el bautismo cristiano. Otros utilizaron esta narrativa para rescatar la práctica bautismal primitiva de sumergirse solo hasta los tobillos.2

El bautismo desató una serie de debates en torno a su periodicidad, a la edad en que debe administrarse, a la forma por aspersión o por inmersión, es decir, “à la chilaquil3 (Chilli – chile y aquilli – entrar en algo. Metidos en chile). Este tipo de discusiones terminó drenando la fuerza del bautismo que tiene que ver con echar por los suelos todo tipo de opresión. Dígalo si no la fórmula bautismal varias décadas más antigua que la escena del lavatorio de los pies: “Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3:26-28). Por poco la refiero como el “manifiesto comunista”.

En todo caso, tanto el bautismo cristiano como la acción de Jesús de lavarles los pies a sus discípulos apuntan hacia la esencia de la grandeza. Es decir, el servicio ilimitado a la gente pobre y no a rodearse de servidores para sentirse grandote.

(v. 34) Jueves del mandamiento

La orden de Jesús o mandatum novum consiste en amar al prójimo “como Jesús nos ha amado”. Este nuevo pacto es contrario al imperio romano que demanda ser servido incondicionalmente (Mr 10:45).

Jesús establece esta alianza con los doce apóstoles, los cuales representan la confederación tribal anterior a las monarquías despóticas, empezando por la del rey David y su templo-Estado y terminando con el imperio en turno, en este caso Roma. El evangelio de Marcos lo detectó de golpe: Hay que entrar a la casa (clase gobernante judía) del fortachón (imperio romano), atarlo y saquearlo (Mr 3:27). Ya Jesús “exorcizó” esa casa (templo; véanse Mr 11:15-17 y Jn 2:13-16) y convocó a todo mundo para abrazar el pacto de fidelidad del Reino de Dios y su justicia (Mr 13.34).4

Los 12 apóstoles – tribus apuntan hacia la descentralización del poder como en el caso de la arrogante torre de Babel (Gn 11). Invitan al anarquismo anti-César y anti-Roma.5 Es un pacto basado en el amor al pueblo crucificado y no en el derecho romano opresor.

Tres siglos después de este pacto la iglesia cristiana dobló su rodilla ante el mismo imperio romano. Desde entonces quienes seguimos a Jesús tenemos que liberar tanto al imperialismo cristiano como al cristianismo imperial.


1A. Fridrichsen, Bemerkungen zur Fusswaschung, Joh. XIII, ZNTW, 1939, 94.

2Oscar Cullman, La fe y el culto en la iglesia primitiva, Madrid: Studium, 1971, 280.

3Los chilaquiles es un platillo hecho de tortillas duras y viejas sumergidas en salsa de chile y aderezadas con queso, crema, aros de cebolla y su cilantrito.

4Ched Myers, foreword, 11 en Mark Van Steenwyk, That Holy Anarchist: Reflections on Christianity & Anarchism, Minneapolis: Missio Dei, 2012.

5Mark Van Steenwyk, That Holy Anarchist: Reflections on Christianity & Anarchism, Minneapolis: Missio Dei, 2012.