Cuarto domingo después de Epifanía

Grito, estupor y liberación

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January 28, 2024

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Comentario del San Marcos 1:21-28



Marcos es una invitación clara a que la comunidad destinataria (audiencia) crea en la buena nueva de la llegada del reinado de Dios (o la soberanía de Dios) y adopte el estilo de vida que esta implica. El autor anima a los/as seguidores/as de Jesús a fortalecerse ante el conflicto y la persecución. El itinerario marcano nos dice que la actividad de Jesús, después de la unción mesiánica en el río Jordán, se inició en Capernaúm. Nuestro texto es considerado una enseñanza paradigmática que se da en la sinagoga de Capernaúm, donde según Rius-Camps “conjura y silencia al espíritu inmundo, portavoz de los letrados, quien intentaba delatarlo: ‘¿Qué hay en común entre nosotros y tú, Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé quien eres tú, el Consagrado por Dios.’”1 

Comentario

Después del arresto de Juan, Jesús y los discípulos viajan a través de Galilea, primero en Capernaúm y los pueblos de alrededor, para seguir por toda Galilea, en esta primera parte del evangelio de Marcos. Jesús lleva la soberanía de Dios a Galilea; para eso ha venido y es recibido con entusiasmo2, a tal punto que las multitudes ya no caben en las casas, y tiene que moverse a espacios abiertos. Galilea también es el lugar donde Jesús empieza a tener conflictos en diversos escenarios.

vv. 21-22: Capernaúm, poblado fronterizo en la orilla del lago, donde también estaba la casa de Pedro y Andrés, era el lugar adecuado para ser el centro misional de Jesús. En el original griego, se utiliza el adverbio euthys, que significa “inmediatamente,” o “enseguida” como lo traduce Vidal, en los vv. 21.23.28. En la versión Reina Valera 1995 usada en este sitio, sólo se traduce este adverbio de manera explícita en el v. 28, con la expresión “muy pronto,” pero en el original el adverbio se usa en el v. 21 para introducir a Jesús, en el v. 23 para introducir al espíritu impuro, y en el v. 28 para referirse a la fama que va adquiriendo Jesús por todas partes. Según el arqueólogo Lee Levine, las sinagogas eran una institución comunal que servía muchos propósitos,3 además de la lectura y exposición de las Escrituras, que es lo que define el contexto de nuestro relato. La indicación de que es el día sábado es muy significativa, y en el original se utiliza el término exeplēssonto (v. 22) para hacer referencia al asombro y a un cierto anonadamiento ante las enseñanzas de Jesús, que nos hace preguntarnos cómo enseñaban los escribas y qué efecto causaban en la audiencia con sus enseñanzas, efecto que evidentemente era diferente al que experimentaban con la enseñanza de Jesús. El autor presume la falta de autoridad en los escribas, que para el siglo I DC eran copistas y funcionarios de bajo nivel en Galilea. El asombro se manifiesta porque la de Jesús era una enseñanza nueva, que inauguraba situaciones nuevas como la irrupción del reinado de Dios.

vv.23-27: En términos de género literario, nos encontramos ante un relato de exorcismo, y también se le trata como un relato de curación. Bultmann nos ofrece una estructura de los relatos de exorcismo: 1) encuentro con el demonio; 2) descripción del carácter peligroso del que sufre la posesión; 3) el demonio reconoce al exorcista; 4) el exorcismo; 5) demostración de la salida del demonio; 6) la impresión causada en los espectadores. Nuestra perícopa tiene cuatro de las seis características: el demonio reconoce al exorcista y lucha (v. 24); hay una amenaza y una orden por el exorcista, es decir, el exorcismo propiamente dicho (v. 25); el demonio sale haciendo una demostración (v. 26); y se causa una impresión en los espectadores (v. 27). A Jesús lo conocían como exorcista; incluso sus adversarios nunca negaron esa cualidad, aunque la atribuyeran a otras fuentes que no eran las divinas, sino demoníacas (a Beelzebú por ejemplo, como en Mc 3:22).  

Los relatos evangélicos sobre curaciones y exorcismos remiten a una realidad de enfermedad, miseria, exclusión y abandono en el siglo I. Ritcher Reimer dice al respecto: “Reflejan y presuponen también una profunda religiosidad, específicamente una fe en los milagros, que estaba concentrada especialmente en situaciones concretas de necesidad, de posesión demoníaca, enfermedades, hambre, descalificación social.”4 No se nos informa gran cosa sobre el hombre; sólo que está poseído por un “espíritu inmundo,” cuya formulación judía puede estar relacionada con la historia de los ángeles caídos (Gn 6:1-4; 1 Enoc 6-11), y es él quien se dirige primero a Jesús gritando “¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno?” (v. 24). Pueden considerarse varias interpretaciones al respecto: que el espíritu inmundo teme su destrucción, o como una forma de sumisión del espíritu inmundo. Sin embargo, al decir “Sé quién eres: el Santo de Dios,” muestra que no está ofreciendo un gesto de sumisión, sino intentando controlar la situación. Jesús le increpa diciendo “¡Cállate y sal de él!,” y el espíritu inmundo abandona al hombre dejándolo en medio de convulsiones ante el estupor de quienes estaban presentes. “¿Qué es esto?” Alrededor de esta pregunta nuevamente se habla de la autoridad de Jesús. En el original griego, la palabra que se traduce como “autoridad” es exousian, un abstracto derivado de la forma femenina exousa, que a su vez es participio presente de exesti (“está permitido;” “es lícito”). Su significado la “capacidad/facultad/autoridad/libertad” para actuar o disponer respecto a personas o cosas. En Marcos aparece nueve veces (1:22.27; 2:10; 3:15; 6:7; 11:28.29.33; 13:34), relacionado con Jesús (1:22.27; 2:10; 11:28.29.33) o con la tarea que él asigna a sus seguidores (3:15; 6:7; 13:34).5

v. 28: El cierre de la trama se enfocará en la fama o popularidad de Jesús, ya que hasta los espíritus inmundos le obedecen. En el mundo del siglo I, la posesión actuaba como representación del mal que reside en el cuerpo de una persona y que no afecta solamente a ella, sino a todo un grupo o sociedad, y que permite identificar esquemas culturales vigentes en dichos contextos.

Grito, estupor y liberación

Evidentemente, desde nuestras confesiones de fe tendríamos mucho para debatir sobre los exorcismos y el tema de la autoridad. En la Palestina de Jesús, tanto la presión pública como la doméstica eran fuertes. La dominación romana, por un lado, y el sistema patriarcal por el otro, se ejercían sobre hombres y mujeres, que lograban liberar presión con la posesión, según varios investigadores, como Carmen Bernabé y Rafael Aguirre, entre otros/as. Jesús como exorcista no pertenece al sistema. La liberación de la posesión viene desde los márgenes y constituye una amenaza contra el sistema. “Jesús, al librar a unos y otros de sus posesiones, está alterando el sistema sociorreligioso, está declarando sus injusticias, transformándolo.”6

Vivimos en una realidad plena de controles, sean estos sociales, políticos, sociales, religiosos, económicos, y más. Hoy más que nunca se habla del derecho a la salud mental, en medio de tantos desgarros que nos atraviesan como mujeres y hombres. La autoridad de Jesús es el desafío cotidiano y constante que clamamos con gritos que nacen de lo profundo, lo que Lucas ya decía: “Si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lc 11:20). La lectura bíblica latinoamericana y caribeña ha señalado el tema del grito en el evangelio de Marcos, a pesar de los silencios impuestos o el secreto mesiánico. Los gritos pueden servir varios propósitos: un pedido de ayuda, y también de protesta, de indignación, de rabia y recurso para ser escuchados/as. ¿Conocemos los gritos de nuestras comunidades, de nuestras sociedades? ¿Reconocemos nuestros propios gritos? En sociedades y culturas que imponen controles y hasta identidades al asignar determinados lugares a las personas, este relato nos envía con la misión de ver, escuchar, sanar a las personas en el riesgo de ser anuladas como seres humanos. La invitación es también a considerar la autoridad como elemental para la misión y anuncio del reinado de Dios, como la esperanza que anunciamos. Ante tanto autoritarismo y descrédito que enfrentamos desde distintos ámbitos, tenemos la tarea de resignificar la autoridad que nos da el seguimiento comprometido de Jesús, en amor a quienes sufren y a nuestro entorno. 


Notas:

  1. Josep Rius-Camps, El Evangelio de Marcos: etapas de su redacción (Navarra: Verbo Divino, 2008), 125.
  2. También es recibido con ferviente entusiasmo al entrar en Jerusalén, y no termina de la misma forma.
  3. Reuniones políticas, reuniones sociales, tribunales, escuelas, albergues, actividades benéficas, manumisión de esclavos, comidas y actividades religiosas y litúrgicas. Véase Adela Yarbro Collins, Mark: A Commentary (Minneapolis: Fortress, 2007).
  4. Ivoni Richter Reimer, El milagro de las manos. Sanaciones y exorcismos de Jesús en su contexto histórico-cultural (Navarra: Verbo Divino, 2011), 54.
  5. Fernando Camacho Acosta, “La exousia o autoridad de Jesús en el Evangelio de Marcos,” ISIDORIANUM 32-33 (2007) 185-196, https://www.sanisidoro.net/publicaciones/index.php/isidorianum/article/view/544/515 (Acceso: 5 de enero de 2024).
  6. Rafael Aguirre, Carmen Bernabé, Carlos Gil, Jesús de Nazaret (Navarra: Verbo Divino, 2018), 115.