Comentario del San Marcos 1:29-39
Marcos nos deja saber desde el comienzo cuál es el propósito de su evangelio: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.”
Desde sus comienzos los lectores se pueden apercibir de que un autor narre la historia del Hijo de Dios. El ser Hijo de Dios tenía unas implicaciones severas y particulares. Marcos quería que sus lectores y oyentes tuvieran clara la distinción entre Jesús y su ministerio, y el resto de los líderes que se levantaban en aquella época.
Luego de haber sido bautizado, tentado, llamado a cuatro discípulos, y haber hecho un acto de exorcismo, Jesús se encuentra con la enfermedad de la suegra de Pedro. Nos movemos del contexto de la sinagoga, símbolo y lugar de autoridad y cátedra teológica, religiosa, y de tradición (Marcos 1:21-28), a uno de comunidad, intimidad, comodidad como lo representaba una “casa”, un “hogar”. Era en la casa donde se recitaban las maravillas y bendiciones de Dios para con su pueblo a través de su historia de manera accesible y sencilla, y de manera relevante al día a día de ese hogar y sus integrantes.
En este contexto de fe vivencial es que Jesús lleva a cabo el segundo milagro de sanación y liberación de acuerdo a la narrativa de Marcos. Jesús levanta a la suegra de Pedro y la sana de una fiebre terminal. El texto dice que la suegra de Pedro, al levantarse, les servía. Es muy fácil distraernos y tomar ligeramente la respuesta de la suegra de Pedro a Jesús y los presentes en aquel momento, enfatizando el servicio sumiso de la suegra de Pedro por cuestión de ser mujer.1
Pienso que una lectura más radical está en orden. Jesús sana a esta mujer sin nombre. Su única identificación es ser la suegra de Pedro. Jesús la sana en testimonio de su obra radical y reconciliadora. La suegra de Pedro, al ser sanada y liberada del yugo de su enfermedad, se levanta y comienza a adorar a Dios por medio del servicio. En respuesta al acto de misericordia, reconocimiento y de inclusión de parte de Jesús, la suegra de Pedro decide adorarle y dar testimonio a todos los presentes de la urgencia de dar testimonio acerca del poder de Jesús.
En el momento de sanación, esta mujer acudió al acto que mejor conocía y era servir a sus invitados. No sólo servía a quién la había sanado sino que en respuesta al acto de compañerismo desinteresado e inclusión que Jesús había demostrado para con ella, ella ahora lo expandía a todos los que estaban prestos a escuchar y experimentar lo mismo que ella experimentó. Su respuesta ante tal acto de amor, compasión, y misericordia fue servir, ya no porque se esperaba de ella hacerlo por ser mujer, sino porque fue movida por misericordia y se gozaba en hacerlo. Para ella ya no había posiciones establecidas. El Cristo, Dios encarnado, le había dado lugar con él en el reino que se había acercado.
Luego de esto, el pasaje para esta semana se mueve a dos narrativas acerca de sanación de enfermos. ¿Cuál es la conexión entre el relato de la sanación de la suegra de Pedro y la sanaciones subsiguientes y demás portentos? La suegra de Pedro tan pronto fue sanada se levantó y servía. Al diseminarse la noticia del poder y autoridad reconciliadora de Jesús, la gente se le acercaba para que los sanase. La fama de un Jesús que amaba tanto a su gente, que retaba la práctica automatizada de la religión de la época, y que sanaba enfermos aún en el día de descanso, alcanzaba a todos y demostraba un cuidado desinteresado a todos. Este Jesús inspiraba a todos a venir ante él y ser sanados. La importancia de sanar a todos estos enfermos es que todos estos, al sanarse, recobraban su lugar en la sociedad y por sobre todo en la sinagoga, en la comunidad. Al ser sanados, Jesús les brindaba y devolvía su valía. Al experimentar esta muestra de compasión, misericordia, y amor el pueblo se llenaba de fortaleza, sus semblantes y ánimos cambiaban, y la esperanza invadía nuevamente sus vidas.
En los últimos versículos del pasaje, luego de un día muy ajetreado, Jesús se levanta a orar a “un lugar desierto”. Mientras meditaba sus discípulos lo buscan para informarle que todos lo buscaban y para exigirle que continuara con su labor sanadora. Ante tal petición y exigencia Jesús responde: “Vamos a los lugares vecinos para que predique también allí, porque para esto he venido”. La respuesta de Jesús es una tajante, firme e inminente.
A través de todo el evangelio de Marcos se destila un mensaje de urgencia. Según los/as estudiosos/as, Marcos utiliza recurrentemente el adverbio inmediatamente. Pero, ¿qué realmente quería resaltar Marcos? ¿Acaso, era la disposición aparente de los discípulos de ir a buscar a Jesús para que siguiera atendiendo él a la gente que se aglomeraba en vez de ellos con él? O, ¿acaso, Marcos quería resaltar la falta de respuesta inminente de parte de los discípulos y seguidores de Jesús a ir a todo el mundo y predicar el evangelio?
La crítica y llamado de Marcos es a compartir de manera inminente el mensaje de salvación en la persona de Jesús, el Cristo. La iglesia se queda muchas veces en la zona cómoda de lo conocido o en la emoción de la moda al momento. Muchas veces no queremos salir de lo estable y seguro. Le tenemos miedo al cambio y a aventurarnos a cosas grandes y mayores que Dios tiene para con nosotros porque requerirá nuestra inversión. La iglesia, cómo cuerpo de Cristo y grupo palpable de Cristo en la tierra, necesita dejar salir de la zona cómoda del reconocimiento y aferración a lo establecido y moverse inmediatamente a proclamar y predicar el mensaje radical, de cambio esperanzador y de inclusión que Cristo mostró es su estadía en la tierra. Así nos ayude Dios.
1 Ofelia Ortega, Feasting on the Word, Year B, Vol. 1 (Louisville, KY: Westminster John Knox, 2008), 332-336
February 5, 2012