Comentario del San Mateo 2:13-23
Las narraciones acerca del nacimiento e infancia de Jesús son pocas en los evangelios canónicos. Las leemos siguiendo las vicisitudes de la vida del niño en sus primeros años, casi como si se tratase de un relato de ficción. Estos relatos nos emocionan y permiten que nos identifiquemos con algunos personajes y nos imaginemos en sus circunstancias. Sin embargo, sabemos que el texto literario del evangelio porta siempre un contenido teológico y, para recibirlo, necesitamos el ejercicio de leer y reflexionar guiados por el Espíritu que lo anima.
El pasaje de Mateo buscaba llevar a la comunidad que lo rodeaba un mensaje de esperanza en un contexto histórico angustiante. Hoy también necesitamos esa esperanza, porque la persecución y salvación del niño Jesús transcurren en el mundo y es allí donde estamos.
Para comenzar a pensar
La estructura del pasaje de Mateo 2:13–23 puede dividirse claramente en tres partes. El evangelista concluye cada una de ellas con una frase reflexiva de cumplimiento a la luz de las escrituras hebreas. Así, observamos:
vv. 13–15: Un mandato del ángel y la ejecución del mandato por José
Un ángel ordena a José que huya a Egipto con su familia para que Herodes no mate al niño. Esta parte concluye en el v. 15b con una cita de Oseas 11:1.
vv. 16–18: La maldad de Herodes se pone de manifiesto
Como los magos se marcharon sin darle a Herodes la información sobre el niño, el rey ordena matar a todos los bebés en su rango probable de edad. Esta parte concluye en el v. 18 con una cita de Jeremías 31:15.
vv. 19–23: Un mandato del ángel y la ejecución del mandato por José
Tras la muerte de Herodes, un ángel le dice a José que puede regresar, pero por temor a Arquelao, hijo de Herodes, la familia se establece en Galilea, en Nazaret. Esta parte concluye en el v. 23 con una cita no específica; el nombre “Nazaret” puede vincularse a “nazareo” (Jueces 13:5; 16:7) o al “retoño” (netser en Isaías 11:1–16).
Algunos temas a tener en cuenta
El Evangelio de Mateo y el Evangelio de Lucas presentan narraciones muy diferentes sobre el nacimiento. Mientras que en la versión de Lucas predomina una atmósfera de luz y de acogida expectante, en la versión de Mateo predomina una atmósfera general de oscuridad y amenaza.1
A lo largo del texto de Mateo, pero más intensamente en la narración de la infancia, la historia de Jesús se cuenta de una manera que resuena con las escrituras hebreas y las grandes historias del pasado de Israel. Su auditorio conoce estos textos y su carga mesiánica.
Tanto quien escribe como quienes reciben este relato estaban, sin duda, familiarizados con las tradiciones sobre la salvación del niño Moisés en Egipto y la matanza de los niños israelitas por el Faraón.
Se supone también que el recuerdo histórico de la crueldad de Herodes estaba presente en el auditorio. Entre otros crímenes, se conoce que en los últimos años de su vida Herodes ejecutó a miembros de su propia familia, una esposa y tres hijos, por conspiraciones reales o imaginarias contra su gobierno.2
Lo que narra Mateo no es críticamente demostrable. Es muy probable que Jesús no haya nacido en Belén sino en Nazaret y posiblemente no hubo una huida a Egipto, ni tampoco una matanza inmediata de niños por su causa.3 Sin duda, el relato busca dirigirse a la realidad presente de su auditorio conformado por cristianos de origen judío, que necesitaba reflexionar teológicamente sobre su situación histórica y encontrar una razón para la esperanza.
El relato de la crueldad de los hechos narrados es preciso y breve, casi como una crónica. No hay un ribete romántico acerca del exilio forzado y menos alrededor de la matanza de los inocentes. El evangelio intercala en la narración citas de textos de los profetas; en esto puede verse que para Mateo y su comunidad la esperanza estaba puesta en la confianza mesiánica.
Es importante recordar que el relato mateano del nacimiento de Jesús cita (en 1:23) el cumplimiento del texto de Isaías 7:14, donde la figura mesiánica es nombrada Emanuel, es decir “Dios con nosotros.”
Dios con nosotros
La historia que escribe Mateo despierta muchas preguntas que tienen que ver con el mal. Y, en efecto, la desmesura y la maldad que acompañan a los poderes políticos, económicos y también religiosos no son nuevas. En su búsqueda ávida de expansión, dominio y permanencia no conocen la justicia ni la inocencia.
Jesús mismo padece la vulnerabilidad de sus circunstancias, tanto que, aunque escape de su violencia algunas veces, muere finalmente víctima de ella. Sabemos que el poder que busca destruirlo en este relato volverá años más tarde logrando su cometido. En ese caso confluirán para eliminarlo tanto los temores del poder político como los de las autoridades religiosas.
La comunidad mateana vivía en un contexto de inestabilidad, temor y angustia. Era una pequeña comunidad cristiana de origen judío buscando seguridad luego de que el Imperio Romano hubiera aplastado las revueltas, asediado Jerusalén, destruido el templo y dispersado al pueblo. Esta comunidad sabía de la prepotencia de los poderosos y de la estela de dolor, sufrimiento y muerte detrás de la expansión de su dominio. Y Mateo les ofrece este relato.
La comunidad debe tener la seguridad de su confianza en el Mesías. Saber que, efectivamente, aquél en quien depositaron su fe es el Salvador tan largamente esperado y anunciado por los profetas. Por eso, si bien el relato de su nacimiento está lleno del gozo de la buena nueva, es importante comprender que el niño rey nace en un mundo cuyas lógicas estructurales lo rechazan. Entonces, a pesar de que en este breve relato se salve escabulléndose del tirano, la comunidad bien sabe que en su vida adulta es asesinado. Mateo quiere mostrar dónde está el poder y la salvación de Dios. El Mesías no vino a liberarlos encabezando un reino y un ejército que arrollase con mayor poder al inmenso poderío del Imperio, sino a salvarlos de la repetición de las lógicas del Imperio.
La crueldad de Herodes puesta de manifiesto en la matanza de niñitos inocentes no es parte de una saga de un héroe romántico. Tampoco lo es el mundo donde vivimos, en el que también sufren y mueren niñas y niños. Aquí, quienes luchan por la justicia, quienes desenmascaran la maldad de los poderes de turno, son eliminados. Y quienes quedan en el lugar “incorrecto” respecto a los mapas de expansión y dominio de los poderes terrenales no viven, sino que solo sobreviven. Millones de personas sufren el desplazamiento y el exilio, consecuencia de persecuciones políticas o de constricciones económicas.
En la cita que Mateo (v. 18) hace de Jeremías, Raquel llora por sus hijos y no quiere ser consolada. Así las madres de Belén, las de Palestina, todas las madres de este mundo lloran sin consuelo. Y no hay nada romántico en esto; solo basta informarnos.
Este es el mundo donde estamos y en este mundo nació el Mesías, quien desde su vulnerabilidad confrontó tanta desmesura y puso a temblar a los poderosos en sus tronos. En eso ponemos nuestra fe y por eso trabajamos por comunidades que quiebren la lógica violenta del dominio.
El Evangelio no para de mostrarnos cómo es Dios aquí, con nosotros y nosotras.
Notas
- Ver Huizenga, Leroy A. “Bethlehem and the Census.” En Timothy Larsen (ed.), The Oxford Handbook of Christmas (Oxford: Oxford University Press, 2020), 203.
- Ver Perkins, Pheme. “Exegesis: Matthew 2:13–23.” Lectionary Homiletics (2004–2005), vol. 16, no. 1, 33–39 [33–34]
- Ver Pikaza, Xavier. El evangelio de Mateo. De Jesús a la Iglesia. (Estella, Navarra: Verbo Divino, 2017), epub: ubicación 133 de 1263.



December 28, 2025