Bautismo de Nuestro Señor

Se abre el telón: agua y multitudes en el desierto

Matthew 3:16
"[S]uddenly the heavens were opened to him and he saw the Spirit of God descending like a dove and alighting on him.and blossom." Photo by Ferdinand Feng on Unsplash; licensed under CC0.  

January 7, 2024

View Bible Text

Comentario del San Marcos 1:4-11



Sin lugar a duda, Jesús es la figura central de los cuatro evangelios, y en esta oportunidad nos toca redescubrir a Juan el Bautista como figura clave para la comprensión del papel de Jesús. Esto va más allá de lo retórico o simbólico. El relato del bautismo de Jesús es representado de distintas maneras en los evangelios, y está muy claro que Juan el Bautista se proyecta no solo como el precursor que allana el camino de Jesús, sino que, para Marcos Juan es el “principio del evangelio” (Mc 1:1). Otro dato interesante es el de las veces en que Juan es identificado por su nombre: 80 veces en los evangelios canónicos y 9 veces en Hechos.

Estas consideraciones no pretenden negar que existen diferencias desde una perspectiva histórica entre ambos personajes emparentados. Las modificaciones que los otros evangelios hacen de Marcos y el documento Q nos dan varias pistas para seguir. De las infancias de ambos personajes se conoce muy poco, aunque el hecho de que ambas madres, María e Isabel, tengan según Lucas un encuentro tan pleno de gozo es buen indicio para intentar esbozar historias cortas, aunque fundamentales. Así que, sin entrar en detalle acerca de las diferencias conceptuales teológicas, y sus prácticas, ubicamos este comentario desde un escenario crucial, revelador desde el inicio mismo de Marcos y también desde la perspectiva de dos predicadores palestinos con fuerza e intensidad, y a la vez marginales, que lideraban movimientos reformistas.

Comentario

Aunque nuestro texto va de los versos 4 hasta el 11, estos versos son parte de la unidad narrativa que va de los versos 2 al 15, con el v. 1 como la introducción. Es importante prestar atención a los contrastes geográficos, topográficos y simbólicos que nos presenta el escenario. Hay un estilo de Marcos en la construcción de escenarios para ciertos relatos y dichos tradicionales de Jesús, que circularon como perícopas autónomas para la catequesis de las comunidades de fe. Para ahondar en el relato, identificaremos dos secciones principales a partir de la presentación de los personajes.

1:4-8: Esta sección se conecta con los versos 2-3 que nos recuerdan a Is 40:3,1 la voz del mensajero “que clama en el desierto” es también la voz de Juan que predica el bautismo de conversión en el desierto, según el v. 4. El escenario donde se desarrolla este relato es muy significativo. De entrada, nos encontramos con el río Jordán y el desierto como región deshabitada y no cultivada. El ministerio de Juan es en el desierto. Hasta allí llegan las multitudes de Judea y Jerusalén para escucharle y ser bautizados. No se nos indica de dónde ha llegado Juan hasta al desierto.

Los versos 4-5 resaltan la voz en el desierto de Juan “el Bautista” (1:4; 6:14.24.25; 8:28) y nos hace evocar el contraste con la mudez de su padre Zacarías al recibir la noticia de su nacimiento (Lc 1:21-22). Constituyen una apasionada proclamación para la conversión, la confesión de pecados y el bautismo. El río también tiene un significado simbólico como lugar de la entrada milagrosa de las tribus de Israel a la tierra prometida, evento análogo al cruce milagroso del Mar Rojo. Se considera que el ministerio de Juan es un acontecimiento fundacional, pues pudo dar lugar a expectativas escatológicas a finales del período del Segundo Templo. La vestimenta y la comida de Juan (v. 6) encaja muy bien en ese escenario agreste del desierto, de tierras inhabitadas.  Su vestimenta y alimentación reafirman este ministerio del desierto, no de las ciudades o tierras cultivadas, y nos recuerdan un sentido ascético. La presencia de las multitudes provenientes de las ciudades alrededor del Bautista indica la importancia del bautismo de Juan, del “sumergirse” y de la confesión de pecados.

Los versos 7-8 anuncian la llegada de uno “más poderoso” y Juan dice que no es digno de desatarle la correa de sus sandalias. El que llega bautizará con el Espíritu Santo, y de esta forma entramos a la segunda parte de la narración.

1:9-11: “Aconteció en aquellos días” abre el telón para la llegada de Jesús, especificando detalladamente desde dónde llega, Nazaret de Galilea. Aunque no se hace referencia a la presencia de multitudes, como en la sección anterior, podemos imaginar que también hay mucha gente. La transición del período de actividad pública de Juan al tiempo de vida pública de Jesús (Mc 1:14) nos ayuda a inferir que el “Señor” a quien se refiere la voz que clama en el desierto en Mc 1:3 es Jesús. El hecho de que Juan lo bautice da continuidad a la narrativa y confirma este acontecimiento como fundante de la misión autónoma de Jesús.

El v. 10 nos asombra con la frase “luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos” (o rasgarse los cielos), que no aparece en ningún otro lugar del Nuevo Testamento. El Espíritu desciende como una paloma sobre Jesús, como signo de elección. Una honda experiencia epifánica, Y la voz desde los cielos en el v. 11 “Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia” es una afirmación cercana a la tradición israelita, asumida en varios pasajes del Antiguo Testamento. Los motivos del amor, así como del agrado y la complacencia, acompañan esta revelación de Jesús como agente mesiánico.

Pistas hermenéuticas para la predicación

Agua y multitudes en el desierto: Desde el inicio, Marcos nos invita como comunidad lectora e intérprete a ser también partícipes de este evento en el desierto. Un desierto y el río Jordán, a donde acuden multitudes de las tierras cultivadas a tierras inhabitadas. Hasta allí también acude Jesús para ser bautizado en el agua, y al emerger del agua suceden la visión y el descenso del Espíritu, de lo cual también participamos como espectadores/as.   

Vivimos en distintos desiertos en la globalidad del mundo, donde no hay esperanza, hay guerras, hay dictaduras, hambre y destrucción de la creación. Imaginar un desierto donde se manifiesta la esperanza, la presencia de Dios, la integridad de personas activas y comprometidas con la justicia y la sabiduría, nos animan con firmeza y persistencia. ¡Hay agua en el desierto!

Las voces: La polifonía de voces en este relato es otra forma de profundizar en el texto. Las voces nos llegan desde el profeta Isaías, que remite a un pasado tan significativo para un pueblo expectante del Mesías en el siglo 1 de nuestra era. Esta voz fuerte y apasionada es también la de Juan el Bautista, llamando a un bautismo de conversión y confesión de pecados. Y por supuesto, la voz desde los cielos, confirmando la esperanza del mundo, a Jesús.

Escuchamos muchas voces cada día. Son tantas que a veces es difícil discernir cuáles son las palabras que llevan a la verdad y la justicia. A veces hasta callamos nuestra propia voz, por inseguridad, por complicidad, por miedo, porque nos faltan elementos para dar esperanza, o porque hemos renunciado a levantar nuestra propia voz profética y pastoral. Las voces del relato nos invitan al testimonio público, a la confesión de pecados para poder emerger con nuevas fuerzas y ánimos.

Reconocer los ministerios de otros/as: El ministerio del Bautista tiene una fuerza particular en las diferentes referencias bíblicas. Incluso Josefo, en Antigüedades 18,5, le describe como un hombre bueno y justo, que se enfrentó al poder de Herodes. Juan es presentado por Marcos como un personaje con gran popularidad; incluso en Mc 11:32 la gente lo ve como un profeta. Según nuestro texto, el ministerio de Juan está determinado por su lugar de actividad: el río Jordán, el agua con que bautiza. Jesús llega hasta él para ser bautizado, reconociendo así esta misión de su pariente, y Juan lo bautiza después de reconocer que Jesús “es más poderoso” que él.

Reconocer el ministerio de otros/as es una gran necesidad en las iglesias y nuestras sociedades. Es otra forma de empoderar con amor y complacencia a mujeres y hombres, en su diversidad de dones para el servicio del reino. Reconocer desde los afectos, desde las experiencias y las distintas visiones de hacer comunidad, forma parte del testimonio público que proyecta una iglesia sin barreras, que afirmada en el bautismo también anuncia otros tiempos posibles.

Ser bautizados/as con el bautismo de Jesús: Aunque Marcos no nos explica mucho sobre cómo entendían el bautismo, podemos suponer que los/as oyentes y lectores/as del evangelio lo entendían como un pasaje para entrar a ser parte de la comunidad de fe. Sin embargo, en Mc 10:38-39, cuando Jesús les responde a Santiago y Juan que habían preguntado por lugares privilegiados en gloria, hace una referencia al bautismo que lo asocia con el martirio: “¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?” Senén Vidal, en su versión del Nuevo Testamento, traduce esta pregunta como: “¿Podéis beber la copa que yo bebo, o ser bañados con el baño que yo soy bañado?” Esta vinculación del bautismo con el martirio nos desafía a pensar en la radicalidad de la vivencia del evangelio del reino. En un mundo roto, somos constantemente interpelados/as a anunciar un evangelio de paz y de justicia. ¿Implica esto un testimonio con riesgos?  Cada uno/a deberá responder la pregunta desde su propia realidad.


Notas

  1. Llama la atención que el texto del v.2 sea una combinación de Ex 23:20, que habla del mensajero de Yahvé que guía a Israel hacia la tierra prometida, y de Mal 3:1 que habla del mensajero precursor de Yahvé, identificado con Elías en Mal 4:5.